El más puro lenguaje imperial no es como cabría suponer, el que habla Barak Hussein Obama II, presidente de los EEUU de Norteamérica. De él podríamos oír tantas contradicciones como las que contiene la dictadura mundial del capitalismo, y podríamos llenar numerosos volúmenes con las incoherencias, tanto de sus actuaciones como las de sus alocuciones, que en el fondo, son parte fundamental de una pretensión que no cabe en este planeta. Este lenguaje superior del imperio, lo encontramos a menudo, con mayor facilidad, en las expresiones cotidianas de sus más conspicuos súbditos.
Robert Downey Jr, el actor protagonista de la película "Ironman", debe haberse formulado más de una vez, en sus acostumbrados desvaríos, esa inquietante pregunta existencial: ¿En qué idioma habla Dios? Y esperaría que el mismísimo omnipotente, le contestara en su idioma materno (el de Robert Downey Jr), el inglés, por supuesto. Yo pudiera asegurarle, con conocimiento de causa, que no es en español. Pero para su infinita frustración, podría afirmarle, casi que con la misma convicción, quizá con algo más de razón que la anterior aseveración, que mucho menos es en inglés. Lo cual no quiere decir que Dios no entienda estos dos primitivos idiomas.
Según Robert Downey Jr, el inglés es el idioma de la raza superior (para aquellos que todavía manejan en sus configuraciones, los conceptos de las razas y la superioridad de algunas de estas), cuando afirma: "…creo que para una persona cuya lengua materna es el español, el ser capaz de construir una frase en inglés como: "genocidio cultural", habla de que tan brillante es".
El contexto en que el señor Robert Downey Jr, habla sobre la afortunada capacidad que puede desarrollar una persona en el marco de un sistema neoliberal, que a pesar de sufrir el español ("el lenguaje de los cerdos" para las arrogantes y fascistas elites europeas), como el exitoso director de cine mexicano, Alejandro González Iñárritu, ganador del Oscar en su momento, logre superar esa tara y sea capaz de construir frases inteligentes en inglés, no es lo importante. Lo relevante de esta clase de soberbia, más allá de discernir quién tiene la razón en la pugnacidad existente en ese aberrante tema de los superhéroes, concebido como herramienta de subyugación cultural, es que ambos, uno con mayor altanería que el otro, defienden sus ideas, su cultura, a través de unos idiomas que devinieron en ser las limitadas expresiones de los últimos imperios. Es decir, que los idiomas, las más excelsas creaciones de las almas de los pueblos, los que intentan, o están destinados a comunicarse con su útero universal, quedaron para, harapientos y destartalados, definir los míseros intereses de quienes se creen los amos de esta minúscula partícula del infinito.
Dios, en todo caso, debería hablar en los idiomas que comunican los atributos esenciales de los seres y sus pueblos. Aquellos cuyas lenguas trascienden lo terrenal, buscando establecer contacto con la superidentidad asociada a los confines del universo. No podría hacerlo en los idiomas que mueren entre los linderos de los mezquinos intereses materiales, los que han devenido en la ramplona banalidad contenida en las jergas imperiales.
El chavismo es poder cultural.