Un error histórico que podemos cometer los pueblos latinoamericanos, es creer que la situación que se está presentando entre Venezuela y Guyana actualmente, no tiene repercusiones en el resto de la geopolítica regional, reduciendo el mismo, a un asunto doméstico asociado exclusivamente a la reclamación de un territorio.
Si bien existe tal reclamación, que es un derecho absolutamente legítimo de Venezuela, también es una realidad la existencia de factores exógenos que pretenden generar un conflicto, de los cuales generalmente se conocen los inicios pero no se vislumbran los alcances, y que podría significar la entrada de poderes desestabilizadores en un continente que históricamente ha sido pacífico, para transformarlo en una punta de playa que justifique la militarización progresiva del territorio continental y sus recursos naturales.
Luego del proceso de reconfiguración global, la hegemonía sobre el continente americano y la fachada caribeña se ha convertido en la primera prioridad de los Estados Unidos de América, luego de que Rusia y China reclamaran sus ámbitos de influencia en los espacios que históricamente han estado bajo su influencia. Rusia reclama para sí la europa oriental así como disputa con EEUU su influencia en Asia central y medio oriente. Por su parte China, también reclama su liderazgo en el pacífico, a la vez que refuerza el surgimiento de Rusia, la India y Brasil, a través del BRICS, como aliados estratégicos.
En este sentido, no puede esperarse que la presión norteamericana sobre Venezuela y América Latina ceda, sino por contrario, que aumente ya que hoy más que nunca, Estados Unidos de América, depende de esta región del planeta. Esto explica los intentos del imperio norteamericano de aumentar su influencia en CARICOM y destruir Petrocaribe, como bisagra geopolítica fundamental de la integración y la paz de nuestros pueblos.
Guayana, al ser un país fronterizo con Venezuela y sostener una disputa territorial con ella, se posiciona como un aliado estratégico para los intereses norteamericanos, más allá de la simple consideración de que la zona en disputa posee una gran riqueza en recursos naturales, que serían aprovechados por este para su hegemonía. Por esta razón, desde 1988, EEUU ha venido desarrollando una estrecha cooperación con Guyana.
Recursos que hasta ahora, en el contexto de la política exterior bolivariana, han contribuído en la proyección geopolítica del bloque latinoamericano, y han servido de soporte a los pueblos más pobres del mundo, en el marco de la construcción de la multipolaridad, la pluripolaridad y el multicentrismo.
Por esta razón, no solo Venezuela debe verse amenazada, sino todos los pueblos que han sido visibilizados por la política exterior bolivariana, así como todos aquellos que promueven la democratización del sistema internacional, el respeto a las leyes internacionales y el acceso igualitario a los recursos. No se trata de cuestiones fútiles, se trata del sustento material de un cambio en el modelo de relaciones sociales e internacionales, hacia un horizonte de igualdad, justicia, solidaridad y respeto.
No solo se trata de los recursos petroleros de Venezuela, que posee las primeras reservas de petróleo del mundo; ni tampoco se trata solo de su oro, sino también de garantizar recursos para la transición global de la hegemonía y la unipolaridad norteamericana, en su monopolio de los recursos, hacia el mundo pluripolar y multicéntrico, en el que todos los pueblos tengan participación.