Cuando vemos las noticias del imperio norteamericano, nos asombramos de la ética implícita en sus valores, los cuales pone por encima de la vida y dignidad humana, la popularidad de un presidente que ha hecho de la guerra y de las invasiones a otros pueblos, la mejor manera de lograr sus ambiciones. La guerra es más importante que cualquier otra consideración. En norteamérica y en algunos países de la América latina la impopularidad de algunos presidentes se justifica, si y solo si, su alineación política e ideológica está orientada hacia la derecha y hacia la política económica imperial.
La muerte de Al Zarqaui, fue manejada por el imperio y las grandes transnacionales de la “información-manipulación”, como un acto de fiesta y regocijo. No nos explicamos como es la moral del imperio, pero creo que la muerte no puede ser festejada con gran regocijo, casi parecía un día de fiesta en los Estados Unidos.
Fui criado en una comunidad cristiana militante y con profundos valores bíblicos, por eso he aprendido a valorar la vida. Por esa formación cristiana aprendí que el amor es el compromiso mayor que tenemos, como cristianos y cristianas, como seres humanos. El amor desde la perspectiva de Jesús, es algo radical, porque el compromiso es a amar aún a nuestros enemigos.
¿Acaso el discurso de Mr. Bush no es el de un “cristiano evangélico renacido”?
¿No representa él a esa moral protestante de las personas de raza blanca norteamericana?
Algunos hacen un principio de vida aquello que “en el amor y en la guerra todo vale”, echando por el suelo todo principio ético y toda moral. Al Zarqaui, era un enemigo de los Estados Unidos, pero donde queda aquello que toda persona merece ser juzgado para que triunfe la justicia sobre la barbarie.
¿No son los Estados Unidos, quienes descalificaron y condenaron a Venezuela por un supuesto delito de tráfico de personas? Sin embargo para todo el mundo es notorio el hecho criminal de los vuelos secretos con los cuales trafican con prisioneros secretos que no están bajo la jurisdicción de ningún sistema de justicia y que fueron ilegalmente secuestrados. No olvidemos a los prisioneros de la base-prisión militar Guantámano que están privados de su libertad sin derecho alguno a la legítima defensa y al debido proceso.
Recordemos a Posada Capríles, el asesino terrorista cubano-venezolano preferido de los Estados Unidos de Norteamérica, y a la gran cantidad de golpistas venezolanos que día a día salen en la televisión mayamera hablando pistoladas, pronosticando y promoviendo la muerte del presidente Chávez.
El muro de la frontera con Méjico es la muestra mas contundente del fascismo y del racismo de una nación y un gobierno, que ve a los países del sur de sus fronteras y de otras partes del mundo, como estados de tercera y cuarta categoría, generadores de gente inferior, por no ser anglosajones blancos, ni de religión protestante.
La misma política migratoria contra la gente que más ha aportado al desarrollo de los Estados Unidos de norteamerica, los inmigrantes de todo el mundo, demuestra un comportamiento xenofóbico y racista de quienes desde el la administración Bush, reeditan las peores políticas de la Alemania nazi.
Mr. Bush ha reeditado algo que ya es común en la política norteamericana, un “terrorismo con rostro humano”, tal cual como el capitalismo con rostro humano que una vez predicó y todavía predica en Venezuela Teodoro Petkoff cuando se convirtió al Calderismo. Existe una invasión a los pueblos indefensos de Irak y Afganistán también con “rostro humano” y con bombas “solo mata personas”. También vemos por la prensa y por la televisión como se puede bombardear un hospital, una escuela, una casa de familia y hasta iglesias y mezquitas repletas de gente, con una violencia criminal con “rostro humano”.
Cuanta gente inocente tuvo que morir previamente antes de la muerte de Al Zarqaui, recuerdo una casa de familia bombardeada recientemente días antes de la muerte del líder iraquí, en la cual murieron mujeres, niñas, niños y ancianos , el enemigo no estaba allí. Gajes del oficio, decían algunos analistas bélicos de los Estados Unidos y de otros países entre esos algunos venezolanos pro-norteamericanos, para justificar estas muertes de civiles. En la guerra “siempre muere gente inocente”, esto sirve y es necesario, según la lógica imperial y de sus lacayos, para desmoralizar al enemigo y como una manera de intimidar, acorralar y exterminar al “terrorismo”.
La moral de Mr. Bush, es la moral satánica que siempre ha caracterizado a los imperios. Ella, la moral imperialista, hace de dictadores y presidentes impopulares como Toledo en Perú, heroicos luchadores por la libertad, el libre comercio y la democracia; sin embargo convierte a gobiernos electos democráticamente, como el de Chávez y Evo Morales, en “regímenes” del terror que forman “ejes del mal” contra los sacrosantos intereses económicos y políticos de los Estados Unidos de Norteamérica.
La popularidad de Mr. Bush ha caído a niveles verdaderamente alarmantes para la administración imperialista norteamericana y es por eso que están peligrosamente necesitados de un conflicto bélico importante, que les saque del fondo del pozo de la opinión pública norteamericana.
Creemos en la vida, es por eso que estamos en contra de la guerra en Irak, Afganistán e Irán y en otros sitios que los gringos ven como escenarios propicios para ganar una guerra que ellos siempre han creído fácil, por su enorme capacidad militar y su capacidad de destrucción masiva y genocida.
Todas las guerras norteamericanas están planteadas contra países que el departamento de guerra y los halcones de la administración Bush ven como objetivos fáciles, por ser países considerados atrasados y tecnológicamente débiles. El concepto de “guerra preventiva” esta planteado desde la seguridad que van a combatir a un enemigo más débil militarmente hablando. Este concepto de guerra más bien debe llamarse la “ley de la ventaja y dominio del más fuerte”.
El señor Bush, ha conducido a los Estados Unidos a ser una potencia de tercera y cuarta categoría, porque ha invadido países, que aunque más débiles tecnológica y militarmente, han reeditado nuevas versiones de la guerra asimétrica que ha logrado en el caso de Irak y de Afganistán poner en jaque al poderoso ejercito norteamericano y demostrar que el imperio puede ser derrotado, como fue en Vietnam y en Sudán más recientemente.
Cada día, la opinión pública norteamericana, descubre que estas últimas guerras imperialistas tienen como objetivo la ambición desmedida de la familia Bush y de varios integrantes del tren ejecutivo del gobierno norteamericano, por los inmensos recursos de otros países.
La poca popularidad de Mr. Bush esta basada en la muerte de cientos de jóvenes norteamericanos, especialmente puertorriqueños, afrodescendientes y de otras minorías, y también en las victimas del huracán Katrina. El gobierno norteamericano ha desviado ilegalmente recursos de la asistencia social y de la prevención de desastres naturales, para financiar una guerra injusta por el petróleo y los demás recursos naturales de los pueblos de Asia, África y de la América latina.
La administración norteamericana ha visto como su política de guerra se le ha convertido en un bumerang que se le ha devuelto con fuerza y les ha golpeado en donde más le duele, en la opinión publica norteamericana. Esa es la misma opinión pública frente a la cual querían aparecer como héroes-conquistadores que arrasarían con facilidad a los pueblos bárbaros e incrédulos de otras latitudes.
La muerte de Al Zarqaui, no es el fin de una guerra, significa el recrudecimiento de una guerra imperialista absurda e injusta que cada día cobra mas vidas humanas inocentes de ambos bandos.
¿Cuántos jóvenes norteamericanos tienen que morir para apuntalar la decadente popularidad de Mr. Bush?
¿Cuántos y cuantas iraquíes deben morir para que las transnacionales y el imperio se apoderen del petróleo y otras riquezas de los pueblos del mundo?