La Guayana Esequiba

–Nos cuenta Don Francisco Herrera Luque:

Hace ya 21 años, mil personas fueron degolladas frente a nuestra tropa por el delito de querer ser lo que ya eran, es decir, venezolanos. ¿Dónde sucedió tan espantable hecho? Pues, en la misma zona donde el profeta loco americano obligó al suicidio a cientos de norteamericanos; en la Guayana Esequiba, en la región que venimos reclamando como parte de nuestro territorio. Venezolanos que allí viven, y que escuchan a diario este programa, amparados por el sigilo y la nocturnidad, ya que toda manifestación de amor a Venezuela es severa y cruelmente perseguida, nos han pedido que hablemos de este problema, que continúa siendo motivo de afrenta permanente al orgullo nacional. ¿Cuándo y por qué se perdieron los cientos de miles de kilómetros, que por encima de su gran riqueza en bauxita, pueden ser canal de acceso a las bocas del Orinoco y el Caribe de cualquier nación con vocación expansiva?

La Guayana, como se sabe, es una zona geopolítica tan extensa como todo el territorio comprendido entre el Amazonas y el Orinoco. Desde los primeros tiempos, por creerse que allí estaba El Dorado, fue codiciada por todas las naciones de Europa.

El primero en ilusionarse con el porvenir de Guayana fue Sir Walter Raleigh.

Los holandeses, llevados por la leyenda, cambiaron en el siglo XVII la isla de Manhattan, o el centro de Nueva York, por Surinam.

Por el tratado de Munster en 1648, franceses e ingleses recibieron lo que habrían de ser las Guayanas.

Napoleón Bonaparte no fue indiferente a la importancia económica y política de la región. Por eso fundó en 1804 la célebre penitenciaría de Cayena, que duró hasta hace muy poco y que fue poblada con los indeseables de la metrópoli.

Luego de la permuta de Manhattan por Surinam, la Guayana Inglesa quedó reducida a una estrecha franja. La misma que sería si Venezuela recuperase el territorio birlado.

Pero eran los tiempos de la Reina Victoria. Ya el siglo XIX estaba avanzado. Las naciones latinoamericanas, lejos de lo que creyeron los ingleses, no cambiaron una tutela por otra.

De tal forma que aquellos lejanos años en que la legión británica combatía por nuestra independencia, fueron sustituidos por un imperialismo voraz que recordaba los tiempos de la Conquista.

Más de cuarenta desembarcos contra Latinoamérica —según refiere José Cayuela en sus Derechos Inhumanos en Gran Bretaña— hicieron los ingleses en el siglo XIX.

Hacia 1880 la guarnición inglesa de la Guayana Británica cruzó el río Esequibo, nuestra frontera original. Y a pesar de la débil resistencia que le opusieron corajudos compatriotas, los británicos continuaron avanzando y hubiesen tomado por límite el Orinoco, si los gringos no hubiesen intervenido.

La insolencia y des consideración de Inglaterra hacia nuestros pueblos se pone en evidencia en esta casi hilarante historia.

La hermana república de Bolivia, no sé por qué diferencias con el Gobierno de Su Majestad británica, expulsó de su territorio al represente diplomático de Inglaterra.

Claro está que al parecer se les fue un poco la mano; ya que luego de emplumarlo lo colocaron a horcadas en un burro, pero al revés, y entre befas y burlas lo llevaron hasta la frontera.

Apenas la Reina Victoria se enteró del escarnio ordenó a su Primer Ministro:

Reina Victoria: (Airada) Que salga de inmediato una flota contra Bolivia, y que se les haga sentir el poderío británico.

Primer Ministro: (Vacilante) Sólo hay un problema, Majestad.

Reina Victoria: (Irritada) ¿Qué clase de problema puede ser?

Primer Ministro: Ved por vos misma, Majestad; aquí en este mapa. Esta es Bolivia y no tiene mar…

Reina: (Enfurecida) Dadme de inmediato un cortaplumas… una lanceta… algo que corte…

Primer Ministro: Aquí tenéis, Majestad…

(Ruido de un cuchillo rasgando papel-cartón.)

Reina: (Satisfecha) ¡Ya está…! ¡Ahora Bolivia, no existe…!

La Reina Victoria había rasgado el mapa hasta borrar la nación que naciera del genio del Libertador. Satisfecha de su gesto repitió con énfasis:

La Reina: ¡Y ya lo sabéis!, de ahora en adelante Bolivia no existe.

Eran tiempos en que la quema de una bandera, como le sucedió a Tánger con la española, era razón suficiente para que una nación poderosa se echase sobre otra inerme.

La bandera de Venezuela ha sido múltiples veces infamada por los guayaneses; de la misma forma que se ha asesinada a un millar de compatriotas. Pero como somos un país distinto a la Inglaterra de entonces, hasta silenciamos la noticia en nuestros diarios.

El Imperio Británico se vino abajo después de la Segunda Guerra Mundial. No hay en la Historia Moderna antecedentes de un imperialismo más cruel que el de Inglaterra.

Aparte de que los ingleses son maestros en la proyección de su imagen. Como en Europa combatieron a Napoleón, al Káiser y a Hitler, tienen fama de ser defensores de la democracia y de las causas justas.

Pero hay que ver lo que han sido los ingleses en África, Asia y sus colonias antillanas.

¿Sabía usted que fueron los ingleses, los cristianos y moralistas súbditos de la reina Victoria, los que introdujeron el opio en China, con el objeto de desmoralizar a sus habitantes y hacerlos más dóciles a la dominación?

No se equivoque usted con la Inglaterra de ahora, país de hippies y en franca decadencia, con la que en 1940 se enfrentó a Hitler. Era un país de armas tomar, que se reía a carcajadas fuera de Europa de lo que allá preconizaba. De ahí que nuestro país esperase pacientemente la Independencia de Guayana para presentar sus reclamaciones territoriales.

Lo malo es que con la Independencia, los guyaneses pararon a ser víctimas y nosotros los poderosos…

Venezuela —por lo menos en materia internacional— ha sido siempre país de libertad.

Por nuestra historia nos culpamos fácilmente, y nos espanta que se nos acuse de hacer la carga con los débiles.

Pero es caso es que la Guayana Esequiba es venezolana; y allí viven miles de personas, a quienes se llama despectivamente ameroindios, y que quieren ser venezolanos. ¿Qué hacemos con el problema?

El problema es la gente. ¿Quién se va a ir para allá? Tú sabes cómo son de cómodos los venezolanos. Si ya el 70% de la población vive en las ciudades, ¿tú crees que se van a ir a vivir en la Guayana con ese calorón?

Los ingleses resolvieron el problema y trajeron de África y Asia gente adaptada para vivir en los trópicos.

Y por eso tienen ese tronco de problema multirracial y religioso…

Los brasileños establecieron kibutz de japoneses en la frontera con Venezuela. Es necesario poblar las fronteras y particularmente la Guayanesa.

Estoy de acuerdo. Lo que no entiendo es, ¿quién va a ir para allá?

Pues hay mucha gente aunque tú no lo creas: Comencemos por la población carcelaria.

Voz: ¿Estás pensando en Cayena?

No, vale, cálmate y escúchame. ¿A ti no te parecería mejor para los presidiarios, que en vez de estar pudriéndose en la cárceles, hacinados y en un ambiente terrible, se les pudiera enviar con sus respectivas familias a granjas penitenciarias…?

Voz: ¿Con sus familias?

Sí, con sus familias; si ellas quieren por supuesto, aparte todo aquel que quiera ir…

Voz: No entiendo ni jota…

Déjame explicártelo. Se elige una zona muy cerca de la frontera, a la cual sólo se puede llegar por avión… La selva, como el mar, sirve de aislante. Los presos colonos pueden recibir tierras, instrumentos de labranza, y ser preparados técnicamente. Ellos no pueden salir de ahí; pero sus familiares y amigos sí podrían, a través de un puente aéreo bajo control. De esta forma estás devolviendo al delincuente a un ambiente sano y natural, y encima sirve de muro de contención a los vecinos. Haz una encuesta entre los presos, a ver qué te dicen.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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