Los monstruos, desde el origen hasta hoy. Los humanos se deslizan entre ellos desempeñando los papeles asignados por el poder o la pobreza, la costumbre, los oficios, profesiones y actividades, los deseos, los impulsos de placer, destrucción, sublimación, amor y muerte. Casi todas las definiciones de lo monstruoso coinciden en calificarlo de desorden grave del orden natural. Predominan en él características de tamaño, desproporción en cualquier línea, aberraciones de toda índole y casi siempre crueldad excesiva. La monstruosidad puede ser física y/o psicológica. La apariencia normal y hasta agradable puede ocultar los más atroces impulsos de destrucción y crimen.
Siendo el dinero precipitado tangible de la ambición universal, insinuándose en todos los sentimientos y todas las pasiones, es natural que un patólogo de la vida social, para investigar la crisis de un organismo enfermo examine al microscopio la sangre y vea qué quilates de dinero encierra. Pues el dinero es el alimento de todas las vidas, el oxígeno de todos los pulmones.
Oswald Spengler, desde 1923, fue levantando la arquitectura de un pensamiento cultural totalizante, distinguiendo entre la cultura, valor de la manifestación, y la civilización, valor de uso. La civilización era "inevitable sino de toda cultura", "el extremo y más artificiosos estado al que puede llegar una especie superior de hombres", el "final irrevocable". Spengler no tuvo visión cíclica del tiempo y para él, lo muerto queda muerto. Sin embargo la noción cíclica del tiempo lleva a la convicción no propiamente de los hechos accidentales, sino de los estados de plenitud y agotamiento, dentro de los cuales se multiplican las vicisitudes de las culturas y de los pueblos, las decadencias y las renovaciones. El pesimismo trascental de Spengler saturó el pensar y el sentir occidentales.
La intelligentzia gringolandia no podía faltar en esta orgia de demolición seudoinnovadora y exponentes prototípicos son los movimientos que se proclaman a sí mismos como vanguardia, desde la beat generation hasta la pandilla de Andy Warhol, pasando por las mil modalidades tecnoestéticas de los años 60 definibles, de manera general, como exacerbaciones de los "ismos" europeos de principio de siglo hasta el surrealismo de 1924.
En la inmensa desolación de la sociedad contemporánea significativamente tildada de postmoderna, rodeada por los espectros de las guerras y genocidios políticos, perdidos e sentimiento de salvación, y el interés por indagar el fin último del hombre y del mundo, reducida al existencialismo subjetivo con libertad aparentemente plena de elegir, a la cremallera de hechos, efímeros repetidos, sin percepción ya de lo esencial, ensordecida y confundidas por la información, la publicidad y el desorden general del mundo, redescubrir valores fragmentarios de orden arcaico, al igual que las drogas y tranquilizantes, producen el sueño de la tentación del Caos, como regreso al estado fetal, a la materia prima equivalente al protohylé platónico y pitagórico, ellos mismos iniciados en las misterios de la antigüedad.
—Cada día es más evidente que los círculos gobernantes de Gringolandia siguen guiándose por una línea militarista, poniendo sus miras en la fuerza, para imponer su voluntad a los otros países y pueblos. A la vez declaran a los cuatro vientos que precisamente así influirán en la política de la Federación Rusa.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!