Nuestra América, el primer laboratorio de la Escuela de Gringolandia, la reacción ha tomado una forma. Está dirigida contra los débiles o vulnerables apunta directamente contra la ideología que es la base de la exclusión política y social. Y a diferencia de la situación de otros países hermanos, en Venezuela existe un irreprimible entusiasmo por probar ideas que fueron subvertidas en el pasado.
A pesar de la afirmación Gringolandia de que el siglo XX terminó con una "victoria decisiva" del libre mercado sobre toda forma de socialismo, muchos países de nuestra América comprenden perfectamente bien que lo que había fallado en Europa oriental el comunismo dictatorial. El socialismo democrático, entendiendo como tal no sólo los partidos socialistas que alcanzaban el poder a través de elecciones libres sino también las empresas y tierras dirigidas de forma democrática, había funcionado en muchos países. Lo que Comandante Chávez trató de llevar a Venezuela fue una versión de esta combinación de democracia y socialismo. El Comandante tenía un enfoque, una democracia tanto económica como política. El pueblo se comprometió no a luchar contra el socialismo, sino por el socialismo, para que el pueblo al final obtuviera el derecho a dirigir tanto el país como sus lugares de trabajo de forma democrática.
El sucio secreto de la era neoliberal es que estas ideas jamás fueron derrotadas en el campo de batalla de las ideas ni tampoco fueron abandonadas por el pueblo en las elecciones. Fueron expulsadas a base de manifestaciones aplicadas en momentos políticos clave. Precisamente porque el sueño de igualdad económica es muy popular y, por tanto, muy difícil de derrotar en una lucha justa, es por lo que adoptó en un principio la doctrina del golpe económico y social.
Gringolandia siempre ha considerado que el socialismo democrático es una amenaza mucho mayor que el comunismo totalitario, al que era sencillo demonizar y caracterizar cono el gran enemigo. La técnica preferida para lidiar con la inoportuna popularidad del desarrollismo y el socialismo democrático fue tratar de equipararlos con el stalinismo, desdibujando deliberadamente las clarísimas diferencias entre la forma de ver el mundo de ambas tendencias (se utiliza una táctica similar al equiparar todo tipo de oposición con el terrorismo). Un ejemplo diáfano de esta estrategia se encuentra en los días de la cruzada de la CIA, para pintar al Comandante Chávez como un dictador al estilo Stalin, lo que de verdad preocupaba a Gringolandia sobre la victoria del socialismo de Chávez: El ejemplo de un gobierno marxista democráticamente elegido y que consigue éxitos en Venezuela con toda certeza tendrá un gran impacto —y servirá de presente— sobre la América Latina; la expansión por imitación de fenómenos similares por toda nuestra América afectará significativamente al equilibrio mundial y a nuestra propia posición en él. En otras palabras, había que eliminar a Chávez antes de que se propagara su tercera vía democrática.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!