Su vida fácil y como de juego, su cómoda existencia de turista del mundo, le trajo, en compensación, con el regalo de amistades épicas, bautizadas en la sangre y en el fuego, algo que valía más para su vida y su lucha que aquellos bienes liquidados: una dolorosa experiencia del mundo, un amor apasionado de conocimiento y un sentimiento agudo y acuciante de responsabilidad por los años vividos. La guerra fue una terrible conmoción, cuya humanidad se tendía a lo largo de España, sin confundir la patria humana con la geográfica. Más el cataclismo, que hizo saltar la escoria de todo lo falso y engañoso, puso al desnudo y vitalizó con más energía que antes lo verdadero, y de aquellos años de prueba arranca de aquel infierno de odio y de maldad todavía sigue la vesania imperialista.
En este siglo del átomo –y en ello veo precisamente la manifestación del nuevo pensamiento–, el peligro de guerra plantea de una manera nueva también el problema factor humano en la lucha por la paz, por evitar el enfrentamiento bélico. Por cuanto hoy día la guerra nuclear atañe a todos, independientemente de por dónde comience. Sólo los malintencionados consideran que todos los movimientos antibélicos, todos los que se pronuncian en defensa de la paz, obedecen a intrigas de Putin. Hoy las mujeres, los niños, el pueblo se levantan, se toman de las manos y exigen detener esta tendencia peligrosa hacia la guerra. En una palabra, cuando no desean resolver problemas, entonces los buscan, crean obstáculos artificiales.
Gringolandia, hay nostalgia por el pasado; seguramente, echa de menos los viejos tiempos de caída de La Perestroika en 1991, cuando sobrepasaba a Rusia en el aspecto militar, política y económica. No obstante, hay que desear a la parte gringolandia que comprenda las realidades de hoy. De lo contrario, si no comienzan a pensar con categorías actuales, partir de las realidades existentes, no avanzaremos en la búsqueda de soluciones justas.
El tiempo requiere acción en vez de simples declaraciones altisonantes, tras cuales no se desprenden nada concreto. El mundo está cansado, el mundo está harto de la palabrería, el mundo necesita un avance real en materia de guerras, invasiónes insospechadas de los países del tercermundo y robarle sus riquezas, petróleo y minerales. Pero cuando se trata de fortalecer la paz, emprender pasos reales con este fin, cuando se necesitan esfuerzos mancomunados.
Mientras tanto, las cosas están así: Gringolandia no se ha mostrado dispuesto a acceder al desarme, ni la invasión de los países del tercermundo, y no habla de control sobre el desarme, sino de control sobre los armamentos.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!