Les juro que esta ha sido una de las decisiones más difíciles que me ha tocado tomar en estos momentos de crisis en Venezuela; no es fácil decidir a qué Judas quemar en esta Semana Santa con tanto diablo suelto en Venezuela y el mundo, más viviendo tan de cerca las acciones perversas de Trump, Almagro, Kuczynski, así como de Santos, Temer, Macri, Varela, entre otros de los presidentes que conforman el Grupo de Lima, de los lacayos de la Unión Europea, los apátridas de la MUD y los curas satánicos de la Conferencia Episcopal Venezolana.
Se fijan que no es fácil determinar de buenas a primera quien ha hecho más daño al pueblo venezolano. Es que analizando el comportamiento político-criminal de esos rastreros con respecto de la Patria de Bolívar, se sabe enseguida que uno es peor que el otro y de allí el gran dilema de elegir al peor demonio para prenderle fuego.
Sin embargo, así abrumado de dudas y todo, inicie un meticuloso proceso de descarte, me resultaba imposible desprenderme de los sacerdotes luciferinos que en nombre de Dios y del bien llaman a la matanza del pueblo; hay que hacer un muñeco de cada uno de ellos y arrojarles un fósforo con bastante gasolina, pensaba, pero finalmente me quede con Trump y Santos. Esos curas de todas maneras se van a quemar solitos en el infierno.
Seguí cavilando y después de varias horas de meditación, opté por Trump. No es que el máximo jefe del imperio más asesino del planeta sea peor, nadie en este mundo es peor que Santos, sino que el encopetado presidente es el jefe del resto de arrastrados que han llenado de hambre y miseria a Venezuela, con una guerra económica que terminaron en las sanciones financieras conducente a un riguroso bloqueo, el cual dificulta a la gente el acceso a los alimentos y las medicinas.
Y como jefe del mal, es el quien, a mi juicio, debe arder encima de un poste, además, reflexionando sobre este satán, es cada vez más evidente el odio que siente en contra del pueblo de Bolívar, Chávez y Maduro; lo demuestran las viles acciones que ejecuta directamente para dañar a las personas más pobres, más necesitadas de nuestro país.
Porque lo primero que debemos entender en su caso es que esas medidas propias de personas llenas de indignación y frustraciones como lo que él destila en cada milímetro de sus tétricos pasos, no van dirigidas a funcionarios del gobierno revolucionario como ellos pretenden hacer ver, no señor, van direccionadas específicamente al pueblo, y sus lacayos muy bien lo saben.
El objetivo del criminal mandatario es arrodillar a las personas de hambre, que madres y padres de familia pasen por el dolor y la impotencia de ver a sus hijos llorando por falta de alimentos, medicinas. Y que en medio de esa desesperación, odien al presidente obrero, Nicolás Maduro.
Solo un belcebú puede exponer la vida de tantos seres humanos por el hecho de querer derrocar a un Gobierno, con el fin de apoderarse de sus riquezas naturales. Ese ser no tiene alma, no tiene corazón. Es un envoltorio, una cosa hueca sin nada por dentro...Hay que estar vacío para no conmoverse con el llanto de un niño con hambre, y lo más grave es que todos sus lacayos son cortados con la misma tijera, parecieran escogidos por él a su imagen y semejanza.
Y ahora que les digo esto y ya para despedirme, les propongo algo, señoras lectoras, señores lectores, algo muy serio; hagan el muñeco de Trump y en los dedos de una mano como buen titiritero, le dejan descolgar la figura de los presidentes del Grupo de Lima de su preferencia, en forma de marionetas, lo que en realidad son, menos la de Santos, a Santos se lo guindan de los testículos; en la otra mano le colocan a cinco más de los apátridas venezolanos, y por favor, no se olviden bajo ninguna circunstancia, del canalla Julio Borges…Por lo demás, tengan ustedes amigos, amigas, una Feliz Semana Santa… Y que Dios me los bendiga.