La antiguos abrían en canal a un ave y consultaban el porvenir en la lectura de sus vísceras; también prestaban cuido a su vuelo, en especial de las águilas, interpretándolo como expresión de voluntad divina según volasen de un sentido a otro en medio de una situación apremiante. La Ilíada, documento sagrado de los griegos primeros, oral en aquel entonces, está llena de tales referencias. Muchos otros pueblos en tantos lugares donde están diseminados tienen y han tenido sus mecanismos para desentrañar el porvenir.
El hombre contemporáneo ─¡carísima civilización de hoy!─ dispone de la ciencia y de la razón para hacerlo, ambos mecanismos, por cierto, hijos de lo griego, ejercicio y atributo de lo humano, respectivamente. Naturalmente, la historia es el libro mundial que recoge lo cierto y lo que de ensayo y error tiene la vicisitud humana.
Contra Venezuela, asediada por la apetencia imperial capitalista, se han quebrado hasta ahora todas las fórmulas ideadas para deponer gobiernos, desde las llamadas "revoluciones de colores", golpes de Estados, hasta la utilización final de los también llamados "falsos positivos" para, como caballo de Troya, penetrarla con formatos "humanitarios", pero con intenciones funestas. En este rango de ardides que utilizan el discurso del orden y estamento mundiales para arruinar naciones con propósitos de saqueo (consultar la historia), ha faltado únicamente la acción directa de un ataque militar.
No se aspira recontar la multitud de ataques que ha recibido la patria de Bolívar, ni detallar sus mecanismos, voluminosos, por cierto, desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999. (¡Veinte años de gobierno sin real concentración en los propósitos por causa de una permanente guerra velada, hoy prácticamente abierta!) Se trata de poner en orden, vía lógica, como operará el atacante y sus aliados para incursionar contra Venezuela a partir de ahora.
Lo primero es dejar sentado que no habrá tropas del ejército regular de los EE.UU. abriéndose paso hacia el interior del país, y la razón es la dicha anteriormente, que han fracasado todas las fórmulas para justificar semejante acción. Además, ya se evidenció, no obstante la expresión amenazante de los asesores contra Venezuela en la frase "todas las opciones están sobre la mesa", que los gringos no lo tenían contemplado realmente (la invasión); ellos esperaban con su plan y su protegido Guaidó que los militares venezolanos se desbandaran en rebeliones contra el "régimen" para ellos ganar la guerra sin realizar un disparo. Y eso, que es modalidad estadounidense en los últimos años (que otros hagan sus peleas), no ocurrió. Nicolás Maduro y los chavistas siguen allí, más apertrechados, más monolíticos, ahora apoyados por rusos y chinos, y con tecnología bélica defensiva y ofensiva.
¿Qué viene entonces? Una simple operación de pensamiento que se puede describir en un trío de párrafos. La Asamblea Nacional (AN) y Juan Guaidó, que son el mundo paralelo construido por los EE.UU. en Venezuela, esto es, el gobierno paralelo de donde devengarán presunta legitimidad para accionar, invocarán el artículo 187 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) en su ordinal 11, que dice que corresponde a la AN "Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país", para justificar una acción armada y derrocar a Maduro, acción que, aún cuando el texto utiliza la expresión "extranjera", no contemplará el uso de las fuerzas armadas estadounidenses.
La razón para no utilizar tales efectivos es simple. Se procura camuflar el ataque debajo del discurso de la ordenanza mundial, con el mayor tinte posible de legitimidad y verosimilitud. Y aunque ya forjaron su requerida legitimidad con el apoyo de 50 países reconociendo a Juan Guaidó y a la Asamblea Nacional, nunca parecerá verosímil que un país como Venezuela amerite una operación de envergadura tal que tenga que ser atacada por tropas occidentales aliadas. Sería como una suerte de declaración de guerra mundial para el otro bando que equilibra el poder en el mundo, léase China y Rusia. La mayoría del mundo sabe la forja que hay en la fabricada legitimidad de los entes mencionados (AN y "presidente" Guaidó). No existe un país en el mundo como Venezuela que esté llamado a encarnar valores minerales y geopolíticos con rango de estrategia de manera tan importante. La restricción no aplica para las tropas mercenarias que, como se dijo, es la modalidad de guerra que utiliza el ejército de los EE.UU. Éstas estarán.
En cambio, atacar a Venezuela a través de un ejército de militares y civiles venezolanos, decantados como hostiles y prófugos desde hace veinte años hasta hoy, la mayoría de ellos viviendo en el exilio, sí que tiene mejores visos de legitimidad y verosimilitud. Agredería menos el formato requerido del "respeto al derecho internacional" o, por lo menos, así se pujará para que sea percibido. Guaidó y la AN, legítimos para 50 países de los 194 que hay reconocidos por la ONU, transmitirían su tercia legitimidad al evento; y, por otro lado, el hecho de que sean venezolanos, los que mayoritariamente perpetren ese ataque los hará mejor presentables ante el mundo desde el ángulo de la verosimilitud. Menos rudo es que venezolanos ataquen a Venezuela que tropas gringas: el sueño dorado imperial de que vasallos se inmolen por el imperio.
De modo que está planteada una especie de "Invasión de Bahía de Cochinos (o Playa Girón)" para Venezuela, recordando lo que orquestó con cubanos los EE.UU. contra Cuba en 1961 ante la impotencia de mantenerla en yugo (la historia, serpiente que se muerde la cola). Ello, por lo mínimo, significa que, quemado el cartucho "Guaidó" (vendrán otros), la oposición extremada venezolana incursionará formalmente en la guerra (guerrilla), atacando a los militares venezolanos, propiciando invasiones desde las fronteras, volando estaciones de servicios o infraestructuras de suministro, abanderada siempre, como en Siria, por un líder mampuesto desde los EE.UU. "en nombre de la libertad", como auguró Simón Bolívar hace 200 años.
Durante el ínterin, y sépase esto, de importancia capital para quien maneja la cuerdas de los maniquíes, quien cumple sus metas son los EE.UU., incluso sin concretar el derrocamiento de Nicolás Maduro porque lo que se busca, según planes del Comando Sur con su tesis "Cuenca del Caribe" es mantener a la región latinoamericana sumergida en confrontaciones y desestabilizaciones, debilitada, por ende, en la forma deseada de estado fallido, naciones sin objeciones, sin propósitos, sin criterios ante el manejo de extraños en asuntos que conciernen a su propio destino.
Invoca Guaidó el 187, numeral 11; atacan militares venezolanos exiliados, según modelo de la histórica Invasión de la Bahía de Cochinos, en Cuba; se formaliza la guerra, tipo Siria; EE.UU. logra su meta de desestabilizar pueblos para mantenerlos debilitarlos (tesis hemisférica "Cuenca del Caribe").
La única esperanza de victoria ante la amenaza de atomización de la nación es la organización cívico-militar para defender o atacar, dado que lo militar puro (el ejército convencional) es inoperante ante las modalidades de guerras de cuarta y quinta generación que en la actualidad se utilizan por los imperios para asolar países.
Hay una jauría de países listos para zarpar contra Venezuela, tradicional bucanera del mundo: Inglaterra, Francia, Alemania, España; y hay otra, latinoamericana, lista para traicionar al hermano: Colombia, Brasil, Perú, Chíle, Ecuador, Paraguay, Honduras. Sin duda, Venezuela contra el mundo es la historia.
Blog del autor: Animal Político (http://zoopolitico.blogspot.com)