¿Terrorismo?, el ¡Himno Donald Trump!

—He concebido una idea cuya realización merecería el sacrificio de toda mi vida. Esta idea es fundar una nueva religión, la religión de "Donald Trump", pero libre milagros.

No falta el canibalismo. Quizás sea esta devoración entre semejantes lo que ha dado lugar a diversos mitos, fabulas y arquetipos. La prohibición cuanto más rigurosa sea, origina mayor reacción. Satán es hijo del tabú. Y resultan cuantiosas las herejías, El culto a los monstruos hasta culminar en esa industria audiovisual enferma, como el propio Donald Trump y su civilización, distorsionada por el capitalismo consumista y la tecnología puesta a su servicio, la imagen brotada del inconciente de esa cultura, son los indestructibles monstruos electrónicos.

La cultura occidental en su esfera pensante humanística, y sin darse cuenta de ello, salvo algunos iniciados o inteligencias de aguda percepción, penetró en una etapa tenebrosa, desde el romanticismo, revirtiendo los valores tradicionales, transgrediendo las normas aceptadas, persiguiendo lo monstruoso, el pacto con Satán. Este desgarramiento afirma inquietantemente el triunfo del mal, cabe esperar nuevos advenimientos y renovaciones, antes de otras destrucciones.

Donald lleva incluso a su fe toda su impetuosidad. No basta pedir una fe; para él: la ha de tener en seguida; la necesita inmediatamente en sus manos, dispuesta, lista y afilada como un hacha para talar toda esa espesura que le rodea de incertidumbre, pues Donald, como noble señor, que su servidumbre le obedezca veloz y fielmente, y sus sentidos, por otra parte, sus sentidos rápido como el relámpago, precisos y flexibles, le han servido siempre con rapidez en el mundo, para crear una estructura implacablemente jerárquica y totalitaria, que controle todas las actividades del mundo. Impuso el culto ideológico nacionalsocialista el cual reaccionó contra la doctrina de bondad de Jesús y exaltó valores primitivos y paganos del culto a la sangre, a la raza, a la fuerza, a la fraternidad militar, por un sesgo profundo, a las potencias de destrucción, de la implacabilidad, del mal.

De un salto, de un empujón, su espíritu impetuoso, que no conoce obstáculos, quiere "conocer a Dios", como dice precipitadamente con palabras febriles. Cree poder aprender la fe en Dios, el ser cristiano, la sumisión, el vivir junto a Dios. Pero, ¿cómo encontrar esa fe, así, de pronto, cuando no se lleva la semilla en el corazón?

El nazismo, por lo tanto, no fue una arbitrariedad de loco ni un desvarío de pueblo enfermo. Al nazismo lo trajo el ateísmo pragmático, utilitarista, capitalista; la filosofía de la muerte de Dios y del superhombre nietzschiano; la mala conciencia de Occidente proyectada en la obra nihilista de sus pensadores. En ese mundo corrompido, el único Dios es el dinero, y la verdad, el absurdo, el hedonismo corrupto de las clases pudientes y el resentimiento de las clases menos afortunadas.

"Dios mío, cuán difícil vivir solamente ante Dios…

vivir como han vivido los hombres,

metidos en el fondo de un pozo,

del cual nunca habían de salir y sin que

nadie pudiera saber nunca han vivido allí.

Pero se debe vivir así,

pues solamente eso vivir". Ayúdame, Señor…

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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