Venezuela invade al imperio

En un intento por despistar a George W. Bush, el Comandante
Chávez afirmó que ³Venezuela no invadirá a los Estados Unidos Š todavía². La
declaración fue hecha frente a un grupo de irreverentes que incluía a Evo
Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador y Daniel Ortega de Nicaragua.

Lamentablemente el mandatario venezolano desconoce los
procedimientos científicos que utilizan el Pentágono y la CIA para
determinar si alguien miente o habla con sinceridad. Tanto el tono de voz,
el estilo desenfadado y el intento de hacerlo parecer un chiste, le indican
a los servicios de inteligencia que la cosa va en serio.

Lo que no saben es que el asunto es peor de lo que imaginan.
Venezuela ya comenzó a invadir el territorio norteamericano y lo único que
le falta es tomar la Casa Blanca y otras posiciones estratégicas de menor
importancia.

Se trata de una guerra asimétrica, diseñada en la sala
situacional de Miraflores, donde el gobierno concibe sus barrabasadas. Para
empezar, Venezuela no está sola en esta cayapa. Aparte de los ya nombrados,
cuenta con aliados mexicanos y caribeños, amen de voluntarios latinos de
diversas pintas.

Hace poco en Arizona se dieron cuenta del asunto y decidieron
construir un muro fronterizo que impida la entrada de indocumentados. Craso
error; los inmigrantes ilegales utilizan las mismas rutas de los
narcotraficantes, negocio que mantiene boyantes a los vigilantes gringos, al
igual que a ciertos accionistas de la bolsa.

Por su parte, Chávez, con perfidia maquiavélica, colocó en la
vanguardia, como carne de cañón, a miles de venezolanos que actúan como
tontos útiles. No se trata de Arias Cárdenas y otros como él, prestos para
atrincherarse en embajadas y consulados. Me refiero a Patricia Poleo y
Orlando Urdaneta, infiltrados en las emisoras mayameras. Tercios como CAP,
Alfaro Ucero y Jaime y Blanca Lusinchi, asesores en sinvergüenzuras.

En California figura María Conchita Alonso, disfrazada de
mexicana para disimular. En la Gran Manzana Carolina Herrera controla al
sifrinaje de la alta sociedad.

Ellos y otros que no pienso delatar, ya están haciendo el
trabajo sucio.


augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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