Los pueblos latinoamericanos, han sido partícipes en las incansables luchas por alcanzar la unidad y la autodeterminación que los libertadores soñaron. Los siglos de opresión siempre han encontrado la oposición de valerosos hombres y mujeres que despiertan con la firme voluntad de cambiar su historia. Resulta muy inspirador que estas luchas que los pueblos siempre han protagonizado, sean hoy abrazadas por gobernantes que como el bolivariano que tratan de cumplir la responsabilidad histórica de retomar los ideales de libertad. Con entusiasmo. Recordamos a Hugo Chávez y sus discursos en varios países de América Latina y los Estados Unidos, entre 1999 y 2006, en su sueño por transformar el mundo, y su empeño por transformarlo. Discursos como el que ofreció en el Foro Social de Porto Alegre, en la III Cumbre de los Pueblos de 2005, en Argentina, así como su participación ante las Naciones Unidas. Hugo Chávez fue un líder latinoamericano que siempre su discurso estuvo relacionado con los fundadores de la patria grande. Hugo Chávez mantuvo sin miedo una posición antiimperialista, en razón que considera al imperialismo como negador de la Unidad Latinoamericana.
Simón Bolívar es un ejemplo de esa situación. La Doctrina Bolivariana debe servir para orientar a los Estados y sus instituciones en Latinoamérica, pues se fundamenta en la unidad, la libertad y la justicia. El Libertador se esforzó por establecer el Hispanoamericanismo, pero se impusieron el monroísmo y el panamericanismo, fragmentándose la antigua América española, en múltiples países enfrentados entre sí. En un momento histórico altamente complejo para la humanidad y cruzado por diversas crisis globales, la recuperación del proyecto emancipador bolivariano de integración y unidad de América Latina y el Caribe, a inicios de siglo, se hace prioritario, necesario e imprescindible y el gobierno boliviano tiene una alta responsabilidad de retomar un papel protagónico con iniciativas que se orienten a la acción coordinada, con los gobiernos de Argentina, Venezuela, México, Nicaragua, Cuba. Vista esta realidad, cuando pensamos darle continuidad por la construcción de la Patria grande, vemos la cruel realidad que hoy solo contamos con Argentina, Venezuela, México, Nicaragua, Cuba y algunos Países caribeños. Los creadores del cartel Lima le colocaron un dura golpe a la unidad Latinoamericana, a cambio de nada, ni para nada solo, es apoyar a la Casa Blanca y la Unión Europea, a derrotar por la vía de la violencia al gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
La estrategia del imperialismo, desde principios del siglo XIX, ha sido la de dividir a los pueblos y países de nuestra región, para mantener su dominio y hegemonía y el presente no es la excepción. Los gobiernos de la Casa Blanca siempre han jugado a la división de los pueblos, a los fines de mantener el control en los organismos multilaterales, en beneficios de sus políticas, en los años 50, 60 y 70, el gobierno estadounidense, tenía bajo control todas las dictaduras del continente Americano. La resistencia de las revoluciones cubana, nicaragüense y venezolana, en los últimos años, frente al asedio, bloqueo y amenaza brutal de Estados Unidos, es la muestra de la dignidad y la soberanía de pueblos libres y de los hombres libres. Recientemente el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha reiterado, como Donald Trump, su política agresiva e intervencionista en América Latina y el Caribe. Las autoridades del gobierno boliviano, Luis Arce y David Choquehuanca, y el líder del pueblo boliviano y dirigente del Movimiento Al Socialismo (MAS), Evo Morales, han desarrollado excelentes relaciones con los gobiernos de los cinco países citados y han recibido su respaldo, lo cual abre posibilidades de retomar el impulso tanto de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Alternativa Bolivariana de los Pueblos (ALBA).