Cuando EEUU fue "condenado" por promover la guerra contra un país

En tiempos cuando el fantasma de la guerra fría en Europa está siendo reavivado con amenazas de conflicto bélico en Ucrania, quizás pocos recuerden qué ocurría en la penúltima década del siglo XX en nuestro continente. Cómo operaron los gobiernos de EEUU en sus campañas anticomunista en América y como puso en marcha la estrategia del tráfico de drogas y de armas para enfrentar a gobiernos no adeptos a sus políticas en lo que han denominado su patio trasero.

Hay que retrotraerse unos 40 años y repasar cómo los Estados Unidos instrumentó políticas intervencionistas en algunos países centroamericanos. De esto uno de los casos más emblemáticos fue el de Nicaragua.

Los sandinistas llegaron al poder en Nicaragua en 1979, después de derrocar la dictadura de la familia Somoza quienes gobernaban al país en forma dinástica y dictatorial desde 1934, hasta que la revolución sandinista echó del poder a Anastasio Somoza Debayle, el último representante de esta familia de dictadores y corruptos gobernantes.

En el año 1981, el recién electo presidente Ronald Reagan, asumió su guerra contra el Sandinismo en Nicaragua. Aprobó a la CIA 19,5 millones de dólares para armar, asesorar y entrenar una fuerza paramilitar llamada "Contra" que reclutó a exmiembros de la Guardia Nacional del dictador Somoza para enfrentar al Frente Sandinista Liberación Nacional (FSLN), gobernante desde 1979.

La empecinada lucha de Reagan contra el comunismo lo llevó a implementar una política de financiamiento y apoyo deliberado y sostenido a una fuerza paramilitar. Esta política militarista e intervencionista quedó fehacientemente probada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 1986, al punto que al poco tiempo se desató un escándalo en los propios Estados Unidos que se conoció como el "caso Irán-Contras", debido a que quedó demostrado que Estados Unidos vendía armas de manera ilegal a Irán y con estos fondos financiaba la guerra en contra de los sandinistas en Nicaragua.

Aunque, como es natural, los Estados Unidos se negó a aceptar el fallo de la CIJ, en la que se demostró la intervención, el uso de la fuerza y el irrespeto a la soberanía de Nicaragua por parte de los Estados Unidos, argumentando que la CIJ no tenía jurisdicción sobre el caso.

Pero mucho antes de esta condena de la CIJ, el propio Congreso de los EE UU a través de la Enmienda Boland (1983), prohibió a la CIA, al Departamento de Defensa y a otras agencias gubernamentales utilizar cualquier fondo "con el propósito de derrocar al gobierno de Nicaragua o proporcionar un intercambio militar entre Nicaragua y Honduras".

Dadas las lagunas de ésta, pero sobretodo considerando el empecinamiento de Reagan de mantener el financiamiento a la "contra" en Nicaragua, en 1985 se aprueba la segunda Enmienda de Boland, en ésta el Congreso de EE UU prohibió a cualquier agencia gubernamental ofrecer apoyo militar y paramilitar a los Contra y prohibió la práctica de la administración Reagan de solicitar fondos de terceros países y donantes privados.

Poco tiempo después cuando se desató el "escandalo Irán- contras" quedaría en evidencia que la administración Reagan utilizó cuanta artimaña fue posible para cumplir su propósito de derrocar al gobierno sandinista en Nicaragua valiéndose del apoyo y financiamiento de la fuerza paramilitar que crearon para tal fin. Según investigaciones de Congreso entre 1984 y 1986 Reagan y el personal del NSC habían recaudado, de terceros países $ 34 millones para ayudar a los Contra. Esto sin incluir varios millones más recaudados de donantes privados. Hasta Arabia Saudita, donó para el financiamiento de la guerra en Nicaragua contra los sandinistas.

Después de esta década de "guerra civil" impuesta, acompañada de un "embargo comercial total" (mayo 1985) a la nación centroamericana, aunque el gobierno sandinista logra derrotar militarmente a la "contra", terminó siendo derrotado políticamente en las urnas por la coalición opositora apoyada y financiada por los Estados Unidos (1990).

Algunos analistas estiman que Estados Unidos desembolsaron, entre 1982 y 1990, más de $300 millones en la campaña de financiamiento a la "contra" en Nicaragua.

Si bien el caso de la intervención estadounidense en la Nicaragua de los 80 fue sin duda el más grotesco de todos, no fue el único caso de injerencia de la política norteamericana durante esta época.



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Carlos Luna Arvelo


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