¿Qué integración necesita Latinoamérica?

Nunca antes Latinoamérica vislumbró tanto la integración política y económica, jamás estuvo tan cerca, enmarcada en nuevas iniciativas, como son el banco del Sur, los acuerdos de El Alba, Petrocaribe en el área energética. Además varios acuerdos binacionales, entre varios países del Continente, donde se establece convenios, con una visión de intercambio equitativa, centrado sus beneficios en proyectos de corte social, en contraposición a los acuerdos de Libre Comercio, que solo buscan el beneficio del capital trasnacional.

Esta área experimenta una esperanzadora ola de cambios, de conciencia de transformación de su realidad, de unir los esfuerzos y voluntades, para enfrentar de una manera integrada, los retos de la globalización conducida por las transnacionales, que pretenden mantener el dominio de la economía mundial.

Durante décadas América Latina sufrió proyectos integracionistas bajo la égida y las normas del capitalismo internacional.

Sin embargo, debemos conocer la finalidad de varios tipos de integración, existentes en la región, durante varias décadas Latinoamérica, fue testigo de varios intentos de pactos subregionales, que supuestamente iban dirigidos, a alcanzar la añorada unión, que posibilitara el bienestar y la multiplicación de los vínculos entre pueblos y países.

La proliferación de diferentes esquemas tales como la Comunidad del Caribe (CARICOM), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad Andina de naciones (CAN), y otros acuerdos regionales e incluso la Asociación Latinoamérica de Integración (ALADI). Están aún distantes de alcanzar ese objetivo, porque esencialmente creaban acuerdos comerciales, como subsidiarias de EEUU y los países industrializados.

Es cierto que creció en la última década de manera significa el comercio intraregional, que en el año 2006 se situó 90 mil millones de dólares y que en el 2007 superaría los 100 mil millones de dólares, según declaró en La Habana el secretario general de ALADI, Didier Opertti.

Sin embargo, como señalaron no pocos en el evento y reconoció Opertti, ese intercambio comercial es pequeño aún y carente de atractivos locales, una razón más para intensificar, los afanes integracionistas, a fin de alcanzar sus plenas potencialidades.

Por otra parte, el MERCOSUR, no exento de grandes fricciones y diferencias externas, registra avances en el camino de la integración, y la posible incorporación de Venezuela podría revitalizarlo y radicalizar las proyecciones de ese pacto.

El MERCOSUR define la busca de un modelo alternativo económico.

A juicio de Carlos Alonso, presidente del Comité de Representantes de ese bloque, Latinoamérica está ante una nueva fase del momento post neoliberal, en la búsqueda de un modelo alternativo, que se aparte de los caminos reformistas, y elimine la dependencia y sumisión de décadas.

El desarrollo debe estar dirigido a la total autonomía e invulnerabilidad ante las crisis, más vinculado a una justicia distributiva de la riqueza, que sea parte del proceso de crecimiento y desarrollo económico, considera Este funcionario. Se requiere mirar Latinoamérica desde sus propias tierras y no con una visión desde la periferia. donde predominen las recetas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Por ello devienen necesidades urgentes en la nueva visión integracionista, la creación de infraestructuras, que permitan diversificar el aparato productivo y no aceptar una relación con el mundo desarrollado, que mantenga el esquema de Latinoamérica, como exportadora de materias primas e importadores de manufacturas.

El ALBA y el Banco del Sur surgen como importantes iniciativas económicas.

Poner en la mesa la integración estratégica en la agenda central de los gobiernos, de instaurar un modelo que cuente con banco financiero propio para discutir con las potencias desde otras relaciones de poder, son necesidades vitales en el momento actual.

El dilema de la integración hoy en la región no es otro que, o se mantiene la lógica mercantil, de la dependencia a los intereses transnacionales, con relaciones de explotación, o se puede opta por una alternativa estilo ALBA, que pone las riquezas de los diversos países al servicio de sus pueblos y del interés común latinoamericano.

En definitiva, como señaló el argentino Julio Gambina, profesor de la Universidad del Rosario, habrá que decidir la ecuación por el socialismo, si se quiere realmente beneficiar a los pobres y resolver los graves problemas que afectan la región.

Por ello, una nueva esperanza, no exenta de grandes retos, surge con la creación de la Alternativa Bolivariana para las América (ALBA) y el proyecto de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) como la opción a los tratados de libre comercio (TLC) con los que Estados Unidos pretende recolonizar su patrio trasero.

E-mail: diegojolivera@gmail.com



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Diego Olivera

Periodista. Director de Barómetro Internacional

 diegojolivera@gmail.com

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