Las candidaturas gringas

En los Estados Unidos la campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo noviembre está en pleno apogeo. Como se sabe, se trata de una situación inédita debido a varias circunstancias novedosas. Para empezar el presidente saliente ha roto todos los récords de impopularidad y todavía tiene ganas de meter la pata, cometiendo atropellos adicionales, como bombardear Irán o invadir Ecuador y Venezuela basado en las revelaciones de la computadora del guerrillero Raúl Reyes.

El Partido Republicano tiene el mandado hecho pues ya escogieron como candidato al senador John McCain, tan conservador y retrógrado como George W. Bush, pero aparentemente menos ignorante y quizás no tan indolente. Esto último no deja de ser riesgoso, durante su primer mandato George W. pasó más de un año en visitas a su rancho de Texas, lo que contribuyó a que no cometiera tantas barbaridades.

Los que tienen el serrucho atascado son los del Partido Demócrata, quienes deben decidir la candidatura entre un negro que actúa casi como un político blanco y una mujer que, si bien nunca ha sido tierna, cada día luce más arrecha.

Hace poco aparecieron unas declaraciones de Noam Chomsky, el famoso filólogo y crítico del sistema gringo, quien sostiene que poco importa quien sea el seleccionado por la oposición demócrata, pues los republicanos ya le tienen preparada una campaña de injurias y difamaciones.

Desde luego Barak Obama resulta más fácil de atacar ya que, a fin de cuentas, en la gran democracia estadounidense hasta los multimillonarios afrodescendientes tienen el alma blanca y juran que los negros vainosos deben desaparecer como Martin Luther King, o sea, morir antes de poner en salsa el "American way of life".

En cuanto a Hillary Clinton el asunto es más difícil pues la ex primera dama es tan reaccionaria como el candidato republicano, está a favor de la guerra en Irak y considera que Chávez es un mulato insubordinado al que hay que ponerle preparo. Es decir, entre Hillary y su marido, el ex presidente Bill Clinton, ella es el halcón guerrerista y él es la paloma, según lo averiguó Mónica Lewinsky cuando era guía en la Casa Blanca.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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