He aquí los acontecimientos en los cuales surge una nueva agresión del imperialismo contra la América Latina. Los Estados Unidos asociados con la oligarquía colombiana y a través de su gobierno títere, han creado un nuevo régimen de relaciones entre ellos, este sistema tiene por estrategia principal una serie de tratados, sobre la base de un frente único de estos dos países para la “defensa colectiva” de la “seguridad hemisférica”, la “legítima defensa”, el “ataque preventivo”, contra el comunismo, el terrorismo y el narcotráfico. Plan Patriota. No obstante, los dos son agresores con la nueva guerra “preventiva” que quieren desencadenar para destruir de arriba abajo el sistema de paz que vive nuestra América. El presidente narco-paraco Álvaro Uribe, obedeciendo ordenes de Bush y para tener las manos libres para la agresión no firma en Brasilia el documento de la Unasur, aduciendo meras disculpas de forma y nos habla de que algunos de nuestros países apoyamos y financiamos el terrorismo y protegemos el narcotráfico, cuando son ellos los verdaderos terroristas y narco-traficantes, y que el gobierno que preside es partidario del libre comercio y otras estupideces por el estilo. El verdadero problema central de esta política es la intromisión, que tanto esclarece el carácter de la guerra inminente. Así la agresión imperialista contra nuestros países tiene las manos libres y es un hecho.
Una nueva división de Latinoamérica está en marcha. Estados Unidos va hacia una agresión de proporciones inimaginables, está en marcha una época de terror contra nuestros países. Lo característico de esta agresión es que no ha llegado a ser una guerra declarada, los agresores hacen la guerra hiriendo de todas las maneras los intereses de los países agredidos, con “bombardeos preventivos”, con invasiones territoriales, amenazas de que les quitarán las ayudas económica y militar, etc., mientras estos últimos se echan para atrás y ceden, haciendo a los agresores una concesión después de otra. Así se está realizando bajo nuestra mirada, de una manera clara, un reparto de nuestra América y de sus esferas de influencia, a costa de los intereses de los países agredidos, sin ningún intento de resistencia y hasta con alguna condescendencia por parte de estos últimos. Es increíble, pero es un hecho. ¿Cómo explicar este carácter bilateral y extraño de esta nueva agresión imperialista? ¿Cómo puede ser que algunos países agredidos, que disponen de posibilidades, hayan renunciado tan fácilmente y sin resistencia a sus posiciones y a sus compromisos, para complacer a los agresores? Nuestros países al ser agredidos, son sin discusión unidos tan fuertes como los estados agresores, tanto desde el punto de vista económico y de materias primas, como pueden hacer una gran resistencia unidos, desde el punto de vista militar.
¿Como nos explicamos entonces las concesiones sistemáticas de nuestros Estados a los agresores? Se podría explicar este hecho, por ejemplo, ¿por su miedo a la Revolución Bolivariana?, que puede arrebatarles el poder a las oligarquías. Los hombres políticos burgueses saben naturalmente, que la Revolución nos esta proporcionando la victoria en varios países hermanos. Pero esto, por el momento, no es el principal motivo ni el único. El motivo principal está en que algunos países no quieren renunciar, a la política de “seguridad colectiva”, patrocinada por el gobierno de los Estados Unidos; para estos países Estados Unidos sólo existe como un “guardián de la libertad”, cuando es el peligro más inmediato. Consideramos que esta posición oportunista no sólo es errónea sino profundamente peligrosa, ya que obstaculiza la tarea de educar revolucionariamente al pueblo. ¿En qué sentido se puede calificar a Estados Unidos de “guardián de la libertad” de los mismos pueblos que explota? Por extraño que parezca, algunos de los dirigentes de Latinoamérica, declaran que la alianza de nuestros países con los Estados Unidos no contiene ningún peligro, si se considera que la burguesía imperialista norteamericana es el “guardián de nuestra libertad”
El imperialismo y su política de “no intervención”. En líneas generales, la política de no-intervención se podría sintetizar de la manera siguiente: Que cada país se defienda de los agresores como quiera y como pueda; nosotros no intervenimos y, mientras tanto, haremos negocios tanto con los agresores como con sus víctimas. Pero en realidad, la política de no-intervención significa complicidad con el agresor, en el desencadenamiento de la guerra, y. por consecuencia, con su transformación en guerra. En la política de no-intervención se hace evidente la voluntad, el deseo de no molestar a los agresores en su acción tenebrosa. No impidiendo, por ejemplo, a Colombia hacer la guerra a los países vecinos, alentándolos bajo mano, dejando que se debiliten y se desgasten recíprocamente, y después, cuando estén lo suficientemente cansados, entonces ponerse de pie, presentándose con intereses de paz. ¡Dictando a los beligerantes debilitados sus propias condiciones! ¡Elegante y muy barato! Es aún más sintomático el ruido hecho por algunos políticos y representantes de la prensa nacional e imperialista que tiene por objeto excitar el furor contra la Revolución Bolivariana, contra el Presidente Chávez, de envenenar la atmósfera y de provocar una conflagración sin motivos evidentes contra Venezuela.
Todavía más sintomático es el hecho que algunos políticos y representantes de los medios de comunicación hemisféricos habiendo perdido la paciencia en la espera de la campaña en contra de Venezuela, Ecuador y Bolivia, empiezan a rebelarse y a retroceder entre los bastidores de la política de no-intervención. Ellos dicen francamente, y ponen negro sobre blanco, que los gobiernos de los Estados Unidos y el Colombia los están desilusionando cruelmente, ya que, deben empujar presionar todavía más hacia Venezuela, Ecuador y Bolivia. Este es el verdadero aspecto de la política de no-intervención que hoy está de actualidad. Esa es la situación política del Imperialismo. Nunca como hasta ahora la política fue tan empírica, tan ciega, nunca se conformo hasta tal punto simplemente con “vivir al día”, nunca se satisfizo tan rápidamente con resultados tan efímeros. La explicación está en que los que guían los destinos de Latinoamérica, temen enfrentarse con el futuro. Parece entonces que todas las disputas y convulsiones de la política en nuestros países fue producto únicamente de la existencia azarosa de la Revolución Bolivariana, o de que no se hayan reunido a conversar cordialmente, y que el Presidente Chávez le haga concesiones al Presidente Bush y a los gobernantes colombianos. ¡En realidad, casi da miedo observar la credulidad y la pasividad de una opinión pública oposicionista que se conforma con esas banalidades azucaradas que les sirven las autoridades más autoritarias del continente, y que ellos no serán tocados con la guerra que está en marcha!
Recapitulemos, la esencia de la crisis de nuestro hemisferio está condicionada por dos circunstancias fundamentales. Primero, el imperialismo monopolista clásico del libre cambio que superó las fronteras de su ámbito nacional. El segundo factor histórico es la desigualdad del desarrollo económico, político y militar de nuestros distintos países. Por eso el pánico los lleva a hacer tantas concesiones. Pero las concesiones parciales sólo les garantizan breves respiros, sin eliminar ni debilitar la fuente fundamental de los conflictos. Se podría hablar con alguna justificación de la paz en nuestro hemisferio si las exigencias de materias primas y mercados del imperialismo quedarán satisfechos. Pero quieren llevarse nuestra riqueza regalada como sucedió en el siglo pasado, y al no ser así, de hecho, estimulan la agresión del imperialismo contra nuestros países, para ellos buscar la solución de sus contradicciones internas. Esta es la línea divisoria fundamental entre la política de la lucha revolucionaria y la política de la conciliación sin principios.
La lucha por la UNASUR es inseparable de la lucha por la independencia nacional de cada uno de los países Sudamericanos. En realidad sólo el movimiento revolucionario de las masas populares contra la oligarquía y el imperialismo, incluyendo su variante “democrática”, podrá alcanzar ese gran objetivo. Admitimos que es un camino difícil, pero no hay otro.
manueltaibo@cantv.net
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