Echados del país Patrick Duddy y José Manuel Vivanco, así como negado el salvoconducto a Nixon Moreno, la revolución se encamina, sin lugar a dudas, a terminar de una vez y para siempre con la impunidad.
No es tarea fácil acabar con ese flagelo tan dañino que ha hecho de las suyas en este país, al menos durante los últimos diez años, generando consecuencias gravísimas para su seguridad y la tranquilidad de los venezolanos, pues quienes en ese lapso intentaron destruir la institucionalidad democrática con el golpe de Estado de abril/02, produjeron luego actos vandálicos de la peor factura a nuestra primera industria (diciembre/02 a febrero/03), así como lograron el ingreso clandestino de paramilitares colombianos en mayo/05 con la finalidad de atacar a Miraflores y asesinar al presidente Chávez y organizaron, además, cientos de guarimbas en todos estos años, por allí andan muy tranquilos, como si no hubieran roto un plato, mientras que aquellos que tenían la responsabilidad de instruir los respectivos expedientes, imputarlos y llevarlos a la cárcel, resolvieron de manera cómplice hacer como el avestruz: esconder la cabeza. Para colmo, muchos de esos funcionarios irresponsables, por decir lo menos, aún permanecen en sus cargos y quizás otros, ya retirados, se deben estar hoy cuajando de la risa y disfrutando de jugosas pensiones, quizás no justificadas.
Las decisiones de echar del país al embajador gringo y al títere Vivanco, así como negar el salvo conducto a Nixon, son muy plausibles y así debemos decírselo al país como una demostración del mayor respaldo al gobierno por tan acertadas medidas.
Para nadie es un secreto las actividades desestabilizadoras del embajador Duddy con los distintos factores de la oposición y sus bien sospechosas visitas reiteradas al Zulia y encuentros con Rosales y sus secuaces de la policía regional por aquello de los planes secesionistas que siempre el imperio ha tenido en sus agendas intervencionistas para esa importantísima región del país, gran productora de petróleo.
Vivanco, por su parte, no puede igualmente esconder que trabaja para la Casa Blanca, pues de otra manera no podría entenderse que siendo él, como lo afirma, “defensor de los derechos humanos y la libertad”, no haya levantado su voz para protestar por los atropellos a los derechos humanos de los estadounidense en la era Bush: detenciones e intercepciones telefónicas, sin las respectivas órdenes judiciales; detención y atropellos a periodistas, como el caso reciente de la reputada comunicadora Amy Goodman y otros de sus colegas que la acompañaban, los cuales fueron golpeados salvajemente por la policía durante los actos de la convención republicana en Minnesota (02/09; cacheo y revisión de las laptops y equipos similares en puertos y aeropuertos, igualmente sin que medie una orden de un juez; la existencia comprobada de las llamadas cárceles secretas que mantiene el imperio en países de la Europa del Este; las torturas en Guantánamo y paremos de contar, porque haríamos interminable el recuento de políticas bien evidentes del imperio contra los derechos humanos.
Era hora que se le pusiera término a la desmedida discrecionalidad que ha venido teniendo la oposición recalcitrante para adelantar sus actuaciones en contra del gobierno, sin importarle si éstas se enmarcan o no en las normas más elementales que regulan el funcionamiento de la democracia y sus valores fundamentales. Las experiencias que tiene acumuladas en la conspiración y el vandalismo terrorista le han venido diciendo a esa oposición que esas tácticas de lucha aupadas y financiadas desde exterior, son una maravilla, pues están exentas de todo tipo de riesgos y eso es algo que no podía seguir siendo tolerado.
Pero aún queda mucho por hacer. No debemos quedarnos en sólo esas medidas que, de seguro, deben estar afectando y mucho a los enemigos del país y en especial al gobierno imperial del Señor Bush, quien tiene sus días contados en la Casa Blanca y no se perdonará jamás tener que abandonar el poder y dejar a Chávez en la presidencia.
Hay que desmontar con la mayor urgencia todos los aparatos y estructuras que, disfrazadas de Ong´s, como la Ned, la Usaid, la Freedom House y la Iaf (*), operan en Caracas y en otras ciudades del territorio nacional y que no son otra cosa que aparatos siniestros de la CIA que buscan, a base del engaño y la compra de conciencias a cambio de dólares, desestabilizar la institucionalidad del país con el único objetivo de derrocar pronto el gobierno y hasta asesinar al presidente Hugo Chávez. El intento de golpe de Estado y el magnicidio develados hace escasos días y cuya investigación ya lleva una cifra de detenidos superior a las cincuenta personas, es una evidencia contundente de que el gobierno yanqui no pierde su tiempo.
Las pruebas que comprometen la responsabilidad de esas organizaciones gringas en los planes para destruir nuestra democracia Bolivariana abundan como la hierba y una buena muestra de ellas han sido dadas a conocer en forma muy amplia por la abogada venezolana estadounidense, Eva Golinger, tanto en libros (Código Chávez , Bush contra Chávez, etc.), como en artículos y declaraciones publicados, fundamentalmente, en periódicos alternativos, tanto nacionales, como internacionales.
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(*) NED: Fundación Nacional para la Democracia; USAID Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional; la Fredom House: Fundación ultraconservadora norteamericana creada en 1945 y la IAF: Fundación Interamericana del Gobierno de EEUU