El imperio insiste en minimizar la capacidad de nuestros pueblos para construir un futuro mejor. Un concepto muy especial de democracia lo induce a señalar como improbable la posibilidad de nuestros cambios. El Presidente de EEUU, en representación de una cuarta parte de la población estadounidense, la que sufraga por o contra él, toma decisiones no sólo para esos 60 o 70 millones de ciudadanos, sino también para el resto de la humanidad que no lo vota. Es así como el imperio concibe la democracia.
A fuerza de desconcierto y miedo, crea desconfianza en el porvenir e impone una cultura donde el individualismo banaliza la realidad. Por medio de centrales de inteligencia, atenta contra cuanto derecho humano existe. Philip Agee fue perseguido por hacer esta denuncia. En su libro Diario de un agente secreto, develó como la CIA manipula y financia mafias y grupos terroristas para gestar situaciones de violencia e inestabilidad. La arrogancia con la cual el imperio minimiza nuestras capacidades no entiende que los pueblos, cuando toman conciencia, no dan marcha atrás.
Una red parcializada de instituciones internacionales (jurídicas y económicas) nos vigila interesadamente. Con un doble lenguaje intentan lograr mecanismos para controlar nuestros procesos de decisión.
La oligocracia internacional, sin asimetrías, agrede "institucionalmente" los derechos a nuestra autodeterminación y a nuestra integración.
El viejo terrorismo de Estado que se desató contra Vietnam, Laos y Camboya se inyecta hoy contra Venezuela, Bolivia y Ecuador. Es eso lo que está ocurriendo con los prefectos "autonomistas" y con la alcaldía de Guayaquil.
Aún cuando ya no somos una "desdichada raza de nativos" EEUU planifica masacres como las de Pando y pretende dividir nuestros territorios.
El país que inició "la posguerra fría", invadiendo a Panamá, entrena militarmente a sus agentes y socios para violentar los derechos humanos de quienes luchan por la soberanía de sus pueblos. Para el imperio, siempre está bien destruir una región sin importarle cuáles sean las consecuencias. Lo que ocurrió en Colombia con el magnicidio de Gaitán los tiene sin cuidado.
Ex Fiscal General de la República
