"Tengo la impresión de que para ser secretario del Tesoro, presidente del FED o cualquier cargo similar, hay que dejar en la inopia alguna corporación y cobrar triple indemnización."
La moraleja, si acaso los banqueros tienen algo que se parezca a la moral, es que resulta más práctico, fácil y sin riesgos robar un banco desde adentro que atracarlo con pistolas y equipos de acetileno para cortar cajas fuertes.
Pero, además, si usted quiere herir de muerte al capitalismo imperial, la quiebra o desplome del New York Stock Exchange o bolsa neoyorquina es significativamente más mortífera y peligrosa para el gobierno de Estados Unidos que la demolición de las torres gemelas del World Trade Center y un sector del Pentágono, ocurridas el 11 de septiembre de 2001.
En aquel caso se trataba de destruir la infraestructura exterior del sistema, sin hacer mella en el ejercicio del capitalismo salvaje y el libre mercado. Antes por el contrario, el acto irracional constituyó la excusa perfecta para declarar una guerra difusa y sin reglas contra el terrorismo. Dicha guerra demostró el estupendo negocio que constituye un conflicto armado para el complejo militarindustrial. No tan sólo produce ganancias, también es una forma de asegurarse los votos de los superpatriotas, unos tercios que pertenecen a la National Rifle Association y agrupan en su seno a centenares de miles de trogloditas que ven terroristas hasta en la sopa.
Lo paradójico, sin embargo, es que el gobierno de George W.
Bush no tiene excusas para enemistarse con los autores de las quiebras y desfalcos financieros, entre otras cosas porque la mayoría de esos caballeros son altos funcionarios de la actual administración, adonde han ido a parar tras provocar una que otra catástrofe en el sector privado de la economía.
Tengo la impresión de que para ser secretario del Tesoro, presidente del FED o cualquier cargo similar, hay que dejar en la inopia alguna corporación y cobrar triple indemnización.
Entonces Bush, que conoce a sus congéneres, lo contratará sin pedirle credenciales o recomendaciones de trabajo.
Todo indica que los bancos surgirán tras esta debacle con los mismos accionistas y ejecutivos. Si en el futuro las cosas cambiaran, los podrían acusar de terrorismo y recluirlos en una cárcel clandestina o enviarlos de incógnito a Guantánamo Bay.
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