La humanidad – o por lo menos parte de la que mantiene su humanidad – asiste aterrada, horrorizada e indignada, a una masacre más del Ejército israelí. Y se pregunta: ¿Cómo es posible que un pueblo – el más humillado y ofendido del mundo contemporáneo – pueda ser víctima de todo eso, mientras los gobiernos y las instituciones que supuestamente deberían cuidar de la paz en el mundo confabulan y no hacen nada concreto para terminar con esa carnicería – como la llamó Lula?
Las condiciones para que eso suceda – y es bueno conocerlas, para tratar de evitar que vuelvan a ocurrir – están, en primer lugar, en la emergencia de un mundo unipolar bajo la hegemonía imperial norteamericana, sin los límites impuestos por la bipolaridad del período histórico anterior. Israel se beneficia de la condición de aliado estratégico privilegiado de la potencia imperial estadounidense, que le ha proporcionado la mayor ayuda militar de los Estados Unidos en el mundo y la impunidad en sus sistemáticas agresiones al pueblo palestino.
Pero solo esta condición no sería suficiente para que ocurriesen masacres. Si tomamos América Latina, por ejemplo, como caso opuesto, los Estados Unidos no pudieron – de forma directa o interpuesta, por su aliado estratégico en el área, Colombia – atacar Venezuela, Bolivia o Ecuador. Cuando se dio el episodio de la agresión colombiana en territorio ecuatoriano, la región reaccionó unida, aislando al gobierno de Uribe y encontrando por sí sola, en reuniones promovidas por la Unasur, acuerdos que permitieron encontrar soluciones positivas a la crisis, sin la interferencia de los Estados Unidos y visiblemente contra los intereses de éste. Colombia quedó aislada, mientras que Ecuador recibió el apoyo generalizado de los otros gobiernos de la región.
De la misma forma sucedió con los intentos golpistas de la oposición al gobierno de Evo Morales, una vez más la Unasur consiguió reunir a los gobiernos de la región para denunciar la masacre de Pando y condenar los métodos utilizados por las fuerzas opositoras, aislándolas y fortaleciendo el apoyo unido externo al gobierno boliviano.
Al contrario, cuando las condiciones fueron opuestas, se generaron las posibilidades de las masacres – de que Gaza es apenas una más de ellas. Los Estados Unidos pudieron promover sus "guerras humanitarias" en lugares como Bosnia, Afganistán, Irak. Lo que estos gobiernos tuvieron en común fue que quedaron aislados, mientras que el bloque imperialista consiguió reunir un amplio apoyo de fuerzas unificadas, para atacarlos. Los gobiernos de Milosevic, de Sadam Hussein, de los talibanes, fueron aislados, mediante una sistemática campaña de la prensa internacional que los demonizaron y explotaron las contradicciones dentro del campo de cada uno – como aquello entre sunitas y xiitas, que hicieron, por ejemplo, que Irán estuviese a favor de la caída del régimen iraquí. Dadas esas condiciones políticas – unidad del campo imperialista y división y aislamiento de los gobiernos atacados -, las posibilidades para una masacre estaban dadas.
De alguna forma, esto sucedió en Palestina. Los palestinos se dividieron – no por sí mismos, sino por una división inducida por las potencias occidentales, que no reconocieron la legítima y arrasadora victoria de Hamas en las elecciones parlamentarias palestinas, y forzando a Al Fatah a que constituyese un gobierno propio, prometiéndole el reconocimiento externo. El bloqueo criminal de Gaza – puesto en práctica por la conspiración entre los gobiernos de Israel y de Egipto, con el beneplácito de las potencias occidentales – aisló a los palestinos, ya debilitados por la división, habiendo sido Hamas criminalizado por los Estados Unidos, catalogado como organización "terrorista", lo que supuestamente autorizaría los ataques sistemáticos de Israel.
Al mismo tiempo, Israel y los Estados Unidos se unificaron ampliamente en el ataque contra Hamas, contando con el apoyo generalizado de Europa y de Japón, mientras que los palestinos estaban divididos y aislados. Estas fueron las condiciones que hicieron posible la masacre actual. Condiciones que comienzan a ser revertidas por las extraordinarias expresiones de solidaridad a nivel mundial, que aumentan y se extienden a medida que los ataques se prolongan y las denuncias de las barbaridades cometidas por Israel se difunden cada vez más.
No obstante, los elementos de mayor debilidad de los palestinos se mantienen – su división interna y la inexistencia de expresivos movimientos pacifistas en los Estados Unidos y en Israel, que puedan ser interlocutores para negociaciones políticas de los palestinos.
De ahí la necesidad de valorar aún más aquellos procesos como los de la integración latinoamericana, que han impedido que los Estados Unidos puedan aislar y atacar a los gobiernos que más directamente se han opuesto a sus políticas. Se entiende que la derecha intente sabotear las alianzas entre gobiernos progresistas de América Latina, pero son irresponsables y hasta inclusive criminales los intentos dentro de la propia izquierda – de sectores sectarios dentro de la izquierda - de incentivar y tratar de multiplicar las diferencias en el campo popular. Cuando gobiernos como los de João Goulart, de Salvador Allende y tantos otros más, quedaron aislados en el plano internacional y divididos internamente, facilitaron los golpes que los derribaron e impusieron a toda la izquierda derrotas brutales.
La unidad interna de las fuerzas populares, las alianzas unitarias externas de todas las fuerzas progresistas – son el mejor antídoto para que las nuevas masacres y derrotas de la izquierda no sucedan.
Traducción Insurrectasypunto
Texto original en portugués: www.cartamaior.com.br
Texto en español: www.insurrectasypunto.org