Cada día los estadounidenses y quienes residen en ese país entienden
menos lo que ocurre en los altos niveles gubernamentales del imperio.
Los venezolanos, por ejemplo, disponemos de amplia información sobre
lo que hacen o dejan de hacer nuestros gobernantes. La prensa,
oficialista u opositora, es crítica y demoledora en sus denuncias y
revelaciones. Dirigentes políticos, altos funcionarios, intelectuales
y economistas de uno u otro bando declaran a diario y los ciudadanos
sacan conclusiones según su leal saber y entender.
Tal parece que en Estados Unidos abundan noticias sobre asuntos
irrelevantes y cuando los críticos del sistema hacen revelaciones
comprometedoras éstas son apabulladas por avalanchas desinformativas.
Acabo de leer una entrevista a Gore Vidal, un gurú de la política y
la literatura estadounidense, con predicciones macabras que,
seguramente, no llegarán al conocimiento del gran público consumidor
de noticias en ese país. Lo mismo pasa cuando hablan el filósofo y
politólogo Noam Chomsky o el periodista laureado Bob Woodward, cuyos
libros, repletos de data escalofriante, son mejor apreciados en el
resto de mundo, mientras los cogollos del poder en Washington, Nueva
York o Los Ángeles intentan ignorarlos.
El complejo industrial militar pretende ahora asumir el control de
Internet e imponer su censura corporativa en la gran red que une a la
población pensante del mundo. Tal vez otros gobiernos logren impedir
tal barbaridad que acabaría con el único medio donde se contrastan
opiniones de todos los calibres.
Dicen que el Premio Nobel para Obama fue una compensación por haberle
negado la sede olímpica a Chicago en el 2016. De ser así salió barato,
pues la publicidad a favor del modo de vida norteamericano habría
idiotizado a millones de personas.
Mientras tanto los soldados gringos siguen invadiendo Afganistán en
proporciones crecientes, donde, según Gore Vidal, sufrirán un colapso
militar. Lástima que deba ser así para que los menos inconscientes
abran los ojos.
augusther@cantv.net