Decir en pleno siglo XXI que el terremoto de Haití “es castigo de Dios”, sólo cabe en la mente desquiciada del pastor evangélico Patterson. Tal vez el argentinismo “atorrante” sea un adjetivo apropiado para calificar a este puritano presbiteriano que en oportunidad anterior ordenó “asesinar al presidente Chávez”.
La creencia se sustenta en la ignorancia. La creencia siempre ha enfrentado a la ciencia. La ha perseguido, encarcelado, torturado y la ha llevado a la hoguera. Dos mil años de dominio de la creencia (cristianismo, judaísmo, islamismo, etc.), ha sido una historia de horror, donde el hombre no practica la virtud por convicción, sino, por temor, por el castigo de un Dios iracundo. ¿Qué clase de virtud puede ser la que se sustenta en el temor, en el premio o castigo? La virtud no es un bien, es un deber.
Que en pleno siglo XXI el hombre continúe atado a la creencia, es una incongruencia de marca mayor. Y que el pastor de una religión utilice tan manido argumento para pretender explicar el trágico suceso telúrico de Haití, es condenable por ignominioso y por el carácter ¡infamante! que le atribuye. ¿De qué ha servido el trabajo extraordinario de la Ciencia para explicar el movimiento de las placas teutónicas, causa más frecuente de los terremotos?. Tanto esfuerzo científico para que un atorrante y puritano, como el pastor Patterson, venga a decir a estas alturas del conocimiento humano ¿que el hombre sigue atado a la fatalidad y designios de los dioses? A la naturaleza no la rige el bien o el mal, todo ocurre por necesidad. Necesidad y casualidad rigen los fenómenos naturales. La dialéctica de la necesidad y de la casualidad consiste en que se transforman la una en la otra y en un instante se juntan y desatan un fenómeno telúrico, como el violento terremoto ocurrido en el Valle del Mocotíes, -por causa de la “falla de Boconó” - que ocasionó el “Cataclismo de El Volcán” - donde un cerro “voló por los aires” (Fray Pedro Simón), y taponó el valle, dando lugar a la formación de un gran lago que seis meses después reventó y partió en dos ”La Galera”, meseta de origen glacial. (En este 2 de febrero se cumplen 400 años de tan fantástico hecho natural). A este fenómeno telúrico el maniqueísmo de la creencia le atribuyó, “castigo de Dios”, para el “malvado” individuo que habitaba en el lugar. ¡Qué desperdicio mítico!
¿Y qué se dijo del terremoto del 26 de marzo de 1812 que sacudió a Caracas y ciudades del interior y los Patterson de esa época, igual que el actual, atribuyeron el fenómeno natural a “castigo de Dios”, por haber declarado Venezuela la independencia de España.? Fenómeno natural que hizo exclamar a Bolívar, ante la intemperancia de los frailes católicos, “Si Dios se opone, lucharemos contra él y haremos que nos obedezca”, frase muy propia de un jacobino, liberal y anticlerical como Bolívar que, según Perú de La Croix, calificó a los curas de “idólatras y farsantes” (Diario de Bucaramanga).
¿Cómo puede la creencia inventada por el hombre prehistórico perdurar en la conciencia del hombre del siglo XXI? La creencia está unida a la barbarie en sus dos vertientes: Una, como primitivismo que pertenece al primer estado de las cosas . Y otra, como expresión de crueldad o sadismo en todas las civilizaciones y que Voltaire sintetizó en la frase, “La civilización no suprime la barbarie, la perfecciona.” Bush, Obama y Patterson son expresión de la barbarie: invasión de Iraq y ahora de Haití.
leonmoraria@cantv.net
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