“Estamos ante una manifestación del contraataque
imperial sobre América Latina y El Caribe. Una triangulación
fatal se gesta entre Colombia, Honduras y la ocupada Haití.
Tres versiones de la nueva estrategia de intervención yanqui en suelo nuestro americano” (¡Contraataque Bolivariano! Las líneas de Chávez – 24-01-2010)
El contraataque se inició con el golpe de Estado en Honduras, continuó con el acuerdo para la instalación de cinco nuevas bases militares estadounidenses en Colombia y con el relanzamiento del régimen narco-para-terrorista de Uribe como factor de agresión regional, perdió grandes puntos en Bolivia y en Uruguay con los nuevos avances de Evo y la victoria de José Mújica, retomó nuevos aires políticos con el triunfo electoral de la extrema derecha chilena y salió aparentemente airoso al lograr una cierta consolidación y una pretendida “legalización” de la continuidad golpista hondureña con la imposición electoral de Porfirio Lobo. Previamente logró la implantación del régimen derechista de Panamá y más tarde ese hecho sirvió a la reactivación del proyecto de reinstalación de bases militares norteamericanas en ese país.
A esto hay que agregarle la aceleración de los trajines golpistas en Paraguay, la reciente y funesta ampliación en grande de la ocupación militar de Haití y los previos avances de la derecha conservadora en Argentina camino a recuperar el Poder Ejecutivo.
Hay que sumarle también el agresivo plan de penetración del para-militarismo y de comandos asesinos colombianos en Venezuela, con vista a crear una especie de “contra” armada con base logística en Colombia.
Hay que anotar otra vertiente negativa: el re-posicionamiento del presidente dominicano Leonel Fernández en favor de la continuidad golpista en Honduras, el afianzamiento de las posiciones moderadas del gobierno de Lula y de sus entendimientos fundamentales con EEUU y el giro a posiciones en cierta medida conservadoras del Presidente Mauricio Funes -no así del FMLN- en El Salvador.
El uso de la horripilante tragedia haitiana –inducida o no, accidental o premeditada (controversia sobre “proyecto HAARP” y las “bombas terremotos”, dominio pleno o no de esa técnica por EEUU, realización o no del “ensayo fallido” contra Irán- para re-desplegar e incrementar en grande la soldadesca gringa en Haití, se traduce objetivamente en un reforzamiento de su retaguardia militar estratégica en el Caribe, precisamente en la proximidad de Cuba, tocando prácticamente el territorio dominicano y ampliando su cadena de bases y tropas imperiales en esta sub-región.
* Razón y efectos del contraataque
Ciertamente -como afirma el comandante Chávez- Colombia, Honduras y Haití representan “un triangulo fatal” que procura, con la fuerte tutela estadounidense, favorecer aun más el re-despliegue militar y la contraofensiva política de ese “imperialismo decadente y pentagonizado”, preso de su propia dinámica guerrerista.
Nuestra América, entre avances y retrocesos, victorias y reveses, tiende a írsele de las manos a sus verdugos y por eso sus esfuerzos desesperados por contraatacar de la peor manera y, sobre todo, desde su gran poderío militar y mediático, vertientes éstas donde su enorme superioridad no está en discusión.
EL contraataque ha hecho recular mas aun a los timoratos que actúan a nombre de las izquierdas, lo que generalmente termina fortaleciendo a las derechas. EL ejemplo de la Bachelet en Chile es más aleccionador.
* Trasfondo popular, avances y retrocesos
Pero por suerte en la base de esta oleada de cambios revolucionarios y progresistas están los pueblos cada vez mas radicalizados, aunque con serios déficit de organización, acumulación militar y fuerzas conductoras.
Pueblos que no quieren seguir viviendo como se lo impone el dominio de una clase dominante-gobernante corrompida, corruptora y deshumanizada al extremo y de un imperialismo implacable.
Y esto explica el porqué mientras se ejecuta el contra-ataque imperialista se registran también resistencia ejemplares capaces de crear sujetos sociales politizados que conforman contrapoder y preludian alternativas, como es el caso del Frente de la Resistencia Hondureña, cuidadosamente ocultado por la dictadura mediática internacional; y tienen lugar otros avances políticos a contracorriente de los opresores.
En Colombia no vale anunciar la “muerte” o el “debilitamiento extremo” de las FARC, la insurgencia armada y la resistencia civil. Ellas resucitan y vuelven a desatar la ira de un uribismo inmerso en una letrina de sangre putrefacta, drogas purulentas y guerra sucia; todo este con la nueva bendición de Obama.
Hay que confiar en el prudentemente administrado poderío del FMLN, impidiendo retrocesos mayores y apuntando hacia previsibles avances futuros; porque pese a las debilidades político-ideológicas del “gobierno de transición”, es una realidad que la derecha “arenera-escuadronera” de El salvador está a la defensiva, retrocediendo y en franca declinación política mientras los/as revolucionarios avanzan en el control de territorios y en influencia de masas.
El mapa político de las derechas continentales se ha ampliado con el endurecimiento de la política estadounidense en plena “era de Obama”, quien ha adoptado el camino de los farsantes y ha facilitado el contraataque y los consensos del imperio con las derechas y el centro político.
Pero el mapa de la izquierda, del Alba y más allá, sigue siendo fuerte. Y más fuerte aun son los movimientos de base que lo sustentan, que se recrean y se desarrollan abierta o soterradamente.
Habrá que ver las contrapartidas que podrán gestarse en Chile, Argentina, México, Perú, Panamá….en medio de la polarización cruda entre la extrema derecha y los pueblos empobrecidos que anhelan otro mundo posible, justo y solidario.
* Por un nuevo impulso a la oleada
El contraataque imperialista precisa ser enfrentado con un nuevo impulso a la oleada redentora, a la pujante alborada continental del siglo XXI, aparentemente en retroceso circunstancial.
Al propósito de relanzamiento de la ofensiva desde los pueblos le convendría la profundización de las transformaciones en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Nicaragua y El Salvador.
La superación del estancamiento del modelo estatista en Cuba y su avance hacia un socialismo participativo e integral sería muy beneficiosa.
La radicalización de los Estados del Alba en su relación solidaria con los movimientos sociales y las fuerzas revolucionarias y progresistas que actúan fuera de los gobiernos establecidos, ayudaría enormemente a ese objetivo imperioso.
Convendría mucho volcar solidaridad unificada y convergente en los “puntos calientes”, en los “eslabones en crisis”, contra esos “engendros oligárquicos-imperialistas” y la referida “triangulación fatal”.
Esto en el caso hondureño exige emprender una gran campaña por el reconocimiento internacional de la resistencia como “fuerza beligerante” y el respaldo militante al Frente anti-golpe y al anhelo de cambio vía proceso constituyente que ha representado el depuesto presidente Mel Zelaya.
Igual se precisa en el caso colombiano hacer lo mismo respecto a la insurgencia armada y a la oposición alternativa para aislar y derrotar, combinando todas las formas de lucha y todas las energías transformadoras, el régimen de Uribe y su política de guerra.
También se requiere emprender una gran movilización para que Haití sea desocupada militarmente y auxiliada fundamentalmente con médicos, constructoras, inversiones productivas, asesores, recursos, alimentos, medicinas y esfuerzos de autodeterminación y autoorganización.
Y no debe faltar la defensa militante de la revolución bolivariana de Venezuela y de los avanzados procesos transformadores de Bolivia y Ecuador hostilizados por la funesta alianza colombo-venezolana. Tampoco obviar la permanente solidaridad con Cuba, actualmente bloqueada y siempre amenazada por la agresiva estrategia militar de EEUU.
Convendría al mismo tiempo desplegar los esfuerzos del crecimiento y mayor unificación de las fuerzas sociales y políticas transformadoras en cada uno de nuestros países, con la debida independencia frente a los Estados y los gobiernos vigentes. Y, sobre todo, convendría la continentalización de ese crecimiento, de esa unidad y de esas fuerzas contestatarias y transformadoras… hasta conformar un gran movimiento que articule la diversidad revolucionaria latino-caribeña y eleve su réplica transformadora…hasta lograr una Internacional Revolucionaria de nuevo tipo.
Esto último, asumido como proceso ascendente, es clave para lograr ese necesario re-impulso de la oleada, para retomar nuevos aires, para lanzar ofensivas cada vez más potentes y coordinadas contra el contraataque gringo.
El poder de pasos como éstos está prefigurado en forma inicial en el impacto que ya ha tenido la reciente constitución y lanzamiento del Movimiento Continental Bolivariano (MCB) a partir de la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB).
Todavía pendiente ese esfuerzo de un mayor desarrollo y de nuevos y consistentes avances aun pendientes, ya ha despertado la ira del imperio y del régimen de Uribe que gustan enfrentar fuerzas divididas, estancadas, dispersas y poco beligerantes.
Le temen a la unidad en movimiento, en lucha, en despliegue de fuerzas y en crecimiento.
Temen a ese bolivarianismo activo, no condicionado por relaciones de Estados y prácticas diplomáticas necesarias en otras esferas. A las nuevas creaciones inspiradas en Bolívar, Martí y Petión. A la resurrección en las luchas de los próceres de la primera independencia y de los revolucionarios como Mariátegui y el Che Guevara, que pensaron y actuaron en términos continentales. A los espíritu antiimperialistas y la rebeldía revolucionaria de Zapata, Farabundo, Sandino, Marulanda y Caamaño. Temen, en fin, a la espada de Bolívar en nuevas manos.
Porque ciertamente saben que la única manera de derrotar su contraataque y hacerlos morder el polvo de la derrota es reforzando nuestra ofensiva unitaria desde abajo y sumándole el apoyo de todo lo acumulado, inspirados/as en la firme determinación de hacer realidad los sueños emancipadores de tantos años.
narcisoisaconde@gmail.com