Soy reconocidamente ignaro en cuestiones ideológicas. En mi profunda ignorancia todavía no he logrado entender cómo es que expropiar los galpones de la Polar en Barquisimeto constituye una medida conveniente para la revolución socialista.
Reconozco, desde luego, que la Polar es un ícono del capitalismo criollo, aunque no creo que lo sea más que la Chevron u otros nuevos socios o copropietarios de la faja petrolífera del Orinoco acogidos por nuestro gobierno.
Yo pensaba, por ejemplo, que para avanzar hacia el socialismo sería esencial impedir que Globovisión siga alentando conspiraciones, aplicándole la misma Ley de Telecomunicaciones que durante la cuarta república se habría empleado para sacar del aire a cualquier canal golpista. Mucho menos entiendo por cuál razón se le podría otorgar una nueva concesión a RCTV para volver a transmitir, sea como productor independiente o con cualquier otra excusa, y cuando me comunican que son dos los canales que ahora va a gerenciar Marcel Granier en la “parrilla” de las empresas de TV por cable entonces mi confusión se desborda.
Cada domingo leo y releo a Luís Britto García proclamando la absurdidad de someter la República a la jurisdicción extranjera o al arbitraje internacional en caso de divergencias contractuales que corresponden exclusivamente a tribunales venezolanos; pero Luis Britto predica en el desierto sin que en las alturas judiciales se oiga siquiera un leve rumor de apoyo a sus justos planteamientos, que nadie podría considerar neoliberales o divergentes del modelo que propugna Chávez. Es más, podemos afirmar que sin la fórmula que propone Britto no es viable la existencia de un estado socialista soberano y dueño de sus recursos estratégicos.
Definitivamente no entiendo cómo, tras el reciente intercambio de epítetos entre los presidentes Chávez y Uribe, ahora Venezuela, según parece, dejará sin efecto el cierre de la frontera con Colombia, cuando recién comienza una campaña electoral que les permitirá a los políticos opositores en el vecino país enrostrarle a los uribistas la nefasta realidad de las bases militares gringas y su rechazo de parte de los patriotas suramericanos.
Por lo visto ya el canciller colombiano tiene lista la agenda para que nuestro presidente se reconcilie con un mandatario que mantiene una conducta taimada y perversa frente a nuestro gobierno y la seguirá manteniendo durante el poco tiempo que le quede para echarnos vainas.
Como advertí al principio estoy un pelo confundido, pero no me paren pelota porque yo vivo en otra nebulosa.
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