26 jun. 2011 - El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afronta a partir de mañana lunes una intensa semana de negociaciones por la deuda pública del país después de que esta semana se estancaran las conversaciones entre los dos grandes partidos.
Obama se reúne el lunes con su correligionario demócrata y líder la mayoría en el senado Harry Reid, y posteriormente con el republicano y líder de la minoría en el Senado Mitch McConnell, según anunció su portavoz.
Con todo, el verdadero desafío para el presidente está en la Cámara de Representantes, que está controlada por la oposición republicana y que ya se ha posicionado en contra de aumentar el techo de gastos después de que en mayo se alcazase ese límite de 14.300 miles de millones de dólares.
Como el Congreso estará de receso estival gran parte del mes de julio, la Casa Blanca se ha marcado como fecha el 1 de julio para lograr un acuerdo marco.
El vicepresidente Joe Biden ha estado mediando en las conversaciones entre los dos grandes partidos que el jueves colapsaron cuando el líder la mayoría en la Cámara, Eric Cantor, se retiró debido a un “impasse” por el tema de los aumentos de impuestos.
Obama y los demócratas abogan por hacer recortes en el gobierno pero también quieren poner fin a los reducciones de impuestos de la era Bush, que beneficia a las rentas particulares más altas. Los republicanos quieren que se apliquen recortes más profundos en los programas de ayuda social como la asistencia médica para la gente sin recursos o los ancianos y se han mostrado a favor de bloquear cualquier intento de elevar los impuestos o desmantelar las reducciones de impuestos.
El portavoz de la Casa Blanca Jay Carney dijo el viernes que el presidente “no puede pedir a la clase media y los mayores que lleven todo el peso de la reducción del déficit y que se sacrifiquen mientras los millonarios, multimillonarios y los que tengan intereses especiales se libran”.
Si republicanos y demócratas no llegan a un acuerdo, en el horizonte se perfila una suspensión de pagos sin precedentes. Desde abril, dos de las empresas privadas de rating estadounidenses, Moody’s Investors y Standard & Poor’s, han amenazado con bajar la calificación de la capacidad de endeudamiento del gobierno estadounidenses a menos que resuelva sus crisis por el déficit.