Una vez que el trabajador ha sufrido la explotación del fabricante y ha recibido su salario en metálico, se convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: el casero, el pulpero, el prestamista, etc.
Generalmente, las colisiones en la vieja sociedad favorecen de diversas maneras el proceso de desarrollo del pueblo trabajador. La burguesía vive en lucha permanente: al principio, contra la aristocracia; después, contra aquellas fracciones de la misma burguesía cuyos intereses están en desacuerdo con los progresos del pueblo trabajador, y siempre, en fin, contra la burguesía de todos los demás países. En todas estas luchas se ve forzada a apelar al pueblo trabajador, a reclamar su ayuda y a arrastrarle así al movimiento político. De tal manera la burguesía proporciona a los pueblos los elementos de su propia educación política.
El precio del trabajo, como el de toda mercancía, es igual a su coste de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajan los salarios. Más aún, la cantidad de trabajo se acrecienta con el desenvolvimiento del maquinismo y de la subdivisión del trabajo, bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del rendimiento de trabajo exigido en un tiempo dado ola aceleración del movimiento de las máquinas, etc.
En los períodos en que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el proceso de disolución de la clase dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carácter tan violento, tan agudo, que una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase que lleva en sí el porvenir. Por tanto, lo mismo que en otro tiempo una parte de la aristocracia se pasó a la burguesía, en nuestros días una parte de la burguesía se pasa al pueblo trabajador, precisamente esa parte de los ideólogos burgueses que se han elevado hasta la compresión teórica del conjunto del movimiento histórico.
El trabajo asalariado, el trabajo del obrero, crea propiedad para el obrero. Crea el capital, es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir más trabajo asalariado a fin de explotarle de nuevo.
Ser capitalista significas no sólo que se ocupa una posición personal en la producción, sino una posición social. El capital es un producto colectivo; no poder ser puesto en movimiento sino por el esfuerzo conjunto de muchos miembros de la sociedad y, en último término, sólo por el esfuerzo conjunto de todos los miembros de la sociedad.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!