Nelson Bocaranda representa esa porción de la humanidad que, desde que tengo uso de razón, he aborrecido y gracias a cuyo contraejemplo me decidí a militar en la izquierda. No me hieren, ni me molestan en lo absoluto sus insultos. Por el contrario, me han permitido constatar en los hechos ese lugar común según el cual lo que habría de preocuparme sería que el sifrinazgo que él personifica hablara bien de mi.
Por haber nacido en un hogar profunda y auténticamente católico, a pesar de ser yo un agnóstico militante, me considero un ser humano constituído sobre una sólida base de valores, que absolutamente en todo me diferencian de la vacuidad, la frivolidad y el cinismo de este personaje, que vive de ejercer la misma actividad que cualquier otra vieja sesentona, la chismografía, solo que en su caso la cosa es más despreciable, pues lo hace por encargo remunerado.
Por esta sencilla razón, Bocaranda ha emprendido contra mi una campaña de intimidación predestinada al más estrepitoso fracaso. No obstante, ha tenido el desatino de injuriarme y acusarme de cosas cuya falsedad es fácilmente comprobable, y de eso sí tendrá que rendir cuentas.
El móvil para la campaña ha sido mi responsabilidad al frente del Pabellón de Venezuela en Expo Shanghai, acerca de lo cual este tipo ha dicho cualquier sarta de barbaridades.
No voy a entrar aquí en detalles para refutar cada una de sus mentiras. Este tema ya está en manos de abogados que se encargarán de taparle la boca. Solo comentaré, para ilustrar lo grueso y burdo de su campaña, que el presupuesto TOTAL para la participación de Venezuela en Expo Shanghai 2010 no se acerca ni de lejos a la cifra de 40 millones de euros (una locura) lanzada alegremente por él y por Patricia Poleo, que no se ha “perdido” ningún recurso, y que el tema de no organizar un “día nacional” de Venezuela en la Expo fue una decisión absolutamente operativa, sin relación alguna con consideraciones de tipo presupuestario. Por otra parte, la participación de Dudamel y la Orquesta Juvenil en la Expo fue una idea, como cualquier otra, que tuvimos cuando nos encargamos del proyecto, pero que en el camino descartamos por múltiples razones. Valga decir que nunca hubo un apartado presupuestario específico para esta costosa actividad.
Bocaranda cometió también el error de meterse con mi esposa, suponiendo que se está metiendo con una frágil ama de casa fácilmente intimidable. Mi esposa viene de una estirpe de revolucionarios que se ha enfrentado a lo peor que la derecha mundial ha vomitado sobre esta pobre tierra. Hija de exiliados de una sombría dictadura militar, fue perseguida desde la edad de 14 años por el aparato represor puntofijista. Su hermano mayor, siendo un joven estudiante de la Universidad Simón Bolívar, fue vilmente asesinado mientras los esbirros policiales de Carlos Andrés Pérez lo tenían en cautiverio. Lo fusilaron, así de sencillo. Su memoria engrandece al movimiento estudiantil auténtico que se enfrentó a un régimen que le disparaba con armas de fuego a los muchachos todos los jueves, como si se tratara de una diversión. Nada que ver con los sifrinos imbéciles éstos de las manitas blancas que protestan por Twitter desde Miami. Mi esposa era apenas mayor de edad cuando tuvo que irse del país por un año para escapar a la intimidación de la DISIP. Ella no lanza acusaciones cobardes desde un periódico, ni milita políticamente con un pitico y un koala como las viejas ridículas del este de Caracas. Ella combatió, en el sentido más literal, por la democracia que hoy tenemos. No sabes con quién te metiste Bocaranda.
Comentaré también que esta campaña se vio facilitada por una reacción incomprensible de la Embajadora venezolana en China. Para mi, cualquier señalamiento de Patricia Poleo o Nelson Bocaranda está, por definición, sujeto a caución. Al parecer para ella no. Sus razones tendrá para haber reaccionado como lo hizo y ya le llegará el momento de explicarlas. Señalo, simplemente por memoria, que nunca tuve nada en contra de esa señora.
Aprovecho finalmente esta ocasión para responder de manera genérica a algunos de los tweets más histéricos que me llegaron de la banda de hipnotizados que siguen a Bocaranda, después de que éste se dedicara a “retweetear” aquellas de mis opiniones que al parecer le causaban mayor piquiña en la entrepierna.
Sobre Vargas Llosa
Mi tweet se refería a que esa vieja canalla reaccionaria optó VOLUNTARIAMENTE por adquirir la nacionalidad española. Al parecer muchos de los seguidores de Bocaranda ignoran este hecho, pues me tildaban a mi de bruto pretendiendo informarme lo obvio, es decir que Vargas Llosa nació en Perú. Por supuesto que no estoy en contra de la doble nacionalidad, como lo sugiere otra loca por ahí. Simplemente, desde mi punto de vista (y ojo, yo viví más de una década en París), para un latinoamericano no hay otra Patria que la de nacimiento, o la Patria Grande. Y punto. Es un bochorno tomar otra nacionalidad por mera conveniencia, y menos aún la de la antigua potencia colonial. En Vargas Llosa, un colonizado mental, tomar la nacionalidad española es algo natural, pero eso es precisamente lo que nos diferencia a la derecha y a la izquierda.
Tranquilícense pues los hijos de españoles, italianos, portugueses o mongoles que por razones familiares son portadores de doble nacionalidad, que la cosa no era contra ustedes.
Del iPad y del capitalismo
Admito que me reí mucho con las barrabasadas que me escribieron a este respecto. La derecha debería saber que es una estupidez calificar a un objeto, digamos un iPad, un carro o un par de zapatos, de “capitalista”.
De capitalista se puede tildar a quien posee la empresa que fabrica el objeto, o incluso al modo como el objeto es producido o distribuido, pero no al objeto en sí.
Caer en este tipo de comentarios es algo que caracteriza a la derecha más bruta e inculta, pues admito que hay gente reaccionaria y sin embargo pensante. Esta es la reflexión del típico escuálido caraqueño que asocia el capitalismo con tener un cooler, un iphone y beber smirnoff ice, y al socialismo con comer col agria y tener un televisor en blanco y negro.
La discusión correcta es acerca de lo útil o no de un objeto, de si es superfluo, necesario o suntuario. Eso es otra cosa. Y teóricamente puede haber objetos muy útiles producidos y distribuidos de manera capitalista, como puede haber objetos totalmente superfluos producidos en una unidad de propiedad social. Y sobre esto hay tantas opiniones como gente.
El debate sobre lo que es necesario o no, superfluo o útil, solo se puede dar en una democracia auténtica como la planteamos los socialistas. Es por eso que yo creo que la democratización de los medios de producción no está reñida con la existencia de un mercado, es decir de oferta y demanda, pero en una sociedad democrática donde unos cuantos no controlen los medios de comunicación y el aparato de propaganda que genera el consumismo. Pero esa es una discusión larga.
Sobre viajes, viáticos, sueldos e impuestos
También me da risa como salen indignados unos por ahí a decir que los ejecutivos del sector privado son “eficientes” y “preparados” y por eso pueden ganar mucho dinero, que además proviene de las ganancias de la empresa, Agroisleña en este caso. En contrario, nosotros, los funcionarios públicos, somos flojos, ineficientes y autobuseros, además de pagados por los impuestos de los ciudadanos.
Ser estúpido no está prohibido, pero hay hechos objetivos.
Primero, que si las ganancias de Agroisleña provienen de estafar con sobreprecios y oligopolio a toda la nación, no veo en qué los dividendos y los sueldos son legítimos. Ese dinero estafado fue estafado a los venezolanos. Parece que a la derecha le parece más legítimo que el sector privado la estafe, que pagarle impuestos al Estado. Y en materia de impuestos, francamente no se hagan las víctimas. Impuestos pagamos los funcionarios públicos a quienes nos descuentan 34% automáticamente del sueldo. Y yo los pago con orgullo y compromiso.
Por otra parte, es desconcertante lo poco informado de algunos. Yo mencioné que me entrenaría en tres continentes (para una carrera que otro animal por ahí calificó de capitalista!), lo cual desató reacciones indignadas acerca de mi “viajadera”. ¿No se han enterado que el Presidente viajará a Europa, Medio Oriente y África en visita oficial? Ojalá pudieran filmar un viaje de esos para que aprendan lo que es trabajar y no dormir.
Lo más sorprendente fueron los comentarios de algún funcionario mediocre de la cancillería, que también ignoraba que al hablar de mi viaje me refería al que haré acompañando a la delegación del Comandante Chávez. Eso demuestra cuan desconectados están estos burócratas que abren cuentas anónimas del intenso trabajo de política exterior que se hace en la cancillería. El mismo imbécil me retó a publicar mi sueldo, como si fuera exorbitante o me lo fijara yo mismo. Yo gano el sueldo de un Director General, a pesar de asumir las responsabilidades, adicionalmente, de dos viceministros y trabajar 7 días por semana, un promedio de 15 horas. En cuanto a los supuestos viajes, viajo bastante poco para alguien que está a cargo de las relaciones con dos terceras partes del planeta, y la mayoría de las veces lo hago acompañando a mis superiores. Que estos ignorantes comparen con lo que era práctica común en la cancillería de la Cuarta (la de las amiguitas de Bocaranda), cuando delegaciones de decenas de personas se mudaban a Nueva York por más de un mes durante la Asamblea General de la ONU.
Hasta aquí lo dejo. Sigan ladrando.
Publicado originalmente en la bitácora de Temir Porras:
http://temirporras.blogspot.com/2010/10/reflexiones-para-nelson-bocaranda-sus.html
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