Desafortunadas y ofensivas las recientes declaraciones de Germán Vargas Lleras, Vicepresidente de Colombia para con Venezuela. Ahora que las vacas están flacas y el pasto reseco por estos lares, es común oír hablar a muchos colombianos que viven en nuestro país, sobre lo bien que está la cosa en Colombia y no deja uno de preguntarles, vea hermano ¿y si la vaina está tan buena allá en su tierrita, que carajos hace usted, junto con seis millones más de sus compatriotas acá pues? Colombia y su clase política desde la guerra de independencia hasta nuestros días, han odiado a Venezuela. Colombia es nuestro hermano Caín, que al igual al del pasaje bíblico no ha hecho más que agredir a su hermano Abel – Venezuela – sin que valga la intervención de ningún poder humano o divino, que le ponga freno a tanta deslealtad e ingratitud. Así las cosas y con la complicidad – o la dejadez – de nuestros gobiernos aquel país enfiló y puso en marcha contra el nuestro, una política terrófaga y agresiva, que desde 1.830 hasta la fecha nos ha despojado de 400.000 km2 de territorio, sin haber echado un solo tiro. Fue así como contraviniendo los limites trazados por el Laudo Arbitral español de 1891, al que acudieron ambas repúblicas para dirimir las controversias sobre sus límites territoriales, posterior a la disolución de la Gran Colombia – el sueño de integración ideado por Bolívar, pero desechado y traicionado por Santander - en el año 1900 mediante la írrita Acta de Castilletes, se hicieron con la ladera occidental de los Montes de Oca en la que hoy explotan las ricas minas carboníferas del Cerrejón, las cuales de acuerdo a ese laudo arbitral y a su confirmatorio, el Laudo Arbitral Suizo de 1922, es territorio venezolano. También nos despojaron de la Península Guajira.
En tiempos de Pérez Jiménez, pretendieron despojarnos del archipiélago de Los Monjes, los cuales ellos en los mapas que edita el colombiano Instituto Geográfico "Agustín Codazzi", denominan "islotes" con la deliberada intención de negar ante la comunidad internacional los derechos de mar territorial, plataforma continental y zona económica exclusiva que ese conjunto de islas generan para nuestro país. Sólo la decidida acción militar y diplomática del dictador evitó que ello pasara. En 1987 nos fondearon a sólo 12 millas náuticas de la Refinería de Amuay en el Estado Falcón, la Corbeta ARC "Caldas" – de amarga recordación para nuestra Armada - reclamando derechos marinos y submarinos como supuesto país ribereño del Golfo de Venezuela – al que ellos llaman "de Coquivacoa" - junto con un submarino que después se supo estaba cerca de Los Monjes y que estuvo a punto de desencadenar una confrontación militar entre ambos países. Esa acción, materializó en tiempos de Carlos Andrés Pérez – 1989 – la constitución de la Comisión negociadora de nuestro Golfo – íntegramente venezolano y sobre el que Colombia no posee ningún título histórico, ni jurídico – con el gobierno colombiano y que ni en aquellos ni en estos tiempos de revolución bolivariana, ningún vocero ha denunciado por andar con el cuento de la "hermandad", a pesar de que dichas negociaciones violentan nuestra constitución y ceden a Colombia derechos que no tiene ni ha tenido nunca, sobre un espacio que resulta vital para nuestro país.
Mientras tanto nosotros de pendejos calándonos a seis millones de colombianos aquí, dándoles casas, comida, abrigo, solidaridad, servicios públicos, servicios médicos, oportunidades de estudio y empleo y pare usted de contar. Y Caín – Colombia – qué hace entonces con su hermano Abel – Venezuela -, pues nada bueno, nos inunda con su droga, con sus billetes falsos – 25 de cada 100 billetes falsos que se hacen en el mundo, se fabrican en Colombia – se roban nuestra gasolina, nuestro ganado, secuestran a nuestros ciudadanos, agreden a nuestras fuerzas militares desplegadas en la frontera – recuerden los ataques de Cutufí y Cararabo, por citar sólo dos de los más cruentos asaltos donde perdieron la vida soldados venezolanos – se hicieron y se seguirán haciendo los locos con la devolución de los miles de vehículos y cientos de avionetas robadas en Venezuela y que hoy circulan libremente en territorio colombiano con matriculas otorgadas por las autoridades de aquel país, se llevan de contrabando el cemento, las cabillas, la chatarra, la comida, la madera y todo aquello que les sea útil y que consigan aquí en esta tierra de gracia. Hasta el agua del río Arauca, se han llevado y se siguen llevando a través de la denominada "Fuga de Bayonero", así llamada porque nuestros "hermanos" metieron en el caño homónimo, una draga con la que desviaron el curso del agua hacia el lado colombiano, para aprovecharse de nuestros recursos hídricos regando sus sembradíos e inundando sus quebradas, lagunas y caños para que abrevaran en ellas su ganado, contraviniendo con ello el Tratado de Demarcación de Fronteras y Navegación de los ríos comunes entre Colombia y Venezuela y extraoficialmente como Tratado de Límites de 1941, suscrito entre ambos países. ¿Ante esta interminable lista de agravios y atropellos, vamos a ir ahora así como el Chavo cuando Don Ramón le da un cocotazo a denunciar a Colombia y a su Gobierno ante la justicia internacional sólo porque ese hijo e´puta Vicepresidente nos dijo venecos? Si serás, si serás. A Colombia y a su gobierno lo que hay que decirles con patriotismo y amor por Venezuela, es: YA BASTA!!!!!