En días recientes el periodista Jordán Rodríguez, ex presidente de Venezolana de Televisión VTV, Canal 8, salió a pasear en su carro y grabó un video, asumo que con su teléfono celular, en el que ¡oh sorpresa!, pudo verificar la existencia de nutridas colas de ciudadanos agolpados a las puertas de las panaderías, resistiendo estoicamente horas de sol y de lluvia para comprar una hogaza de pan. Allí también según su testimonio recogió en imágenes, a grupos de venezolanos hurgando entre la basura, en búsqueda de algo que comer. Tras de sí oyó el inconfundible ronroneo de un vehículo Marca Corvette, que luego se le aparcó a un costado de su carrito, a la espera de que cambiara la luz del semáforo. Y así, como quien ha dado con la fórmula de la piedra filosofal, nuestro inefable amigo explorador descubrió que la nuestra – Caracas – es una ciudad de contrastes, al igual que la nuestra – Venezuela, la Patria – también lo es.
Lo que le siguió al video subido a las redes sociales es historia. Y no es que no consideremos que haya gente en Venezuela que se sorprenda de las cosas que nos están pasando. Lo paradójico es que ese relato y ese video con el testimonio de su autor, provenga de quien hasta hace pocos meses ostentó la condición de Presidente del canal de televisión oficial de la República Bolivariana de Venezuela. Porque es ese mismo canal el que a diario nos presenta en su pantalla, las 24 horas del día, los 365 días del año, la imagen de una Venezuela que no existe. Una Venezuela donde no hay colas en las panaderías, ni en los automercados, ni en las farmacias, ni en las carnicerías ni en los expendios de alimentos oficiales como Mercal, Pdval y todo aquello que termina en al, donde nosotros los ciudadanos no conseguimos ni pan, ni harina, ni azúcar, ni leche, ni mantequilla, ni café, ni pasta, ni arroz, ni pañales, ni cereales y alimentos para niños, ni jabón, ni champú para bañarnos, ni desodorante, ni detergente, ni crema dental, entre otros artículos y en donde vemos como lo poco que llega, bajo la mirada socarrona de la policía y de la guardia nacional va a parar a las manos de los denominados "bachaqueros" – la expresión mejor acabada de nuestro Hombre Nuevo -, quienes luego nos revenden esos mismos artículos cien veces más caros allí a plena luz del día y bajo la mirada cómplice de la Sundee. Y a confesión de parte, relevo de pruebas, porque el video en cuestión no es sino la admisión de quien fue uno de los responsables de la política comunicacional del Gobierno Bolivariano, del estrepitoso fracaso de esa política que bajo el absurdo argumento de la fulana guerra económica y bajo una millonaria difusión de propaganda oficial, quiere hacernos creer que poca o ninguna responsabilidad tiene Nicolás Maduro y su gabinete de este desastre en el que nos encontramos sumidos hasta la coronilla, por culpa de una clase política indolente y malagradecida con este pueblo, que como el 13 de abril del 2002 y durante el infausto paro petrolero de ese mismo año, salió a defenderlos no tanto a ellos que son y serán siempre unos malucos, sino a la democracia y a un proceso que bajo la conducción de Chávez, ni siquiera en aquellos aciagos días nos puso a pasar tantas penurias, como las que hemos confrontado en los últimos tres años, bajo este gobierno errático e incompetente, que como para ponerle la guinda a la torta, nos amargó las navidades con ese despropósito de sacar de circulación todos los billetes de cien en 72 horas, pero que ha prorrogado ya en dos oportunidades la implementación del nuevo cono monetario, que no sólo es menos billetes por cada transacción comercial, sino también menos comida, menos servicios, menos calidad de vida y menos dignidad para nosotros los ciudadanos, que privados de las cosas más elementales para nuestra subsistencia, debemos además hacer colas en la morgue para retirar los cadáveres de nuestros deudos, que todos los días mueren a manos de un hampa incontenible que amenaza ya por la magnitud de su accionar impune, nuestra propia existencia como república. Por el canal 8 no salen el estado deplorable de todas nuestras calles, carreteras y autopistas, ni tampoco los puentes que se caen por falta de mantenimiento. En ese canal nadie habla ya de ese faraónico proyecto ferrocarrilero nacional que tiene años paralizado y de cuyo trayecto se roban el balasto y hasta los rieles sin que nadie diga esta boca es mía. Ni del inconcluso hospital de Montalbán, ni de los miles de millones de dólares perdidos, dilapidados en los centrales azucareros estatales, ni de los cientos de galpones hidropónicos desvalijados en todos esos predios expropiados y que hoy no producen sino vergüenza. Nada se dice de los contenedores llenos de comida y medicinas exportadas por el gobierno, vencidas en nuestros puertos por la desidia de las autoridades. Ni del estado de nuestros hospitales, donde acuden los más pobres, esos de los que ustedes echan mano a conveniencia y que reivindican como los redimidos de la revolución, pero que hoy son más pobres que ayer y cuya pobreza no se termina con que le regalen una casa o un carro en cadena nacional, ni con el carnet de la patria, ni con la venta de una bolsa de comida en los Clap, bolsa de comida por cierto que los adecos y copeyanos regalaban antes y que eran la hierba de la que rumiaban los rabiosos izquierdosos de otrora, para condenar a los gobiernos de la cuarta república por clientelares y asistencialistas y que ahora esos hijos de su mamá le venden al pueblo que dicen defender y proteger desde sus puestos en la Nomenklatura bolivariana y que a través del canal del estado, quieren justificar lo inaceptable y defender lo insostenible. Lo del Corvette Jordán, no pega en ese cuento hermano. Porque más costosas que ese viejo carro, son las miles de camionetas 4Runner blindadas, escoltadas por espalderos armados montados en motos KLR, en las que se desplazan todos esos grandes carajos que nos gobiernan y que por ahí, por donde tu trabajas nos dicen hasta quedar roncos, que ser rico es malo, mientras se mudan de Catia pa la Lagunita y para otras urbanizaciones del Este caraqueño.¿Qué contraste tan arrecho verdad? Rubén Villafañe.