En estos días nos ha tocado vivir esa doble sensación, por demás contradictoria, de sentir el orgullo de pertenecer a una nación digna y soberana y, a la vez, experimentar la vergüenza de tener que compartirla con cierta especie de apátridas congénitos.
La lección que la República Bolivariana le ha dado al mundo es sencillamente magistral. Pocos casos tan ejemplarizantes se han vivido así en el seno de las Naciones Unidas. Venezuela fajada con el imperialismo norteamericano, cuerpo a cuerpo, pelo a pelo, fusil contra fusil. Peleamos en su terreno, donde ellos son “señores”. Qué despliegue de poderío diplomático exhibieron. Cuántas presiones indecorosas. Cuántos chantajes. La rapiña amenazando al ratón. Y algunos ratones en particular, lamiendo los pies hediondos a queso del amo. Entre tantas imágenes acusadoras, vimos la fruición del servil mercenario en la mirada de una diplomática vecina.
Pero lo que más pena ajena nos ha causado, es la actitud vergonzante de algunos venezolanos que parecieran disfrutar lo que según ellos son contratiempos para nuestra diplomacia. Que bajeza, que ruines son. Ruines y necios. Por el odio que profesan al proceso revolucionario y a nuestro máximo líder, pierden toda capacidad de análisis serio y la sustituyen por esa baja pasión que afecta a los resentidos, a los acomplejados y envidiosos.
Son incapaces de ver lo que la mirada objetiva, el ojo científico de las ciencias sociales universales está viendo junto a la opinión pública mundial:
1. Que el sólo hecho de polarizar con la mayor superpotencia global eleva el poder diplomático de Venezuela en forma exponencial.
2. Que nada más haber mantenido una votación dura superior a setenta países, constituye el surgimiento y consolidación de un verdadero bloque antihegemónico en el planeta.
3. Que la suma de la población de esos más de setenta países representa cerca del 70% de la población mundial.
4. Que el candidato de Estados Unidos fue derrotado y tuvieron que calarse otra opción, igual que les pasó en la OEA.
5. Que la maniobra imperialista fue desenmascarada y reconocida por los propios representantes de Guatemala y Estados Unidos.
6. Que el liderazgo del presidente Chávez estuvo todo el tiempo por encima de la diatriba diplomática y mediática y quedó ante el mundo como un estadista histórico que representa la voz de miles de millones de personas en todo el mundo.
7. Que ha sido denunciado con suficientes evidencias el carácter antidemocrático del actual esquema de funcionamiento de la ONU.
8. Que la palabra Venezuela ahora se lee y escribe a nivel mundial con mayúsculas: mayúsculo respeto, inmenso amor entre los pueblos y suprema dignidad frente al resto de los Estados. Es el mayor logro diplomático de toda nuestra historia.
Todas y todos los que nacimos y vivimos en esta gran nación, debemos estar orgullosos de pertenecer al gentilito de la libertad. Bolívar nos la enseñó. El tiempo de la vergüenza se acabó. Sólo una minoría asquerosa milita en ella. Hemos emprendido el camino de la verdadera gloria. ¡Salve Patria y Humanidad!