Cuando alguien decide irse de su casa, lo hace por diversas razones. Desde diferencias con sus familiares hasta buscando legítima independencia, o tal vez un camino que en ese espacio le resulta imposible encontrar para la construcción de su futuro.
En Venezuela desde hace un lustro, un individuo con aires de creerse una especie de "Cristo del siglo XXI", rodeado con un grupo de panegíricos y zascandiles que apoda con rangos "vicepresidenciales", para no llamarlos apóstoles ante nuestros episodios históricos, han destrozado la república en todos sus estamentos: políticos, económicos y sociales.
Vivir en Venezuela, otrora patria de libertad e independencia suramericana, se convirtió en una suerte de espera para decidir que es mejor entre una violación o prostituirse. En efecto, tenemos un gobierno que al imponer el "carnet de la patria" sobre la cédula de identidad como única identificación constitucional y legal para tener acceso a una serie de beneficios sociales, demuestra cómo el madurismo ha instrumentado un apartheid social, cuyo único fin es degradar la ciudadanía hasta los estamentos de la inmoralidad y la depauperación.
El madurismo nunca tuvo dentro de sus cálculos que el llamado pata en el suelo también terminara emigrando del infierno social al cual han sometido a los venezolanos. En ellos. siempre existió la presunción de que sería la clase media, y media alta los únicos que se irían del país dejándoles el especio político libre, para hacer de Venezuela el más exitoso laboratorio neototalitario, al estilo y semejanza de la otra dictadura que domina a Cuba desde hace más de medio siglo, y cuyos resultados están a la vista con una nación empobrecida, masacrada en lo social, y con un gobierno que "gana" todas esos "comicios" con el 99% de los votos, según resultados oficiales.
Realmente, al madurismo no le importa que la gente se vaya. Eso sería intrascendente. La preocupación de fondo es que saben que tal ha sido la magnitud de la crisis, que a este paso de emigración, a la vuelta de unos tres o cuatro años se habrá ido de Venezuela no menos del 50% de la población, y con ellos aproximadamente un 70% de la población joven del país entre 20 y 40 años, lo cual colocaría a este país en una situación muy delicada desde el punto de vista laboral y productivo.
De concretarse lo anterior, Venezuela sería dentro de su espacio geográfico una población dividida entre niños y personas mayores de 50 años, muchos de ellos en situación de mendicidad, pero además con graves problemas en el funcionamiento de servicios públicos, así como el colapso de la agricultura y la pesca, lo que terminaría por convertir a la nación en un especie de republiqueta dependiente en más del 90% de importaciones en relación con su consumo, y sin ninguna posibilidad de reconstrucción económica, y menos social.
Ante esta realidad, el madurismo lanza una ofensiva diciendo que los venezolanos en el exterior quieren regresar con Maduro en el poder. Es tal el nivel de cinismo que Maduro se atreve a "asegurar" que apenas han emigrado de Venezuela menos de 600 mil personas¹, de las cuales el 90% está ansiosa de regresar, cuando la verdad es la propia Organización de Naciones Unidas (ONU) ha dicho que unos 2,3 millones de venezolanos han abandonado nuestro país ¡Claro! Es obvio, que para este gobierno cualquier cifra que no vaya acorde con sus intereses políticos, inmediatamente será tratada de falsa o alterada. Aquí la única verdad es que si usted hace una encuesta entre sus familias paternas o maternas, podrá ver que de cada diez, cuando menos dos se han ido hacia otras latitudes, lo cual será suficiente para saber no sólo quien dice la verdad, sino que además, si usted pregunta a esos familiares que aún están en el país con respecto a la posibilidad de emigrar, también podrá comprobar que no menos de un 30% tiene pensado abandonar Venezuela en los próximos meses.
Incluso el cinismo de la cúpula del madurismo hasta genera sus propias contradicciones, cuando vemos que la hija del presidente fallecido Hugo Chávez, estudia en Paris, concretamente en La Sorbona, - una de las universidades más costosas del mundo -. Poder comprobar que los hijos de Jorge Rodríguez están entre Australia y México, o la descendencia de Vladimir Padrino y otros generales hacen escala permanente entre Europa o Centroamérica, por sólo citar unos pocos casos que demuestran que ni siquiera la prole de éstos, a pesar de tener múltiples ventajas económicas y sociales, ni ellos desean mantenerse en Venezuela.
Ver miles y miles de venezolanos caminando la cordillera andina, mientras aumentan las denuncias de militares que despojan en los puestos fronterizos de sus dólares o moneda extranjera a los connacionales que deciden emigrar, es el hecho más fehaciente de una Venezuela arruinada y ultrajada. La quiebra del país no sólo está en un gobierno que ha desmotivado por completo a su población, sino que sus imposiciones neototalitarias están llevando a Venezuela hasta la autodestrucción en todos los componentes de producción y desarrollo.
La educación eleva sus índices de deserción estudiantil. La salud aumenta sus cifras de malaria, paludismo, sarampión, tuberculosis y enfermedades venéreas. Las pequeñas y medianas empresas, motor de cualquier nación, disminuyen de forma dramática sus niveles de economía activa. La institucionalidad está tan corrompida que para obtener cualquier documento, impera la llamada matraca o corrupción.
Y ante ello, el madurismo pretende que con un vuelo que ni siquiera es diario, podrá retornar semejante cantidad de venezolanos que se han marchado de la patria. Es más, si asumiéramos como ciertas las cifras del gobierno, éste necesitaría no menos de 10 años para que pudiera, a ese ritmo, traer de vuelta al 50% de los emigrantes que reconoce, y eso, tomando como referencia que a partir de esta fecha, más nadie decidiera abandonar a Venezuela.
La emigración no es un espejismo. Es una realidad generada por el hambre de un gobierno que destruyó a Venezuela. Los venezolanos en su inmensa mayoría si van a regresar, pero lo harán cuando el responsable de esta hambruna y liquidación de la patria, abandone el poder. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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