En un artículo escrito por Jorge Gálvez en Resumen Latinoamericano y del tercer mundo, un medio informativo que analiza día a día las luchas que se libran los pueblos oprimidos del mundo; con análisis serios, objetivos y apegados a la realidad; en esta oportunidad Galvez trata de aclarar algunos puntos oscuros de este sonado secuestro y asesinato del Ten. Ronald Ojeda, en Chile. Arranca escribiendo que detrás de este hecho existe una colaboración cuádruple; entre Ivan Simonobis (CIA), la ultraderecha venezolana en EEUU y Chile y el Tren de Aragua. Más adelante señala que la noche del secuestro de Ronald Ojeda; Simonobis, que actualmente vive en Miami; casi simultáneamente de cometerse el delito y desde los propios secuestradores, en lugar de provenir de allegados de Ojeda; echo a rodar en el mundo la noticia del secuestro, señalando a rajatabla que los involucrados era la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) venezolana. Galvez, señala que esto podría haber sido, parte de un montaje destinado a acusar a las fuerzas de inteligencia del presidente Maduro, donde Ronald Ojeda se había transformado en un problema, lo que no está claro es la necesidad de sacarlo del camino urgentemente, pero claramente se evidencia un ajuste de cuentas donde estarían implicados la ultraderecha venezolana y las bandas delictuales de ahí la ligereza de Simonobis al decir que los autores eran funcionarios de la DGCIM. Debemos destacar que este señor fue liberado de la cárcel, donde purgaba condena por estar vinculado en el 2004 con los actos terroristas del Puente Llaguno y liberado bajo la presunción de "estar enfermo" en el 2019; que a la postre se supo que no era cierto; por el mismo gobierno que la CPI jura y perjura de "cometer crímenes de lesa humanidad". Ya libre se estableció en Miami donde Guaido lo nombro como jefe de seguridad. Ya es del conocimiento las relaciones fluidas entre el presidente "interino", las bandas del narcotráfico y estas al Tren de Aragua, por ahí existen unas fotografías en los límites fronterizos con Cúcuta recibiendo apoyo de narcotraficantes colombianos conocidos como los Rastrojos; brindándole protección durante su estadía por esos lares. Todo esto si lo analizamos con cuidado tiene un enclave común.
El militar no era un santo de devoción; era un activista de armas tomar. Durante su permanencia en ese país austral, había realizado acciones de protesta en el frontis de la Moneda, intentando pasar como un político perseguido, narra Gálvez. Esta actitud audaz lo condujo a relacionarse con bandas venezolanas ligadas al narcotráfico en Chile. Las alarmas han sonado hasta en el Cámara de Diputados de Chile, donde los congresistas han discutido, que este secuestro, si lo dejan pasar por debajo de la mesa, puede convertirse en una práctica en ese país; de ahí la rapidez, como ha venido siendo manejado por la justicia chilena este caso y la detención de los inculpados; que deben tener otras ramificaciones como lo hemos dicho.