“Solo la unión va a garantizar una integración dinámica. La incorporación de Venezuela al MERCOSUR es una oportunidad para que reafirmemos nuestro compromiso con la integración solidaria”.
Luis Ignacio “Lula” Da Silva
Suscrito el protocolo de adhesión de la Republica Bolivariana de Venezuela al MERCOSUR el pasado 4 de julio de 2006 en un acto histórico en el Teatro “Teresa Carreño”, por los Jefes de Estado de Argentina, quien presidio la reunión en el ejercicio de la Presidencia Pro Tempore, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y la asistencia en su carácter de invitado especial del Presidente de Bolivia, se dio inicio a partir de ese momento de dos procesos paralelos independientes: la aprobación por parte de los parlamentos de los países miembros de dicho protocolo como requisito para su entrada en vigor y, la negociación de los cronogramas de reducción arancelaria (7), adopción del Arancel Externo Común (4) y de la normativa comunitaria (4) cuya fecha limite en todos los casos se estableció en dicho protocolo, es decir que ese capitulo quedo cerrado. También quedaron establecidos en el documento refrendado por los Presidentes de los estados miembros los principios mediante los cuales se incorpora Venezuela al bloque: flexibilidad, gradualidad, reconocimiento de las asimetrías a través del trato especial conforme a ellas y respeto al derecho a la soberanía alimentaria. Asimismo quedo claramente señalado en el referido instrumento, el derecho de Venezuela de gozar de las mismas condiciones que caracterizan al “MERCOSUR real”, como consecuencia de que este aun no ha logrado convertirse en una unión aduanera perfecta, debido a que se mantienen una serie de excepciones en la aplicación del AEC1 y de acuerdos bilaterales entre socios del grupo, quedando por fuera el resto, como ocurre en el acuerdo firmado entre Brasil y Argentina para manejar los desequilibrios en la balanza comercial y el tema automotriz.
El consenso que condujo a la firma del protocolo de adhesión fue el resultado de una intensa negociación, sin embargo, en el proceso que le siguió para establecer los cronogramas del programa de liberación comercial se evidencio reiteradamente la intención de Brasil de desconocer su contenido y presionar para que Venezuela aceptara flexibilizar los lapsos allí establecidos. Con esa actitud se dejo al descubierto la contradicción entre la posición del Presidente Lula a favor de la incorporación de Venezuela como un socio estratégico del MERCOSUR, al cual había que reconocerle sus derecho a lograr una inserción equilibrada en el grupo y, el juego de la Cancilleria brasileña bajo la conducción de Celso Amorin de colocar obstáculos en esa dirección. En varias oportunidades, Itamarati manejo como argumento que para los sectores empresariales brasileños eran inaceptables los términos del protocolo y que seguramente ello tendría incidencia en su aprobación por parte del parlamento. A pesar de que ambos procesos –aprobación del congreso y de los cronogramas establecidos en el protocolo- son teóricamente independientes, en el caso de Brasil, hay un condicionamiento velado, para que el congreso de ese país apruebe el protocolo de adhesión: que Venezuela acepte echar atrás el protocolo refrendado por el Presidentes en el “Teresa Carreño” y adelante de hecho, la reducción de las barreras arancelarias, colocando en la indefensión al sector productivo nacional cuyo nivel de competitividad es muy inferior al brasileño en algunos sectores clave. No obstante, la razón de fondo del retardo en la aprobación del protocolo por parte del Parlamento de Brasil no es esa, en realidad, pareciera que lo que busca la burguesía brasileña aplicando al máximo su capacidad de presión sobre el estamento político, es evitar que Venezuela ingrese al MERCOSUR, por ser un socio “incomodo” cuya propuesta de integración se contrapone frontalmente al ALCA y reivindica la agenda social como eje del proceso, así como la consolidación de un bloque regional beligerante en el escenario geopolítico internacional, en cuya promoción Venezuela podria jugar un rol importante como parte del mismo.
Hay que recordar las declaraciones del canciller brasileño Celso Amorin, exigiéndole a Venezuela que aceptara las “reglas del juego” y “ablandara” su posición en la negociación de los cronogramas de liberación comercial, las cuales buscan crear una matriz de opinión adversa a Venezuela, colocándonos como responsable de la no aprobación por el Congreso de Brasil del Protocolo, cuando en verdad es todo lo contrario. Continuando con las provocaciones, una mayoría del Senado de Brasil se pronuncio condenando el cese de la concesión de RCTV, en una grosera e inaceptable actitud intervencionista que rápidamente fue rechazada por el Presidente Chávez. Esa respuesta fue tomada como excusa, por parte de la derecha parlamentaria brasileña, para justificar el boicot del Congreso a la incorporación de Venezuela al MERCOSUR como miembro pleno. Ahora la suerte esta echada, la confrontación en Brasil es entre los que apuestan a un MERCOSUR soberano basado en un nuevo modelo de integración cuyo eje fundamental es el desarrollo humano y la unión de nuestros pueblos en una sola nación no subordinada a los centros neocoloniales y, los que por el contrario, están atrincherados en el mantenimiento del status quo, de un modelo de integración colonial basado en el libre comercio para beneficiar fundamentalmente a las grandes corporaciones transnacionales y de un escenario social dominado por la pobreza y la exclusión de las grandes mayorías. Mientras tanto, avanzamos en la consolidación de la plataforma latinoamericana y caribena del ALBA, punta de lanza de la nueva integración.
La integración debe ser un proceso que combine la direccionalidad y la gobernabilidad, que garantice la ejecución de la una estrategia de largo plazo y, la flexibilidad que permita abrirle oportunidades a los países pequeños y menos desarrollados, para que logren su propio desarrollo social y económico. Es inviable un proceso de integración desequilibrado, que reproduzca al interior de la región las relaciones de explotación neocoloniales centro-periferia. La transformación productiva y tecnológica debe incluir a todos los socios mediante un proceso de socialización del conocimiento y mejoramiento continuo de la calidad de vida, del logro de una educación para todos, de la preservación del ambiente, la salud y el desarrollo socio productivo sustentable. Lograr la verdadera integración en el MERCOSUR pasa por la superación del modelo neoliberal que aun lo sustenta. Una integración basada exclusivamente en los principios neoliberales del libre mercado, solo conduce a reeditar al interior del mismo la oprobiosa división del trabajo del capitalismo global vigente, según la cual unos son proveedores de materias primas y otros, los más desarrollados la transforman porque dominan la tecnología y el conocimiento. Una demostración histórica que evidencia la inviabilidad de un MERCOSUR neoliberal, son los efectos devastadores perversos que sufrió Argentina en su aparato productivo en la década pasada, como consecuencia de haberle dejado a las “fuerzas del mercado” la conducción de la política económica regional y nacional. Las asimetrías se hicieron sentir. La aceptación de esa realidad es precisamente una de las exigencias que ha planteado Venezuela en las negociaciones para su ingreso al MERCOSUR., con el reconocimiento a las asimetrías sectoriales y de su derecho a lograr una inserción equilibrada en el MERCOSUR.
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