No deja de sorprender la facilidad con la cual un medio de comunicación masivo, maneja de forma irresponsable la información, sembrando dudas y desconcierto en la opinión pública sobre un tema poco conocido y debatido como la conformación y gestión de nuestro Servicio Exterior.
El domingo 11 de mayo de 2008, el diario “El Nacional” publicó una separata, suscrita por la periodista Valentina Oropeza, en la cual arremetió contra el Ministerio de Relaciones Exteriores, al ofrecer una versión parcial y descontextualizada de nuestro Servicio Exterior, una mezcla de verdades a medias, anónimos, y criticas llenas de rencor y resentimiento.
Aunque mi opinión no representa en absoluto una posición oficial, ni pretende ser una defensa de parte interesada, pues no detento ningún cargo directivo, si creo que mi condición de Tercer Secretario (último escalafón de la Carrera, que ingresó al Servicio Diplomático por la vía del Concurso Público) con más de siete años en la Institución, me permite tener toda la moral y solvencia para cuestionar de forma directa y pública, con conocimiento de causa, las líneas publicadas por “El Nacional”.
Según El Nacional, “Desde 2005 nadie ingresa ni asciende por concurso en la Cancillería”. Frase descontextualizada que no toma en cuenta el duro y arduo proceso de reestructuración interna que ha venido atravesando la institución. Conforme al decreto presidencial 3.409 del 11 de enero de 2005, publicado en la Gaceta Oficial N. 38.106 del 13 de enero de ese año, el Ministerio de Relaciones Exteriores, entra en una fase de revisión, que trajo como consecuencia lógica la paralización de los procesos propios del ingreso y ascenso por vía de la Ley del Servicio Exterior a la Carrera Diplomática.
El Nacional, señala que “Sólo 15 de las 97 embajadas están dirigidas por diplomáticos Ex funcionarios, militares, personal en comisión y encargados de negocios dirigen las delegaciones prioritarias en el extranjero”. Históricamente en Venezuela y en buena parte de los países latinoamericanos, los Embajadores han sido designados por el Jefe de Estado. La figura del Embajador es una figura política, es un Funcionario de confianza del Jefe de Estado. La condición de Embajador acreditado puede o no coincidir con el “Rango” propiamente de Embajador previsto en el primer escalafón de la Carrera. La Carrera Diplomática es una instancia netamente administrativa propia del MRE, mientras que la Jefatura de una Misión Diplomática, supone asumir la representación directa del Jefe de Estado. No se debe invalidar a una persona para la función pública por su condición profesional o trayectoria, el hacerlo convalida una percepción excluyente del manejo del Estado, muy propia de los factores de oposición en Venezuela.
El Nacional también sostiene que “En nueve años se ha perdido la profesionalización en la Casa Amarilla. La falla es que no hay una evaluación rigurosa del personal, ni por parte de Recursos Humanos ni por el despacho del ministro”. Si se comparan las estadísticas de los funcionarios ingresados por concurso desde 1961 hasta 1998 con el número de funcionarios que ingresaron mediante concursos realizados desde el año 2000, se puede apreciar como una institución sinónimo de ser un cotó cerrado y exclusivo de las élites del país, abrió sus puertas a todos los profesionales, indistintamente de su condición social, racial o política. Durante 37 años (1961-1998) el número de diplomáticos de concurso no sumó más de 250 licenciados en Estudios Internacionales (la Ley del 1961 sólo permitía concursar a los licenciados en Estudios Internacionales, excluyendo a otros profesionales). La suma de los cuatro concursos realizados desde el año 2000 hasta el 2005, sobrepasa los 150 profesionales en diversas especialidades, gracias a la reforma de la Ley del Servicio Exterior del año 2001. Ningún gobierno de la llamada “cuarta república” puede invocar un record semejante. En aquel entonces, los concursos eran una figura esporádica, convocados a capricho del Canciller de turno y solo ofrecían un número reducido de plazas. El concurso con más plazas vacantes ofrecidas en tiempos de la “Diplomacia Bipartidista” no excedió de 23 plazas, por el contrario, en el último Concurso del 2005, el MRE ofreció cien (100) vacantes para el Servicio Exterior. Si en algún momento de la historia de la Cancillería se le ha exigido formación y compromiso al funcionario diplomático, es precisamente desde 1999.
Invocar el testimonio de un Tercer Secretario no ratificado que no se atreve a dar la cara, es sencillamente poco serio. No hace falta que se mencione su nombre, en el MRE se sabe su nombre, se conoce su actitud durante el golpe de Estado y el sabotaje petrolero. No voy a entrar en una descalificación de sus méritos académicos y personales, que ciertamente los tiene, pero su militancia y recalcitrante oposición al gobierno y al Jefe de Estado que pretendía representar era algo público y notorio. Es lamentable que este ex compañero se dedique a desprestigiar la institución y la figura del Concurso, y no asuma las consecuencias de sus propios actos. Si algo ha sido y es respetado en el MRE es la transparencia y los méritos de los funcionarios que ingresan por Concurso Público.
Llama la atención que El Nacional hable de discriminación cuando en las mismas caricaturas que ilustran el reportaje aparecen dos personajes, uno representando la pureza con la toga y el birrete, de las personas con meritos y títulos que no han sido tomadas en cuenta; y otro encumbrado de apariencia simiesca, con mala presencia portando una boina roja como símbolo de dominio en la Cancillería. Esta visión expresa un profundo desprecio para con todos aquéllos que de una forma u otra, de carrera o no, se sientan comprometidos con la agenda de transformación del actual gobierno. Como si fuera poco, el repetido uso del término peyorativo “Marielitos” que utilizan para referirse a los nuevos funcionarios, expresa claramente el sentimiento de frustración y rabia que invade a quienes controlaron la institución históricamente, al ver a los hijos del pueblo llano asumiendo responsabilidades que hasta hace poco les habían sido negadas.
Nadie ha sido perseguido, ni botado en el MRE. Tampoco ha habido “caza de brujas” salvo durante los aciagos días de abril de 2002, cuando los Directores identificados con la oposición hicieron largas listas de los “funcionarios chavistas”, que serían cesados en sus cargos una vez que “Pepe” Rodríguez Iturbe, el Canciller de Carmona, asumiera la Cancillería. Es bien sabido en el MRE que muchos de estos Directores llegaron al extremo de despachar instrucciones en nombre “del gobierno provisional” a las Misiones Diplomáticas y que aún hoy permanecen en la Cancillería. El Nacional, no menciona nada de esto.
Las distintas gestiones de los Cancilleres de la Revolución, han sido en exceso tolerantes con las posiciones de los funcionarios y han respetado su estabilidad laboral. Sin embargo, muchos de los funcionarios han pretendido hacer valer su condición de opositores por encima del deber de un buen diplomático, que es resguardar los altos intereses de la Nación y el buen nombre del Jefe de Estado. Sencillamente, no se puede estar bien con Dios y con el Diablo, no se puede representar oficialmente a quien se adversa militantemente. Ello no quiere decir que los diplomáticos tengan que convertirse en eunucos de la política, pero sí que deben cumplir su labor con profesionalismo, seriedad y lealtad, más allá de sus convicciones políticas.
Por otra parte, es falso que las últimas promociones de Terceros Secretarios estén conformadas en su mayoría por simpatizantes de la Revolución Bolivariana. Por el contrario, es bien sabido que el concurso es una instancia de acceso al Servicio Exterior muy competitiva, en la cual quienes han tenido mejores oportunidades sociales y económicas de prepararse tienen gran ventaja sobre aquéllos que con esfuerzo y sacrificio se han labrado una profesión. Es “Vox Populi” en el MRE que dentro del gremio de de la carrera diplomática, los Bolivarianos somos hasta ahora una minoría.
A los Señores de El Nacional, quiero expresarles mi rechazo a este tipo de Editoriales, parcializadas y deformadas. No se puede escribir un análisis sobre un tema tan delicado como el Servicio Exterior sobre la base de testimonios de ex funcionarios que no conocen la dinámica actual de la institución, personajes anónimos, fuentes no identificadas, etc. Es decir, una apología de los chismes, resentimientos y comidillas propias de un sector del gremio, que apela a la descalificación y al insulto bajo las sombras, sustituyendo el debate abierto, claro y valiente de las ideas.
En esta institución somos muchos los funcionarios que con convicción y paciencia esperan sus correspondientes ascensos, y que están conscientes que la Cancillería vive un momento excepcional, que requiere del compromiso con la patria y con las autoridades, cualidades propias de un verdadero diplomático. Ciertamente, aún queda un largo camino para adecuar el Servicio Exterior a los nuevos tiempos pero no reconocer los avances, es sencillamente un acto de mezquindad.
Robinson Zapata
Tercer Secretario
Funcionario del MRE
zapatarobinson@yahoo.com