Cierto día, conversando con un alto funcionario del gobierno venezolano, éste me preguntó: “¿Te imaginas que todos los países del Alba expulsen al embajador de EEUU?”
Uno de ellos, Bolivia, acababa de hacerlo en respuesta a la manifiesta injerencia del embajador Goldberg en apoyo a los factores de la oposición secesionista, por esos días embarcada en un paroxismo de violencia.
El funcionario, que obviamente ya estaba dateado, escuchó mi respuesta con una media sonrisa:
-Yo creo que Chávez no ha cumplido su insistente amenaza de expulsar al embajador de EEUU porque quiere preservar el trabajo que viene desarrollando Bernardo Álvarez allá en Washington. Si él expulsa al gringo, los gringos expulsan a Bernardo, quien ha montado toda una telaraña de relaciones políticas con una gran cantidad de movimientos sociales, desde los indígenas de Alaska hasta los recónditos sectores progresistas de Florida, pasando por activistas afroamericanos y un número importante de congresistas vinculados a temas como energía, minorías, política exterior y América Latina.
El funcionario guardó silencio y mantuvo su media sonrisa ante la ingenuidad del periodista.
Go home
Esa misma tarde, el presidente Chávez anunció la expulsión del embajador Patrick Duddy y el inmediato regreso del embajador Álvarez al país, en solidaridad con el presidente Evo Morales y el pueblo de Bolivia.
Honduras, el más reciente integrante del mecanismo de integración no capitalista, lo hizo a su manera: decidió postergar el acto de presentación de cartas credenciales del nuevo embajador de EEUU ante el presidente Manuel Zelaya.
Nicaragua y Cuba también se solidarizaron con Bolivia, aunque no hubo expulsión del embajador en Managua y ni del jefe de la sección de intereses de EEUU en La Habana.
Bernardo Álvarez salió de allá antes de que -en aplicación del principio de reciprocidad- lo expulsara el Departamento de Estado e, inmediatamente, fue nombrado por el presidente Chávez como su representante en la comisión de la Unión de Naciones del Sur (Unasur) para ayudar a la solución de la conflictividad en Bolivia.
¿Pastelado?
Ahora que acaba de ser electo Barack Obama como nuevo presidente de EEUU, y parece posible –léase bien, posible - un viraje de 180° en el estilo de relación entre la Casa Blanca y el resto del mundo, en especial con América Latina, mucha falta hace un embajador venezolano en Washington.
Un embajador que no sólo hable inglés, sino que rescate y amplíe el círculo de relaciones dejado por Álvarez en ese gigantesco territorio. La herencia incluye un dinámico equipo, que hace seguimiento minucioso a la política estadounidense.
El desafío que le espera no podía ser mayor: el negro gringo se propone dialogar con los mismos gobiernos a quienes Bush trató como enemigos despreciables.
Una nueva política que, aunque mantenga los mismos propósitos imperiales y económicos de su antecesor, ya no podrá ser despachada con un “Mr. Danger, you are a donkey”. Al desprestigiado Bush lo sucederá, el 20 de enero, el político estadounidense con mayor aceptación internacional del que se tenga memoria.
Los más radicales lo dibujan como un pastelado (marrón oscuro por fuera, blanco por dentro), es decir, alguien como Condolezza Rice y Collin Powell, o a lo sumo “un demócrata más”. Sin embargo, el contexto económico en que ganó, la manera como surgió su candidatura (con pequeños aportes de miles de estadounidenses) y la promesa de cambio asumida por sus seguidores como una empresa colectiva (Yes, we can!) lo pintan como un fenómeno bastante más complejo.
Mientras se descifra el acertijo de quién terminará siendo Obama habrá que apostar a la política en la mejor acepción de la palabra.
Y para eso se necesita, tanto como barcos, aviones, fusiles y hombres para la defensa militar, un político venezolano en Washington.
Habrá que estar especialmente alertas en estos dos meses que restan de aquí al 20 de enero, cuando Bush entrega el mando. En esa cuenta regresiva, el vaquero y su entorno de neoconservadores pueden tratar de enredarle el papagayo a Obama precipitando algunos conflictos internacionales, que siembren minas en su camino hacia una agenda de diálogo.
Yes… they can?
Taquitos
ENSAÑAMIENTO. Todo indica que la decisión de destituir a Mario Villegas de su cargo de periodista raso en el Seniat ha sido tomada. Poco importa que mi hermano, más allá de sus posiciones críticas al gobierno, sea un trabajador ejemplar. Poco importa que carezca de asidero jurídico la acusación de que “atentó contra el buen nombre del Seniat”. Se basan, sin prueba alguna, en que fue él –y no alguien más- quien hizo llegar a Quinto Día copia del escrito en el cual Mario solicitó la reconsideración de su caprichoso traslado de Caracas a Santa Elena de Uairén (decisión que luego quedó en suspenso tras la medida cautelar dictada por un tribunal). En realidad, el “buen nombre” del Seniat fue enlodado por aquel traslado retaliativo, y no por el ejercicio del natural derecho a pataleo de la víctima y su publicación en un periódico. Tras el congelamiento del traslado a Santa Elena, Mario fue notificado de la apertura de un procedimiento sancionatorio con miras a su destitución, con el argumento arriba señalado. Para quienes, como él, hace tiempo dejaron de creer en Hugo Chávez y su revolución, o siempre lo combatieron, este hecho no viene sino a reafirmar sus convicciones antichavistas. Como ya lo he señalado en anteriores ocasiones, las mías no dependen de que mi familia o yo mismo tengamos algún trabajo en el gobierno. No todo el mundo puede decir lo mismo, en especial ciertos socialistas tan nuevos, pero tan nuevos, que todavía están en garantía. Sigo pensando que, a pesar de los lunares y torpezas, Venezuela es epicentro de grandes transformaciones para este continente, quién sabe si para el planeta entero, y que hasta ahora la única alternativa es una derecha más o menos disimulada que –ya lo ha demostrado- multiplicaría por un trillón los excesos que hoy se cometen. A ambos lados de la talanquera abundan quienes –cada ladrón juzga por su condición- quieren verlo a uno dando la voltereta por estas cosas. La historia de las revoluciones está llena de ejemplos de injusticias cometidas por revolucionarios, o por grupos y personajes que, proclamándose tales, hacen ejercicio torpe y abusivo del poder. Algunos llegan al extremo de criticar el que los familiares de Mario nos solidaricemos con él, más allá de nuestras diferencias políticas. Olvidan –o ignoran- que Simón Bolívar, cuya hermana María Antonia era partidaria de la causa realista, envió un contingente de soldados a sacarla de su casa en Caracas y, contra voluntad, montarla en un barco a Curazao, para evitar que cayera en manos de los hombres de Boves. Temía El Libertador que, por encima de la afinidad política de Maria Antonia con el caudillo realista, éste la emprendiera contra ella como trofeo de guerra. Movido por su amor filial, Bolívar utilizó recursos de la revolución en salvarle la vida a su hermana “escuálida”, como María Antonia hoy sería calificada. Salvando las múltiples distancias, en este caso no sólo es el natural amor entre hermanos: es que esos métodos rupestres dañan, tanto como la corrupción, el talante ético de la revolución y sólo conducen al envilecimiento y la desmoralización. Mario tiene previsto ejercer todos los recursos que le ofrece el ordenamiento jurídico para hacer valer sus derechos, para lo cual cuenta con todo nuestro respaldo. Confío en que, como ya ocurrió con la medida cautelar, la justicia terminará imponiéndose. Para eso, precisamente, es esta lucha. CONAC. Nuestra columna de la semana pasada, titulada “El Movimiento No Se Puede y los derechos laborales”, motivó una amable reunión con la viceministra Enma Elinor Cesín, presidenta de la Junta Liquidadora del Conac, propiciada por el amigo y también viceministro de Cultura Iván Padilla. Cesín explicó las razones de la liquidación del Conac y aseguró que la reubicación de los trabajadores ha sido una prioridad. Arguyó que las reubicaciones se hacen con contratos a tiempo determinado porque no existen cargos similares en el resto de las instituciones del Ministerio, lo cual depende del Ministerio de Planificación y Desarrollo. Ante un planteamiento nuestro, se manifestó abierta a la posibilidad de que el Estado pague a los trabajadores el equivalente a una indemnización doble, como corresponde en caso de despido, en lugar de la liquidación sencilla que han venido cancelando. Dijo que sólo una minoría no ha sido reubicada. Prometió enviarnos los números respectivos. De otro lado, Iván González, dirigente de los trabajadores, nos escribió para reiterar su rechazo al proceso de liquidación del Conac e insistir en que allí se están violando los derechos laborales. Negó que entre ellos haya reposeros, cuotas de viejos partidos o integrantes de viejas mafias de la cultura. Hago votos porque se restablezca el diálogo entre las partes y porque el Ministerio de Planificación cree pronto los cargos que correspondan a los traslados. CITA: “Nooo, señores opositores antinacionales. No se trata del ‘juguetito’ de Chávez, al igual que la represa del Guri no fue la ‘piscinita’ de Leoni, ni la inauguración del Metro el ‘trencito’ de Luis Herrera”. Luis Fuenmayor Toro, en artículo titulado La oposición y el satélite, en Últimas Noticias, 05/11/08.