A la Revolución Bolivariana la han acusado de todo; de “dictadura” y “despotismo”, de “cubanización”; de propiciar una política “entreguista” de la industria petrolera, de “dividir” a la sociedad venezolana, etc. Canallas coprófagos como Luis Fuenmayor Toro, José Albornoz, Antonio Rivera, Henri Falcón, entre otros, insultan al pueblo y despotrican contra la razón cuando intentan tapar el sol con un dedo y con sus excrementos la verdad.
Dicen que el liderazgo del Comandante Chávez está agotado y acusan que su revolución trata de enclaustrarnos a todos bajo un esquema ideológico rígido de “pensamiento único” para privilegiar a un sector oportunista, cuando en realidad los revolucionarios buscamos liberar al pueblo de su ingenuidad y despertar su conciencia crítica para que conozca las causas de su miseria, se reapropie de su historia y comprenda los principios fundamentales para su propia liberación que lo conduzca a trascender los mecanismos de la enajenación del sistema capitalista (el fetichismo que encierra la mercancía). ¿Podrían andar una revolución sin la concientización de su pueblo? ¿Quiénes son los verdaderos agotados y fracasados?
Es también común escuchar de boca de estos burgueses como argumento contra la revolución que “la ideología, así como la política, no puede llevarse a las instituciones, fábricas e industrias del Estado porque se corre el riesgo de desvirtuar su actividad y fines esencialmente económicos, además, -según ellos- porque ella contribuye a genera nuevos problemas donde no existían”. La burguesía y sus apéndices, la pequeña burguesía, sabe muy bien que la revolución tarde o temprano acabará con todo vestigio que le favorece en su interés por perpetuar y reproducir la ingenuidad del pueblo, pero apunta mal y erra el tiro de sus calumnias.
Quizás lo que si ha faltado en la Revolución Bolivariana es profundizar aun más en la conciencia crítica de los trabajadores y de los funcionarios del Estado, creando mecanismos para que ella se exprese de forma natural sin restricciones. Decía Marx que la crítica es el combustible de toda revolución verdadera. La Revolución Bolivariana no construye el socialismo con marcianos, ni con personas traídas de otros países (chinos, cubanos y soviéticos). Lo hacemos nuestra misma gente, muchos de ellos contaminados con los vicios del capitalismo y carentes de ideas. Si bien, es cierto que existen numerosos problemas y desviaciones en algunas de las principales industrias del Estado, es más cierto que la permanencia del Comandante Chávez; su verbo crítico y transformador es garantía de los cambios necesarios.
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