Nadie quiere medios complacientes ni periodistas arrodillados.
Nada más terrible para un gobierno que la ausencia de denuncia y el silencio frente a la corrupción o al atropello. Nada más pernicioso para la democracia que la complicidad en el latrocinio. Esa es la libertad que debemos defender. La que nos permite depurarnos como sociedad.
Pero la que “tenemos” hoy, y a la que tan ardorosamente quieren proteger los empresarios, no es más que un mamotreto indignante disfrazado de libertad de expresión. Que la televisión se meta en la casa de uno a cualquier hora y exhiba permanentemente una programación cargada de vulgaridad, de sexo barato, de incitación a la violencia, de degradación de las pasiones humanas, de consumismo estupidizante, no es libertad de expresión. Es alienante mercadería de muy baja calidad, entorpecedora del buen desarrollo mental de nuestros niños y de la tranquilidad emocional de nuestros hogares.
Programas de opinión en los cuales se insulta y se ofende, no son en absoluto defendibles.
Tampoco son expresión de libertad. Son elementos de manipulación burda del pensamiento y pulpería de ideas fascistas.
Nosotros no tenemos una televisión que cumpla con su rol de orientadora de la opinión pública. Nuestra TV es una gran quincalla que vende agresión de variado calibre, a toda hora y en todos los canales, sin control ninguno. Es una invasión frente a la que estamos desguarnecidos.
El canal gringo FOX acaba de ser multado por atropellar la ley “mordaza” norteamericana, que allá sí funciona para regir a los medios masivos.
Aquí no escuchamos que la SIP o el CNP se pronunciaran al respecto. Ni siquiera la misma FOX lo hizo.
Ser periodista entraña un enorme compromiso.Administrar un medio de comunicación más aún. Los MCS transmiten ideas dirigidas al inconsciente de los individuos.
¿Cómo no regularlos? ¿Cómo no delimitar su responsabilidad frente al delicado producto que expenden? ¿Dónde terminan sus derechos empresariales y comienzan los de una sociedad ya enajenada por su penetración? Reglamentarlos no es ponerles mordaza. Es una toma de conciencia social.
*Periodista