La madrugada del 4 de febrero de 1992 estos dos venezolanos irrumpieron en nuestras vidas con la contundencia y el estruendo de las páginas históricas.
Sus nombres, sus rostros, sus voces, dejaron para siempre el claustro fortificado y emergieron ante la madrugada atónita de preguntas y porvenir.
En Maracaibo Arias Cárdenas oficia de insurrecto contagiante y en Caracas Chávez Frías le pone nombre y apellido a la era que brotaba del sueño y el fusil.
Ya los muchachos del cuartel no sólo eran el juego de pelota y las jornadas rutinarias del soldado, ahora el hacerse hombres tomaba ribetes de gravedad.
La apuesta ha sido inmensa; los riesgos, quien lo duda, severos. El compromiso común lleva a la militancia en la amistad con crítica incluida.
De súbito las rupturas ensombrecen los caminos por andar.
Pero la historia no acepta las excusas personales cuando de un parto urgente se trata. Urgente y necesario, como el amanecer y el aire nuevo del nordeste.
La condición humana entonces se vuelca hacia sus rincones más luminosos.
Hay momentos en la vida que el retorno a los espacios truncos es la mejor salida al caos momentáneo de la perplejidad. No es el existencial volver gardeliano, es algo más profundo y señero, es el reencontrarse con las raíces que nos hicieron seres de una historia de vida colectiva, parte inseparable de un alma telúrica que nos llama a una entrega mística, una vida que es apenas leña del fuego creador, agua de los ríos que riegan árboles del mañana.
La amistad conjurada en esa vasija sagrada donde reposa la sangre del pueblo, también tiene su lugar en la construcción histórica de un mundo nuevo. “La amistad es el único vínculo que corresponde a hermanos de armas, de empresas y de opinión”, nos enseña el mismo Padre que dijo “La amistad es mi pasión”. Y, en las huestes bolivarianas, valen por igual los ejemplos de gloria, el afán de triunfo justiciero, como los valores que alimentan al humano nuevo.
Corresponde al gran poeta de la venezolanidad y la utopía socialista que fue Aquiles Nazoa, haber dictado la sentencia que más jurisprudencia y doctrina ha creado en torno a la amistad, “el invento más bello del hombre”. Aunque es de Rilke la anotación de que la relaciones interpersonales es la tarea más difícil que se nos encomendara a los de nuestra especie. Vaya par dialéctico.
En mi humilde opinión, no debe haber fisuras en la unidad monolítica de los bolivarianos cuando fuerzas opresoras apuntan con saña el corazón de la Patria. De allí que el reencuentro sincero de Hugo y Pancho, es una lección moral muy fuerte que habla de heridas sanadas por el amor y promesas renovadas desde el honor, que es el más íntimo y preciado estandarte de los patriotas en toda ley.
Las palabras de nuestro Comandante en Jefe al referirse a su amigo y compañero de armas, suenan como himno a los afectos vitales, los que se cocinan en el fogón de la lucha, al calor de sueños compartidos, batallas libradas, penurias enfrentadas, victorias colectivas. Son palabras brotadas de un corazón que arde en patriotismo y mira tras la bruma al horizonte.
Como en aquella emotiva alborada del 4 de febrero, Pancho tiene asignada una misión de primera. La tarea de fundar un futuro que empieza hoy.
Yldefonso Finol
Constituyente
caciquenigale@yahoo.es
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.