La polémica suscitada en torno al derribo de la estatua de Colón permite entrever distintas visiones sobre lo que es y debería ser el proceso revolucionario bolivariano. Una primera lectura es que existe un sector bastante radicalizado que pretende hacer tábula rasa con todo lo que represente la sociedad alienante y deshumanizada que ha imperado hasta el presente. Éso, hasta cierto punto, lo reivindico. Lo que no reivindico es que, tras estas acciones "revolucionarias", se desate una ola de intolerancia semejante a la que viviera Europa bajo el fascismo y que pareciera revivir de la mano de George W. Bush, Berlusconi, Chirac o la ¿extinta? Coordinadora "Democrática", por mencionar a los reaccionarios más destacados . Es más, según se ha podido colar en algunos medios (especialmente en Aporrea.org) los mismos movimientos indígenas cuestionan que se haya hecho esto en su nombre, sin consultárseles siquiera. Es decir, los reivindicadores de la resistencia indígena actuaron como sus antecesores blancos europeos al ignorar la opinión y los sentimientos de los descendientes de aquel holocausto o genocidio.
¿Entonces, en qué quedamos? Si, por fijar una posición distinta al respecto, se me condena al ostracismo y al odio "revolucionario", ¿estaré condenado, a su vez, a muerte?
No creo que, para demostrar convicciones revolucionarias, debo asemejarme a los perros rabiosos que quisieron derrocar al Presidente Chávez, menos cuando no he evaluado objetivamente qué sucedió en aquel período doloroso de la historia humana y desconozco hacia dónde vamos realmente. ¿Por qué no se hace algo respecto a nuestros ancestros africanos, desarraigados de sus aldeas y trasplantados sin compasión alguna a este ancho territorio americano? ¿Estamos justificando su esclavitud y nulidad como seres humanos, como lo hizo Bartolomé de las Casas, para aliviar la carga de amargura de los indígenas?¿Somos racistas, al fin y al cabo?
Todo ese vendaval de rabia justificada está bien, sin embargo, debemos encauzarla hacia una mejor interpretación de nuestra historia, sin negar los oscuros pasajes que existen en ella, pero sin estereotiparlos, tal como lo hacen en Hollywood o en la serie de El Llanero Solitario. En este aspecto, algunos revolucionarios de buena fe esgrimen argumentos parecidos a los de los patriotas que iniciaron la Independencia, pero, ¿qué sucedió en relación con los indígenas?
No es con la destrucción de estatuas como estaremos construyendo una Patria mejor. ¿De qué valió que, luego de finalizado el gobierno autócrata del General Antonio Guzmán Blanco, fueran derribadas sus estatuas en Caracas? ¿Mejoró en algo la situación del país? ¿Posibilitó una revisión objetiva de la historia con el propósito de relanzar el proyecto de sociedad y Patria que soñaron nuestros Libertadores?
Acá es donde quiero llamar la atención de mis compatriotas, revolucionarios y no revolucionarios. El actual proceso revolucionario bolivariano está dándole su justo lugar en la historia a los excluidos, pero esto no significa que tengamos que partir de cero. Lo que sí evidencia este hecho es que la confrontación de las leyendas negras y blanca de la Conquista y la Colonia en la historia venezolana y americana subsiste.
Quizás me excedí en mis consideraciones. Quizás haya resabios -como me escribió alguien hace poco- de una mentalidad reformista, lo cual no quiere decir que justifique que se arreste y castigue a los "perpetradores" o "sacrílegos" que derribaron la estatua entretanto a quienes desconocieron la soberanía popular el 11 de abril se les eximió de cargos y castigos. Lo que sí no puedo obviar es que estas "acciones revolucionarias" más que ayudarnos a elevar la conciencia y a crear una ideología revolucionaria que nos facilite la consolidación del proyecto bolivariano, lo que hace es conducirnos por un camino tortuoso en el cual no hay disidencia, ni opinión propia; todo por "preservar" la pureza del proceso. Bueno habría sido que la mayoría de las etnias ejecutaran el juicio a Colón, según sus propias leyes. creo que nadie hubiera levantado la voz para protestar contra este "atropello". Y ya sería una actitud prejuiciada.
Ya basta de verlos como los pobrecitos de la película, a quienes debemos proteger y defender de las maluquezas de los blancos. Porque apuesto a que muchos de estos amigos revolucionarios no hacen nada por los indígenas que, a veces, llegan a Caracas y otras ciudades a mendigar la bondad de la civilización de la que somos parte.
Sólo Chávez parece entender que ése no es el camino. Entonces, imitémoslo.