Ayer los medios de comunicación del país que le hacen oposición al gobierno de Hugo Chávez, en general: televisoras, emisoras de radio, la autollamada gran prensa nacional y la de provincia, ocuparon sus mejores espacios informativos para repetir, una y otra vez, una misma información, sin que ninguno de ellos, cumpliendo con el sagrado requisito del periodismo de información veraz, confirmara el hecho noticioso, antes de divulgarlo.
Pero veamos lo que ocurrió: Con titulares bien destacados en primera página y despliegue de fotografías y videos, le informaron al país que en la Zona Industrial II de Barquisimeto, se encontraron en un galpón abandonado, mas de 100 mil kilogramos de alimentos descompuestos, como avena, arroz, leche y azúcar, e igualmente agregaron en las respectivas notas, sobre la base de las declaraciones de un trabajador casual de la zona y no de la empresa dueña del referido galpón, que esos alimentos eran de PDVAL.
Pues bien, ayer mismo el desmentido de tal noticia no se hizo esperar. El dueño del galpón y de los alimentos descompuestos, el Señor Ricardo Sánchez, muy molesto por lo sucedido, le declaró a los medios oficiales (desconocemos si también lo hizo a los medios privados), que esa información desplegada profusamente por los medios no era cierta, que todo lo que le informaron a los venezolanos era totalmente falso, pues el galpón y esos alimentos descompuestos son propiedad de su empresa, “Industria Roraima Foods”. Les agregó, además, que no son 100 toneladas, sino 68 y que allí no hay leche en polvo, así como que las autoridades sanitarias están al tanto de la situación y que sólo está a la espera de los respectivos procesos de fiscalización sanitarios que determinaran si los mismos se destinarán al consumo animal o a su incineración.
Por otra parte, Sánchez, señaló que de inmediato examinará con sus abogados la posibilidad de incoar sendas demandas a los medios que dieron esa falsa noticia, pues no entendía las razones que tuvieron aquellos de la propia ciudad de Barquisimeto y los que enviaron reporteros y hasta camarógrafos al sitio, que optaron por no preguntar a los empleados de su empresa y a él mismo, lo que acontecía con esos alimentos, pues con el mayor gusto se les habría suministrado toda la información que hubieran podido demandar.
Pero, bueno, esta es otra demostración de las miles de miles que hay y sobre las cuales no es nada difícil documentarlas, de que existe una evidente y muy concreta confabulación mediática privada, de vieja data, para desestabilizar el país, pues nadie pudiera explicar que haya sido posible que se diera tal noticia al mismo tiempo y en todos los medios del país, sin que ninguno de ese centenar y más de medios de comunicación, tomara la obligada precaución de confirmar el hecho antes de divulgarlo.
¿Y los periodistas de esos medios, donde estaban? ¿Fueron -acaso- comunicadores egresados de la universidad los autores de la mentira? ¿Si la responsabilidad es de ellos, se les olvidó lo que les enseñaron para el ejercicio honesto de la profesión, así como el contenido del código de ética del periodista?
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