Este 24 de Julio, cuando vimos marchar por las calles de Caracas a nuestro pueblo, con el furor de un 13 de Abril, cargado de tanta patria, de tanto amor, validando la consigna de “Bolívar vive la lucha sigue” me imagine preguntándome ¿Así sería un Simón Bolívar, Libertador entrando triunfalmente a Caracas?, no dudo de que fuera así, como tampoco dudo del odio letal en algunos minúsculos sectores sociales privilegiados por la dominación colonial española, no dudo de los conciliábulos, las intrigas que se unieron a las de otros similares oligarcas en Lima, Bogotá, Quito y que pasa a las embajadas del gobierno de un país que se perfilaba para entonces como muy fuerte, muy belicoso y dispuesto a todo para subyugar a otros pueblos y las maquinaciones cogieron cuerpo, se hizo orgánica, se convirtió en estrategia anti bolivariana que lamentablemente vio coronado sus objetivos una tarde de 1830 en Sata Marta.
Ahora veo un pueblo honrando al Libertador en un acto que no tiene nada que ver con los actos protocolares, acartonados, cursis, hipócritas como los que en vida le hicieron los encopetados y encopetadas de su época, perdonen, de su época no, de su paso físico por la vida; el acto de hoy está a la altura de un LIBERTADOR. Es su pueblo, sus descamisados, sus patas en el suelo que con sus manos fabricaron estrellas, y con sus lágrimas y sudores las bendijeron. Hasta me siento desagraviado, como cientos de jóvenes que hace 27 años celebrándose el Bicentenario marchamos desde Colombia en un recorrido de 15 días, estábamos reeditando La Campaña Admirable y al llegar a Caracas, a la Caracas del Libertador, un piquete de la Policía Metropolitana nos impidió llegar hasta la Plaza Bolívar porque una delegación de “su majestad” el Rey de España estaba visitando la plaza, y la casa del Libertador.
No sé si Bolívar esta en el cielo, si lo está que nos mande rayos de luz, lo que si estoy seguro es que así como Neruda lo vio en la boca del Quinto Regimiento yo lo estoy viendo en todas partes y es que su inmortalidad no se expresa en su presencia física sino en todo el conjunto de su pensamiento y acciones.
Pero sus enemigos históricos siguen vivos, y continúan intrigando y sus maquinaciones son ahora superestructuras que tiene conexión con similares oligarcas en Lima, Bogotá, Quito, y otras centros de poder económico ligados a la vetusta monarquía española y teniendo como eje de mando el poderío trágico del que nos alerto el Libertador; el Imperialismo Norteamericano.
Aquí su cohorte de “aristócratas intelectuales” deformadores de historias, resentidos, prejuiciados que como consolación por no poseer un título nobiliario, se hacen llamar “historiadores”, como el señor Guillermo Morón, que no voy a decir que me da lástima sino mas bien que me da pena ajena. Gente que perdió el sentido del ridículo, especie parlante de un museo de antigüedades llamada Cuarta República. Señor Morón quédese con su “gloria” de ser amigo, de un presidente beodo y de su chuleadora amante.
Estos deformadores de historia van de retro en su estrategia anti bolivariana. En los primeros tiempos de la revolución contradecían a nuestro Comandante Presidente, tratando de imponer su Bolívar de oropel y como lo dice exactamente el significado de oropel: Cosa de poco valor y mucha apariencia. No pudieron comunicacionalmente con el comandante, con la revolución y ahora se quitan la careta, ahora saben que el pueblo descubrió al autentico Bolívar; el Bolívar antiimperialista, el Bolívar Indigenista; el Bolívar democrático, el Bolívar ecologista, el Bolívar integracionista, el Bolívar poeta, el Bolívar revolucionario; por esa razón ya no pueden imponer su falso Bolívar y entonces les sube como una ponzoña al corazón a sus cerebros de albañal, el odio histórico y bicentenario y con su teatrales poses y expresiones de sabiondos se desgajan en improperios contra Simón Bolívar, y contra sus fieles seguidores; falta poco porque en esta desandada reconozcan que para ellos nunca fue el Libertador.
Por otra parte están los bufones, los que embadurnan con estiércol el arte del humor; lumpen, si lumpen; desclasados, porque realmente perdieron su concepción de clase y aunque vienen del pueblo trabajador le sirven a la oligarquía en el afán de darle un carácter insustancial al propósito de rescatar la memoria histórica, son los que por el dinero venden hasta lo más preciado; por eso Marx los agrupo en la pandilla de “degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos....”
Hoy Bolívar es convicción profunda, de seguir cabalgando por la independencia definitiva.
Patria Socialista o Muerte
Josehog13 @gmail.com