Contrariamente a lo difundido, durante la primera década del siglo XXI la economía Colombiana se ha fortalecido de su relación comercial con la economía venezolana. Al terminar el siglo XX las exportaciones colombianas a nuestro país promediaban el 9% de su total. Éramos su segundo socio comercial muy cercano de Alemania, nación en la que colocaban el 6% de sus bienes exportables. Estados Unidos terminaba la década como el socio predilecto, concentrando el 45% de la oferta exportable colombiana. No obstante, la balanza comercial de ese país con todas las economías del planeta tendía a ser deficitaria, en un monto que para la década de los años noventa superó los 2 mil millones de dólares anuales, en promedio. En igual sentido se movía el flujo de comercio con nosotros, les vendíamos más de lo que les comprábamos.
Este cuadro fue cambiando gradualmente sin pausa alguna al entrar este siglo, y para que ello ocurriera, el comercio con Venezuela fue determinante. Las crisis cambiarias de nuestra economía acumularon suficientes razones para generar desequilibrios que ahora, en esta nueva coyuntura diplomática, es necesario repensar para cambiarla.
La oferta exportable del hermano país se acrecentó en volumen y porcentualmente. Reafirmándonos como el segundo socio comercial, las exportaciones hacia Venezuela saltaron del 9% a 16% de su total, en esta década. Alemania con 1.5% cedió el tercer puesto a Ecuador. Estados Unidos preserva una participación superior al 40%. Las exportaciones Colombianas al mundo saltaron de un promedio de 10 mil millones de dólares a 30 mil millones de dólares. Las que les compramos en Venezuela llegaron a promediar entre 2005-2009 un monto de 4.030 millones de dólares anuales, ello es 4.4 veces superior al promedio de fin de siglo.
Este desenvolvimiento favorable a la economía colombiana se reflejó en su balanza comercial que ahora tiende a ser superavitaria. Al presente, Venezuela les compra más de lo que les vende. De hecho, durante los años 2007 y 2008 la balanza comercial de Colombia en su dinámica positiva se debió al superávit con Venezuela, 3.906 y 4.951 millones de dólares respectivamente. En ambos años ese superávit comercial llegó, inéditamente, a ser superior que el logrado por Colombia con el comercio norteamericano. Increíble pero rigurosamente cierto.
Estas cifras no incluyen la distorsión del contrabando de extracción de alimentos y gasolina que implica un subsidio a los consumidores de Colombia, con la contraparte de escasez, inflación y reducción del ingreso impositivo para Venezuela. Cifras conservadoras estiman las perdidas en la gasolina en 10 mil millones de dólares anuales, y en los alimentos en 8 mil millones de dólares anuales.
Además del tema cambiario que favorece a Colombia agréguese, en las causas que buscan explicarse estos hechos económicos que aludo, la fase altamente expansiva de la economía venezolana vivida desde el último trimestre de 2003 al primer trimestre de 2009, que supuso un incremento de las importaciones desde Venezuela, en algunos casos expresando un consumismo no controlado de algunos bienes no esenciales.
Siendo Ministro del Poder Popular para las Finanzas, en agosto de 2007, plantee al gabinete económico la urgencia de una contingencia comercial a la desmesurada importación de vehículos automotores ensamblados en Colombia que, directamente o por el convenio ALADI, desbordaban nuestro mercado con más de 45 mil automóviles importados únicamente de ese país. De cada 10 carros exportados por Colombia, 7 venían a Venezuela. Terminado el año se tomaron las primeras medidas para corregir aquel desequilibrio bien orquestado por las grandes transnacionales del ramo. Igualmente ocurría con los celulares, material electrodoméstico e informático.
El desencadenamiento de hechos políticos en los cuales el Gobierno bolivariano que Preside el Comandante Hugo Chávez, reaccionó con dignidad frente a las intrigas del gobierno oligárquico de Colombia contra Venezuela, han conducido a una modificación del cuadro anteriormente descrito por una reducción sustancial del volumen de comercio entre nuestros dos países.
La alta concentración de las ventas colombianas en el mercado Venezolano para animales vivos (99%), carne (97%), lácteos (91%), hortalizas (76%), vehículos (73%) y tejidos de punto (49%) se convirtió en una desventaja para esa economía en la actual crisis binacional. De hecho, este año las exportaciones globales de Colombia se estabilizan por segundo año consecutivo y su economía perderá 1.6% del PIB.
El ex Presidente Uribe y la oligarquía que gobierna Colombia no lo pensó bien o esperaron una postura timorata de Venezuela. Se equivocaron. Recuérdese que en 2006, el Presidente Chávez había denunciado a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) cuando Perú y Colombia a espaldas de Venezuela, Ecuador y Bolivia, negociaban un TLC con los Estados Unidos. Se les dejo claro que no permitiríamos una triangulación de mercancía de facturación norteamericana que entrando con aranceles cero a Colombia llegaran a Venezuela para afectar nuestra capacidad de producción nacional. Oligarcas al fin no se preocuparon por los 20 millones de colombianos en situación de pobreza, 7 millones de los cuales están en situación de indigencia, según datos oficiales para 2009.
Siempre tendremos comercio con Colombia. Repensando el porvenir inmediato en el supuesto de un restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales, sobre la base del respeto mutuo y la suspensión de la campaña de agresiones contra nuestra patria, debemos tomar un conjunto de medidas económicas, comerciales, políticas y sociales que redunden en un comercio binacional equilibrado que facilite el crecimiento de nuestra oferta exportable, reduzca el desproporcionado déficit de balanza comercial y desarrolle espacios territoriales fronterizos en los estado Táchira y Zulia. Ello supone una agenda Venezolana que se confronte y derrote el contrabando de extracción hacia Colombia con medidas de control eficaz y el fortalecimiento de nuestro tipo de cambio.
Igualmente, en el marco de la ley del Consejo Federal de Gobierno, se debe avanzar rápidamente en la concreción de dos Distritos Motores de Desarrollo en la aludida frontera para acrecentar nuestro excedente nacional exportable, para ello es posible estudiar oportunidades de “inversión protegida” tipo zona franca que haga competitiva la localización productiva en la frontera de Venezuela con Colombia. A este tenor, en el mediano y largo plazo, incrementar el rebaño nacional para carne y leche y la producción de la industria textil nos liberaría de las principales inelasticidades que tenemos con la participación de exportaciones colombianas en las importaciones venezolanas. Es sencillo definir el objetivo, complejo cumplirlo, pero es el desafío: Venderles más de lo nuestro; comprarles, pero menos. Evitar que se filtre al exterior, por distorsión o incapacidad, el excedente que debe apuntalar el salto al desarrollo socialista.