El salto adelante anunciado por el Presidente Hugo Chávez y dirigido, sobre todo, a los gobernadores y alcaldes recién electos del chavismo, tiene una connotación bastante importante, puesto que el mismo señala la enorme deficiencia observada en los años anteriores respecto al avance de la revolución bolivariana y que, por diversos motivos, se ha visto accidentado.
Uno de los principales elementos a tomar en cuenta es la contribución (obligatoria, especialmente si son revolucionarios) que pueda brindar cada uno de estos gobernantes en la tarea común que tenemos todos los revolucionarios de estructurar las líneas estratégicas que le darán una nueva forma al modelo de sociedad que impera en Venezuela. Lo más significativo es que ninguno podrá alegar razones que sigan retrasando la consolidación y fortalecimiento definitivos del proceso revolucionario, ya que será el mismo pueblo quien le pida cuentas de sus actos a cada uno de ellos, máxime si bloquean su participación y protagonismo en la búsqueda de afianzarse en el poder con oscuros intereses que contradigan abiertamente el ideal bolivariano.
Ahora ya no hay excusas de ningún tipo. Tanto los gobernadores, alcaldes, legisladores, concejales, directores, ministros, etc., tendrán que adecuarse con prontitud y desprendimiento alas exigencias populares por dar nacimiento a una nueva institucionalidad, llegándose al extremo de propiciar, desde las entrañas mismas del poder institucional, la implosión del viejo Estado; de manera que se garantice, realmente, la constitución del poder popular y el ejercicio de la democracia directa.
Ello debe servir de estímulo a quienes, de uno u otro modo, están fuera de las esferas del poder, pero que, diariamente, luchan a brazo partido para hacer realidad las expectativas populares respecto al proceso revolucionario bolivariano. La fase actual de este proceso revolucionario exige darlo todo en función de la adecuada organización de las masas, como así mismo en su formación ideológica. Esta fase supone suprimir ese excesivo protagonismo desplegado por las diferentes organizaciones partidistas en detrimento de las organizaciones sociales, lo que ha impedido grandemente que las masas se despojen de ese mal hábito de seguir a supuestos líderes, quienes sólo se preocupan por alcanzar posiciones dirigentes para satisfacer sus apetencias personales, aún cuando aleguen estar con la revolución y ser más chavistas que Chávez y su familia.
Por eso, no deja de ser importante el hecho que el Presidente Chávez haya convocado a quienes, desde las gobernaciones, alcaldías y demás instancias de gobierno, deben asumir un comportamiento en correspondencia con lo que debe ser el proceso revolucionario. El viejo Estado reformista y puntofijista tiene que ser desplazado íntegramente por un nuevo Estado, revolucionario desde todo punto de vista y esencialmente volcado al servicio del pueblo. Nada se hará en beneficio de la revolución bolivariana si todavía se mantienen vigentes las estructuras políticas, económicas y sociales excluyentes que utilizaron las cúpulas antisociales y antidemocráticas del puntofijismo. Si éstas persisten, a pesar de lo expresado en nuestra Constitución sobre lo que es la democracia protagónica y participativa, sólo tendremos un reformismo disfrazado de revolución. Así de simple.
Es el momento histórico en que las masas comiencen a generar sus propias vías hacia el poder. Quien diga estar con la revolución, debe abrir los cauces para que éstas comiencen a transitarlas y a ser, realmente, las protagonistas del cambio estructural contenido en los postulados básicos del proyecto bolivariano. Para ello, es imprescindible que todas las fuerzas revolucionarias y progresistas del país comprendan, de una vez por todas, que sin este salto cualitativo en la revolución, ésta podrá ser pasto fácil de las intrigas de la derecha fascistoide y del gobierno fundamentalista de George Walker Bush.
Sólo la fortaleza del proceso revolucionario, lograda al calor de las luchas populares por su emancipación integral, podrá conjurar tales amenazas, incluyendo la del reformismo. A ello tenemos que sumarnos, como una sola fuerza, todos los revolucionarios -independientemente de las iglas que nos identifiquen- de manera que la titánica tarea hasta ahora cumplida por nuestro Presidente Hugo Chávez descanse sobre los hombros de millones de luchadores revolucionarios y tenga por resultado la construcción efectiva de ese poder popular que todos pregonamos, pero que, aún, no tiene organicidad ni incidencia significativa en los cambios estructurales que se están gestando en nuestro país.-
*Miembro de la Dirección Ejecutiva Estadal del Movimiento por la Democracia Directa (MDD) en el Estado Portuguesa.
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