Mi amigo, el boliviano Raúl Arday quien en su juventud estudió la carrera militar y la abandonó porque se enamoró perdidamente de una canadiense, es un hombre que sin haber vivido en nuestro país conoce muy bien la historia de Colombia, tanto como el mismo Comandante Fidel Castro, el Presidente Hugo Chávez o el escritor Eduardo Galeano, según he podido darme cuenta cuando los he escuchado referirse a los temas vibrantes de nuestro país Caribe-Andino. Un día decidimos salir a almorzar con un grupo de entusiastas para celebrar en “Antojitos” un pequeño gran triunfo literario que él logró cuando le publicaron su primer ensayo en una revista “ligeramente prestigiosa”, como la calificó.
Llegamos y de una vez pedimos una botella de vino chileno; les propuse un brindis para desearle mucha suerte a nuestro amigo, como es costumbre en estos casos, ya que había decidido transitar por el difícil camino de la investigación social. Todos brindamos y aplaudimos; él con su timidez de principiante agradeció las buenas venturas y dijo:
_”Oye Francisco Amín, el pueblo colombiano es un pueblo valiente para la guerra. En tu tierra están peleando desde que empezó el Siglo XX … con la guerra de los mil días. Y mira que desde mucho antes… cuando Simón Bolívar creó el ejército libertador e inició la Campaña Admirable en la población de Mompox, Allí mucha gente le dio dinero y las mujeres le ofrecieron sus joyas para que obtuviera armas y otros elementos para la campaña. Es más, conozco la historia de un colombiano que era periodista y se fue hasta La Nueva Segovia a entrevistar al General Augusto Cesar Sandino y decidió unirse al ejército sandinista; se quedó y luego le sirvió como su secretario. El hombre se hacía llamar el Capitán Colombia. Después vino ese periodo lamentable de La Violencia entre liberales y conservadores de los partidos tradicionales, que se enfrentaron a bala y cuchillo cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán en 1948, quien era candidato del partido liberal del sector más popular. He escuchado que por lo menos hubo medio millón de muertos. Lo terrible del caso era que la gente se mataba por el color del partido. Si los conservadores notaban que alguien tenía un trapo rojo lo mataban sin miramientos, y no te creas,¿ los otros hacían lo mismo no es verdad?”.
Raúl Arday hizo un recuento de nuestra realidad que para todos resultaba fantástico, sobre todo que a medida que hablaba se iba animando al notar que estábamos escuchándolo con mucha atención. Le recomendó a los presentes que se leyeran Cien años de Soledad… y tomó alientos para continuar diciéndome:
“…Y es una lástima ah Francisco, el Colombiano es un pueblo valiente que lucha y no sabe por qué, contra qué, ni para qué… ni para quién”.
Desde la Universidad ya era un aficionado a las teorías de la Gramática Generativa Transformacional del maestro Noam Chomsky… así que escuchando el tono del amigo empecé a buscar opciones y caminos para ver qué había debajo, detrás, adelante, o en lo profundo de argumentos tan fuertes.
Me di cuenta que Raúl empezó admirando el valor del pueblo colombiano. Luego expresó mucha pena por tantas barbaridades, y después con ese humor negro, me pareció percibir que se burlaba un poco y se lo hice saber.
La última frase era fácil atribuírsela a los efectos del vino y él, reconoció que se sentía muy eufórico, pero que le dolía nuestra grave situación; entonces con su musicalidad de boliviano me dijo muy en serio que él tenía para el caso, una teoría que podía aplicarse a la realidad de todos los países latinoamericanos…
Con el tiempo me di cuenta que nuestro amigo tenía mucha razón. La suerte penosa de nuestro pueblo desde aquellos lejanos días hasta hoy terminó por validar su teoría.
_“Raúl
Arday… bueno… explíquenos su famosa teoría, oídos somos… oído
serás”. Le gritó el pintor Daniel, el otro artista colombiano que
se sintió tocado por los comentarios y se encontraba sentado en un
extremo de la larga mesa. Y Raúl Arday le contestó con su serenidad
andina:
“Bueno, yo creo que en Colombia se han metido unas manos siniestras, peludas e invisibles que no sólo la están saqueando, sino que están provocando una guerra fratricida. El pueblo no las ve pero siente sus zarpazos y eso tiene locos a los colombianos…se atacan unos con otros. Se unen y al momento se dividen. He escuchado que en su país hay como siete grupos guerrilleros que inclusive se persiguen entre sí… (hoy no son tantos porque algunos participaron en varios procesos de paz) Usted me dirá si esto es así o no. Por eso es que repito mi afirmación: ustedes son de un pueblo valiente que lucha pero que no sabe todavía por qué, contra qué, ni para qué… ni para quién”.
Ahora cuando llegamos, por fin, al siglo XXI nos damos cuenta cómo esa teoría se fue comprobando. El pueblo ya sabe por qué… para qué y para quién…
Esas manos siniestras, peludas e invisibles están detrás empujando a los paramilitares; también a un grupo grande de agentes de la fuerza pública que realizaron las masacres en los “Falsos positivos”.
Esas manos terribles están detrás de algunos gobernantes presos por concierto para delinquir porque refundaron la patria a escondidas y dejaron para que la historia lo sepa, una montaña de cadáveres y un número incalculable de desaparecidos en los últimos 20 años.
Las manos peludas, siniestras e invisibles están detrás de empresarios, ganaderos, comerciantes y narcotraficantes que financiaron y ordenaron los despojos de tierra, los saqueos y las masacres… la persecución a sindicalistas y trabajadores.
¡Salud! Raúl Arday… Ahí vamos viendo…dolorosamente... poco a poco como era cierta tu teoría.
Sabemos que el pueblo heroico de Colombia superará esta época de espantos…
franciscoamin@hotmail.com