De Faluya para Rice

Querida Condoleezza: debo comenzar por felicitarte porque coronaste; llegaste lejos. Se te reconocieron con creces estos cuatro años de incesantes bombardeos contra la paz del mundo.

Te premiaron con el puesto del renunciante Colin. La raza afroamericana debe estar que se muere de la vergüenza, pero los pigmentos de la piel no tienen la culpa del color del alma.

Yo por mi parte debo decirte que, como mujer, no pude menos que soltar la carcajada por el beso en el cachete que le diste a tu jefe por el nombramiento.

Se necesita tener bastante guáramo (no hay que dudar que a ti te sobra) para venir a estamparle un ósculo a ese señor. Me dio una inmensa grima pero entendí que, gracias a Dios, no todas las mujeres somos iguales. Y la sonrisota grande que tenías cuando posaste para la cámara no pudo esconder la ambición que destila tu expresión.

En fin, mijita, que aunque las cosas no están saliendo como tú pensabas, y cada vez son más evidentes los errores que has cometido subestimando la capacidad de reacción de tus enemigos, es obvio que sigues contando con la confianza del reelecto.

Pero te digo algo, porque tienes que cuidar tu imagen, querida Condo, si quieres sostenerte en tu escalada. El día que se anunció tu nombramiento, la noticia coincidió con otra mucho menos feliz que no te hace nada bien. Es ésa que muestra a un hombre indefenso, acurrucado contra la pared de una mezquita, cuando era cobardemente asesinado de un tiro en la cabeza por un soldado tuyo. Yo sé que la gente en tu país que te respalda, acaba de dar una incuestionable muestra de su egoísmo y de su indiferencia frente a los crímenes que tu ejército comete en nombre de tu pueblo.

Reeligió a tu jefe cuando los demás esperábamos una muestra un poquito mayor de dignidad. Pero en fin, era pedirle mucho a una nación que ha demostrado que le importa un rábano lo que pasa a su alrededor, siempre que su comodidad esté garantizada. Confiemos en que la minoría que perdió le lavará la cara algún día a tu patria.

Según las cifras que circulan en internet, tu ejército ya ha matado a 170 mil niños iraquíes.

Todos condenamos los atentados a las torres gemelas de Nueva York, donde murieron malamente 3 mil ciudadanos, pero todavía no has podido demostrar que algún iraquí haya tenido que ver con eso y sin embargo, ahí siguen ustedes, masacrando sin piedad un pueblo inocente.

Mira, Condo, yo creo que sí tienes méritos para el cargo que te dieron. Tanto así que, a pesar de que no le has encontrado ni un solo triquitraqui a ese país que decías que amenazaba la paz del mundo, ahí estás, ascendida. A eso le llama supremo cinismo, suficiente en tu nación para optar a altos cargos.

Como Secretaria de Defensa que eras mandaste a acabar con todo foco de resistencia Irak. Ustedes son tan descarados, y los medios que siguen sus noticias son tan arrastrados, que hasta se permiten llamar “insurgentes” y “rebeldes” a los ciudadanos del país que han invadido. ¡No te digo yo, Condo, que tienes una suerte fenomenal! Pero no confíes mucho porque la justicia anda medio perdida pero algún día aparecerá por ahí.

Mientras tanto, piensa en algo:
Faluya somos muchos.
Nos contamos por millones.

*Periodista / MSc. en Ciencia Política



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Mariadela Linares*


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