Insinceridad contable en la industria petrolera
Antecedentes: En la pasada época de las concesionarias petroleras venezolanas, sus inversionistas hicieron del cálculo de los precios un misterio terrenal exclusivo para algunos meritócratas privilegiados. A dicho cálculo lo recuerdo como una curva quebrada con mil inflexiones donde concomitaban insumos de variopinta naturaleza y de dudosa legalidad; también reflejaban omisiones importantes.
Consecuencias: Ese artilugio contable les permitió evadir impunemente ingentes cantidades tributarias, y, como si fuera poco, con la petulancia tecnocientífica propia de esos empíricos meritócratas se formó una verdadera academia de expertos pillos contables en materia de burlas impositivas. Ni qué decir que se convirtieron en acicalados docentes universitarios de "postgrados" y demás yerbas aromáticas, con sus correspondientes premiaciones, condecoraciones y jubilaciones de toda índole. No en balde en el país de los cegatos los tuertos reinan. Contralores, contadores, supervisores y auditores públicos bebieron acomodaticiamente en la fuente de semejantes docentes.
Actualidad: Toda esa intrincada y capciosa contabilidad de costes de la industria petrolera, cognoscible sólo por expertos muy acabados y tendenciosamente sobornables parece seguir vivita y coleando.
No obstante, con miras a su revisión nos atrevemos a señalar una de las omisiones de costes que más daño sigue generándose en dicha industria: Nos referimos al "pasivo verde", por concepto de daños irreversibles provocados en el entorno biosistemático floral, fáunico y orográfico de los centros de extracción y refinación del petróleo nacional. Por ejemplo, el costo de la reciente depuración parasitaria del Lago de Maracaibo (caso de la lenteja acuática) no aparecerá como un componente endógeno del precio del barril del petróleo crudo ni consecuencialmente de ninguno de sus derivados. Bastará cargarlo post féstum al monto global de los ingresos, sin que esto signifique práctica de dumping alguno de parte del Estado venezolano.
El coste pendiente de contabilización: Ocurre que los precios diarios de la llamada "cesta petrolera", suerte de mezcla de precios de diferentes crudos, o el precio del petróleo nacional, responde a un cálculo que nos luce despegado del proceso productivo y que se halla zigzagueante y microeconómicamente flotando en la esfera del mercado con un pesado componente especulativo, ex post, al margen de la producción ex ante. Se trata de precios exógenamente calculados. Esto nos explicaría cómo productos no renovables y de absoluta imperecibilidad han sido sometidos a extremas bajaduras de precio como si pudiera hablarse en algún momento de excedentes energéticos invendibles. De Perogrullo, sólo prácticas dumpinganas toleran ventas por debajo del costo.
En choque abierto contra el cálculo económico convencional, en la industria petrolera nacional, y desde hace muchísimas décadas, tanto los costes primos como los indirectos e infraestructurales de esta producción deben aparecer contablemente como inversiones complementarias y sumables al valor in situ del aporte que la naturaleza nos ha donado. Porque hasta ahora es del propio precio exógeno que logra alcanzar, por ejemplo, la OPEP, de donde salen las "improductivas e inimputadas" inversiones petroleras, y luego del remanente de ese precio salen los impuestos, reservas y hasta las donaciones que hace hoy Pdvsa. Podríamos decir que en esta industria no puede hablarse de "ganancias" productivas, sino de g. de mercado.
En las empresas privadas, de recursos renovables, el precio de sus productos , en principio, antecede al precio de mercado, es endógenamente calculado, razón por la cual todas las inversiones involucradas se trasladan automática y contablemente a dicho precio, y a partir de este los comerciantes entran en la liza competitiva que determinará coyunturalmente el valor de las ventas, salvedad hecha de figuras paramonopólicas con transacciones descaradamente leoninas. Sus ganancias derivan en última instancia de sus inversiones en la producción.
Y es que no termina de reconocerse que el petróleo, al igual que los demás productos originarios de aquí y acullá no se convierten en valor hasta tanto no sean extraídos y postprocesados, lo que significa que sólo son una pertenencia de sus trabajadores, independientemente de que la Constitución les preatribuya propiedad estatal a los bienes del subsuelo, más allá de la participación tributaria y rentística. Por eso es que el acceso laboral a Pdvsa debe ser máximamente popular y soberano, abierto, transparente y despolitizado . El Estado, por su parte, se haría copropietario real en la medida que apartara e invirtiera en esta industria buena parte de sus recaudaciones impositivas petroleras con miras a la diversificación de sus ingresos presupuestarios y a la amortización e un recurso que debe seguir siendo copropiedad del pueblo y no sólo de los empresarios industriales que ventajista y coyunturalmente resulten favorecidos por el gobierno de turno.
A semejante, omisivo, tergiversado e invertido cálculo de costes y precios damos en llamar insinceridad contable en la industria petrolera nacional.
* Manuel C. Martínez M. - Economista (Colegio Econ. #39) - Email: marmac@cantv.net - Web: www.pagina.de/sadelas
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