Venezuela abre el 26-S una nueva etapa del socialismo en América

Con el apoyo consciente de la mayoría del pueblo venezolano al proyecto bolivariano liderado por el Comandante Hugo Chávez que tiene como meta ganar las elecciones de parlamentarios y parlamentarias del próximo 26 de septiembre, para conformar el máximo órgano de poder legislativo del país, se abrirá una nueva etapa en Latinoamérica y el Caribe dentro de la actual época de tránsito de sistemas sociales en el mundo.


Época en que el capitalismo depredador va perdiendo terreno frente al socialismo participativo, democrático, creativo por naturaleza, y por ello, liberador de las fuerzas que la humanidad en millones de años ha acumulado y que por causa de los intereses de las clases explotadoras se han mantenido, en su mayor parte, latentes, frenadas aunque imposiblemente detenidas.

Si bien la Revolución Cubana rompió el mito de la invencibilidad del ejército mediante una guerra de liberación contra la dictadura militar golpista de Fulgencio Batista, para así comenzar a construir el socialismo participativo venciendo en muchas batallas al bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por los gobiernos de EEUU a Cuba, en estas tierras donde el Libertador Simón Bolívar venció al colonialismo español, la Revolución Venezolana viene destruyendo el mito del poderío omnímodo y supremo del complejo militar-industrial-financiero-comunicacional estadounidense y toda su red institucional y de vínculos diseminados por una gran parte de las ciudades, de forma física y digital.

En doce años de creciente y cada vez más profunda revolución social en Venezuela numerosas expresiones de como ha ido rompiéndose el mito han evidenciado que la batalla por terminar de vencerlo aún le falta algunas más contiendas, sean elecciones, procesos judiciales o choques violentos según el interés y capacidad de las fuerzas conservadoras internas y externas.

Según avance la conciencia social u opinión pública nacional en torno a los objetivos de las transformaciones socialistas y las estrategias para alcanzarlos, las contiendas electorales se llevarán a cabo cada vez con mayor estabilidad política, es decir, con menos expectativas de cambios de dirección del proceso político, y los contendientes deberán enfocarse por los derroteros, si es que no quieren desaparecer, que les impone las circunstancias objetivas y subjetivas, estas últimas determinadas por el nivel de la conciencia social y las primeras por las capacidades económico-financieras que van creándose con los proyectos en ejecución y en preparación para satisfacer las necesidades de la mayoría trabajadora de la sociedad, es decir, la reproducción social de la vida venezolana en el siglo XXI, de manera que se haga realidad la máxima de que la construcción del socialismo debe ser “humanamente gratificante” y se logre la mayor suma de felicidad, de seguridad y de estabilidad posible.

En el mundo se vive una época de polarización, tanto a nivel de las naciones del globo como al interior de las sociedades, en unos países más que en otros, según el nivel que haya alcanzado la conciencia social de carácter emancipador y el nivel de fortaleza que haya adquirido el impacto ideológico de la religión que se profesa que puede actuar en uno u otro sentido sobre la conciencia social. Sobre este tema de la polarización ideológico-política a nivel global dedicaremos un próximo artículo.

Si bien la polarización política en Venezuela alcanzó su punto de inflexión en los días del golpe de Estado de abril de 2002 contra el Presidente Chávez, donde el desenlace de los acontecimientos pudiera haber sido semejante a lo ocurrido contra el Presidente Salvador Allende, el nivel de la polarización actual está matizado y definido por el uso que hacen las fuerzas contrarrevolucionarias de gran parte de la terminología social y objetivos trazados por el propio líder bolivariano, aceptados socialmente de forma mayoritaria como resultado de la mayor concientización, pero distorsionados por los medios privados de comunicación con un cúmulo de mentiras y sofismas construidos y difundidos mediante una campaña sucia, pervertida y de ribetes pornográficos.

Con una sola ojeda a las campañas publicitarias de los candidatos opuestos a la Revolución Bolivariana en la radio, televisión, prensa y otros soportes impresos se tendrá una idea de la confusión que tratan de crear en los votantes. Eslóganes parecidos a los bolivarianos, términos como “trabajo comunitario” o “redes sociales” que siempre fueron armas contra el capitalismo y la burguesía, hoy son utilizados por sus representantes candidatos a diputados, para tratar de captar votos y tratar de no ser enterrados junto a su clase en la próxima contienda.

Es decir, la polarización política se mantiene aunque tiende a reducirse a un ritmo menor debido a que las fuerzas contrarrevolucionarias ahora están usando términos en sus discursos, publicidad y objetivos en sus propuestas semejantes a los planteados por el movimiento bolivariano para tratar de confundir y captar votos, lo cual es una buena muestra de la fortaleza de los principios, estrategias y planes del líder revolucionario bolivariano.

Pero si los términos y los objetivos son usados de manera demagógica, como lo hacen las fuerzas contrarrevolucionarias, que no puede referirse a las condiciones y circunstancias reales, y mucho menos a planes concretos, el impacto negativo sobre la formación ideológica socialista del pueblo será reducido, ya que se producirán contradicciones lógicas conducentes al rechazo hacia esas fuerzas. Contradicciones que no aparecen en el discurso de los bolivarianos, sobre todo del líder Hugo Chávez y sus colaboradores en el Ejecutivo quienes establecen una plena concordancia entre términos, objetivos, estrategias, circunstancias y tareas a cumplir en cada etapa y fase del proceso.

Tal concordancia y coherencia del liderazgo socialista del Comandante Chávez ha hecho posible, mediante la creación de mejores condiciones objetivas y subjetivas para hacer la revolución, de que para estas elecciones parlamentarias del 26 de septiembre las fuerzas revolucionarias venezolanas contarán con al menos cuatro factores que garantizarán una contundente victoria al pueblo bolivariano y a su Partido Unido Socialista de Venezuela (PSUV).

El primero de los factores se refiere a la esencia de toda revolución triunfante: la unidad.

Como lo hice notar en un artículo a fines del 2008, luego de la victoria pírrica del 23 de noviembre de las fuerzas contrarrevolucionarias, apoyadas en confusiones dentro de las filas revolucionarias, las medidas tomadas por la dirección de la revolución bolivariana que comenzó a implementar aceleraron el proceso unitario que impactaría con fuerza en las siguientes elecciones regionales. Y así fue. Una abrumadora victoria de alcaldías y gobernaciones en todo el país eclipsó aquella victoria pírrica de un año antes.

Considero que el secreto fue el sacudón de la conciencia de los bolivarianos y al mismo tiempo la aceleración de la construcción del PSUV para ser el protagonista principal y unitario de todos los bolivarianos en esas elecciones regionales.

Fue entonces cuando se comenzó a pensar en el actor colectivo y se fue abandonando la mentalidad del caudillismo, sobre todo de parte de los heredados liderazgos y de las grandes masas formadas políticamente en los hábitos de la lucha partidista de la democracia representativa y burguesa.

Luego de otro arduo año de construcción partidista, de logros sociales y económicos contundentes del gobierno revolucionario y de profundización del liderazgo del Comandante Chávez, la unidad en las filas revolucionarias es algo ejemplar, lo cual no quiere decir perfecto, aunque sí óptimo para las condiciones y circunstancias en que esas filas revolucionarias están obligadas a actuar.

Sólo hay que observar el clima de comprensión e interés de los participantes en las reuniones partidistas a todos los niveles, la mayor organización y precisión en las instrucciones impartidas y en los debates, la atención prestada a los diferentes líderes en los distintos niveles de organización, una mejor planeación de las acciones y actividades, y el mayor entusiasmo y alegría en las generaciones que se encuentran, para deducir de todo ello que esa masa crítica, garantía del proceso revolucionario, ha alcanzado un nivel de formación ideológica mejor y mayor que dos años atrás.

Ese arduo trabajo revolucionario entre diciembre del 2008 y el presente año se desarrolló conjuntamente con la reflexión social provocada por la agitación contrarrevolucionaria basada en grupos de jóvenes universitarios de origen burgués que trataron de apropiarse de la representación juvenil del país. El alboroto de la máxima dirección contrarrevolucionaria duró lo que dura un merengue a la puerta de un colegio. En menos de un año la verdadera juventud, la bolivariana revolucionaria, comenzó a salir a la palestra y las generaciones mayores a admirarla.

Sacudidas también por la victoria pírrica de la contrarrevolución, los adultos curtidos en casi diez años de enfrentamientos de clases se encontró ante la dinámica y creatividad de la juventud patriótica que desde todos los espacios universitarios, privados y públicos, hicieron surgir a numerosos líderes juveniles, fraguados en la prédica de Chávez desde sus primeros años de adolescentes, durante la intensa actividad revolucionaria surgida desde antes del golpe de Estado del 2002 y más aún después.

La irrupción de los jóvenes bolivarianos como actores con potente voz y liderazgo ante el resto de la población, que vemos hoy en septiembre del 2010, comenzó dos años atrás cuando se legitimaron ante el pueblo y demostraron en la práctica estar listos para recibir altas responsabilidades bolivarianas. Los espontáneos discursos en la Asamblea Nacional y ante los medios de comunicación para enfrentar a la contrarrevolución y la presencia en altos cargos al lado del Comandante Chávez y de sus ministros, han sido espacios y momentos decisivos para la incorporación consciente de la juventud a asumir liderazgos en el proceso.

La presencia de muchos jóvenes como ganadores de candidaturas a diputados por el PSUV es la muestra más fehaciente de la aceptación que tienen ante el pueblo.

Pero pensar que ha sido por obra y gracia solamente de los jóvenes es no ver la dialéctica que hay en todo esto. Los jóvenes están incorporados al proceso revolucionario desde siempre pero la conciencia social que define los resultados no estaba debidamente preparada para reconocer a los jóvenes sus potencialidades. De ello observamos numerosas experiencias en la conformación de las primeras UBE, los primeros Batallones y las siguientes Patrullas. Y en esa conciencia social ha tenido un peso importante el adulto mayor, el abuelo o la abuela.

Con la consolidación de los planes bolivarianos para atender al adulto mayor, estos sectores sociales han encontrado las vías más idóneas para su participación y la mejora de sus expectativas de vida, y ello ha posibilitado también una mejor articulación consciente de la juventud, sea por la mayor cantidad de espacios donde participar o por la prédica revolucionaria desde la casa con las palabras sabias de las abuelas y de los abuelos que no dejan de escuchar o ver al líder en los pedagógicos Alo Presidente o en las actos e intensas actividades de la construcción socialista.

Cuando el adulto está sujeto a la interacción con sus hijos jóvenes, involucrados en programas universitarios o empleos seguros en el sector público y sus padres, es decir los abuelos y abuelas, también participantes en programas especializados para ellos, en todo un proceso social de transformaciones profundas, y con las mismas convicciones o inclinaciones políticas, la integración familiar cobra fuerza y ello repercute en las actitudes y conductas revolucionarias. La disposición a la unidad de acción y la participación política son de las expresiones más esenciales de todo ello.

Al integrarse en un mayor grado las tres generaciones: jóvenes, adultos y tercera edad en todos los niveles, instituciones, planes y programas, a lo largo y ancho del país, y seguir reconocido, apoyado y seguido el liderazgo del Comandante Chávez, conductor del proceso socialista, la garantía de victoria del PSUV cobra un mayor nivel porque además de elevar las capacidades de construcción socialista hace que se eleve la incapacidad de los sectores capitalistas y contrarrevolucionarios para detener u obstaculizar la consolidación, tanto del subsistema económico de orientación socialista como del nuevo subsistema político, ambos formando parte del sistema social en transición, del capitalismo al socialismo.

El uso cada vez mayor de mentiras y acción deliberada de ignorar los logros del pueblo o el uso de sarcasmos y burlas de corte racista e individualista, y la omisión deliberada de los fines capitalistas de sus acciones, son las principales evidencias de la incapacidad de las fuerzas contrarrevolucionarias para frenar el proceso bolivariano. Desde el exterior, los perros de la guerra trataron de usar la expresión "Los Guardianes de Chávez" para denigrar contra el proceso del pueblo y recibieron una ofensiva y andanada de rechazos populares que nunca olvidarán.

En resumen, el movimiento revolucionario de Venezuela llegará a las próximas elecciones del 26 de septiembre con un mayor nivel de trabajo unitario logrado por un trabajo consecuente y coherente de la dirección revolucionaria liderada por Chávez, y con una mayor integración familiar al lograrse la incorporación dinámica de los jóvenes y los adultos mayores en todo el proceso político-social, con canales de participación definidos y variados, que proporcionan legitimidad y fuerza al sistema socialista en construcción.

Todo ello en detrimento de las fuerzas conservadoras y contrarrevolucionarias que ven cada día más reducidas sus capacidades para detener el torbellino bolivariano, ese que abrirá una nueva etapa del socialismo en América a partir del próximo 26, número simbólico de la rebeldía latinoamericana ante el imperialismo yanqui.

Alcanzar el 50 más uno, es decir, la mayoría absoluta en unas elecciones parlamentarias donde por primera vez en la historia de Venezuela se vota por el socialismo y sus candidatos socialistas, en medio de una descomunal campaña de falacias, sofismas y burdas mentiras de los capitalistas, sería todo un éxito revolucionario. Alcanzar los niveles de mayoría calificada sería, además de un éxito una gran victoria, tan significativa que de lograrse bien podría decidirse a partir de ahí los días que le quedan de vida al dominio imperialista en Latinoamérica y el Caribe.

wongmaestre@gmail.com


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Ernesto Wong Maestre


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