Jean Brillembourg toma el CD de Gustav Mahler y lo coloca en el aparato reproductor. Comienza a sonar la Sinfonía número 1, “Titán”, y Jean suspira un momento mientras ve por la ventana cómo pasa volando una graciosa guacharaca. “Es eterno, coño, es eterno”.
En su cuarto, Kathy Mendoza está ensimismada. Hoy vendrán nuevamente sus amigos a hablar de las elecciones, de los candidatos, de qué vamos a hacer después que votemos, en fin, Kathy decide ir al estudio a conversar con Jean. Cuando llega, Jean está en el medio del estudio dirigiendo la sinfonía número 1 de Mahler, ve a Kathy y camina hacia ella, le da un beso y le dice que “tenemos que hablar de nuestros candidatos, porque yo no sé quiénes son ni quién los puso allí”.
Jean le sirve un trago y brinda por Kathy, “vamos a celebrar desde ya el triunfo de unos tipos que a lo mejor son los mismos de toda la vida”. Siguen conversando y Kathy aprovecha para cambiar el CD de Mahler y coloca uno de José Alfredo Jiménez, cuando Jean comienza a escuchar “que me sirvan de una vez pa todo el año”, dice. “Caramba, Kathy, pero tú te mexicanizaste”. Los dos ríen y entonces Jean dice: “De lo que sí estoy seguro es de que los candidatos de Kiki son mejores que los nuestros, porque los nuestros tienen unas caras de bandidos, pero son nuestros bandidos de siempre, en cambio los de Kiki, los chavistas marginales esos, son profesionales y son gente nueva y eso es una gran ventaja, hay que reconocerlo”.
Kathy es ahora la que está sirviendo. Y recuerda que dentro de poco se van a presentar los amigos que vienen a hablar de los planes para el domingo después de las elecciones. Y entonces dice: “Mi padre comenta que antes nosotros ni votábamos, porque ya sabíamos quiénes iban a ganar, y era la gente que mi padre había puesto allí en una cosa que se llamaba congreso”. Y Jean dice: “es cierto, habíamos comprado una democracia participativa por kilos, ahora llegaron los chavistas estos y se llevaron nuestra democracia. Ahí está Kiki, gozando su empate con el chavista ese”.
Fue entonces cuando Kathy gritó: “¿Hasta cuándo vas a seguir hablando de Kiki Aranguren? ¿Crees que no me he dado cuenta de que cada vez que la Kiki viene a la casa te babeas viéndole las piernas? Lo que tienes es celos del chavista que está saliendo con ella. Echa tu cuento bien, dime la verdad o salgo por eso puerta a buscar a mi familia y esto se acabó”.
En ese momento sonó el timbre y al ratico la señora del servicio se acercó al estudio y dijo. “La señorita Kiki Aranguren acaba de llegar”.