La CIA en Puente Llaguno
Earle Herrera
Después de dos años del golpe contra Hugo Chávez, la Agencia Central de Inteligencia revela que Estados Unidos tenía conocimiento del mismo. Ese es el problema de los que se creen amigos de los gringos. Estos no hacen pactos de sangre con nadie ni guardan secretos a perpetuidad, mucho menos si sus socios circunstanciales resultan un monumento a la torpeza y el fracaso, como es el caso de la oposición venezolana. La CIA decidió desclasificar los documentos sobre los hechos de abril, aunque primero se cuidó de tachar y censurar aquellos pasajes que pudieran comprometer a su país. De todas maneras, esas tachaduras son una confesión de parte.
Nada en aquel año 2002 fue producto del azar. Todo estuvo minuciosamente preparado y subvencionado con dólares: la marcha, su desvío de Chuao a Miraflores, la propaganda de decenas de ONG fantasmas, la grabación de pronunciamientos militares, la tarifa de anclas, entrevistadores y columnistas, los francotiradores y los muertos de Puente Llaguno. Este era el libreto y se cumplió al pie de la letra y de la sangre. Algunos detalles se escaparon y por allí se coló el fracaso de los golpistas: sus generales no tenían tropas, los intereses de los complotados eran antagónicos, el pueblo chavista no se quedaría en su casa y la mayoría de los militares no se subordinaría a los conspiradores.
Después de reconocer a Carmona en menos que canta un gallo, una vez caído éste Washington guardó silencio. Siguió sin embargo pitchando dólares a sus cachorros venezolanos. Vio fracasar Plaza Altamira, el paro petrolero, la guarimba, los paramilitares, las bombas en las embajadas y el abortado referendo consultivo. Entonces inventó la empresa Súmate y la preñó de dólares. Nada, Chávez terminó de barrer a una oposición irresponsable y negligente en el referendo del 15 de agosto. La faena la remató con una caída y mesa limpia en las elecciones regionales del 31 de octubre. Ya los gringos no tenían razones para guardar unos documentos en protección de una oposición en etapa terminal.
Los medios estadounidenses revelaron que EEUU sabía del golpe que se fraguaba contra Chávez. Un vocero de la CIA dijo que no informaron sobre el mismo porque se les podía acusar de intervenir en los asuntos internos de otro país. Este prurito es sorprendente, si no conmovedor. Luego un vocero del Departamento de Estado declaró que sí le informaron a Chávez y lo alertaron sobre su posible asesinato. Estas contradicciones son una táctica. Lo cierto es que se sabía de un golpe contra un gobierno democrático, el mismo se dio y contó con el apoyo y reconocimiento de Estados Unidos. ¿Quién lo dice? Pues, los mismos Estados Unidos, a través de su agencia de inteligencia y de voceros del Departamento de Estado.
Muy mal quedaron entonces y quedan peor ahora los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia que sentenciaron que ese 11 de abril, en lugar de golpe, hubo un “vacío de poder”. Como los gringos terminan por desclasificarlo todo, el día menos pensado sabremos cuánto tuvieron que ver en esa decisión del TSJ. Aquel 11 de abril no sólo se llevó a cabo un golpe de Estado, sino el asesinato alevoso y premeditado de unos 20 venezolanos para justificar el asalto al poder. La marcha se desvió de Chúao para llevarla a una emboscada criminalmente planificada. Es esto lo que revelan con cinismo los documentos desclasificados de la CIA. Las declaraciones del actual canciller español sobre el apoyo de su país a los golpistas bajo el gobierno de Aznar, termina por disipar cualquier resto de dudas. Los premios de periodismo Rey de España entregados a venezolanos, hoy se explican desde un charco de sangre. Y todavía faltan muchas cosas por saber. Y se sabrán, no lo duden.