PRESUPUESTO NACIONAL de SUBVENCIONES SUBSIDIOS Y CONVENCIONES
Econ. Manuel C. Martínez M.
9-dic-04
El Presidente Chávez ha iniciado en el país un megaprograma económico agroindustrial con mucho arrojo, aunque con dinero inducidamente devaluado frente al dólar. Se ha venido perdiendo así la necesaria correspondencia entre la producción de bienes y servicios y su mercadeo monetario nacional e internacional para que la economía venezolana pueda a corto y mediano plazos ser más autárquica, que él llama dialécticamente endógena, verdaderamente más sostenida, más estable y equilibrada.
Efectivamente, con una política devaluacionista, tan arduamente defendida por los exportadores y mercadotécnicos del dólar negro, ciertamente que se podría lograr mejoras en la producción, pero estas bondades quedarían anuladas frente a la exogenia o dependencia de los mercados internacionales, poseedores como son de mayor fuerza comercial que la nuestra en materia de productos y exportaciones no tradicionales ni petroleras.
Pero los factores burocráticos del gabinete económico son majaderos en su argumentación de que Venezuela debe evitar la monodependencia del petróleo mediante el desarrollo industrial y crematístico (léase: de alta rentabilidad para los empresarios involucrados), desarrollo crematístico de aquellos rubros dirigidos a competir en dichos mercados internacionales, donde por supuesto no nos están llamando ni Venezuela tiene nada qué buscar por tratarse de dominios a los que desde hace décadas los países de punta dieron cuenta de su control con una clientela cautiva de difícil reconquista por nuevos en estos menesteres.
El ciudadano común y corriente empieza a preguntarse dónde están la bondades de esa devaluación programada y dirigida desde arriba, que indefectiblemente se está desde ya traduciendo en carestía, en inagotables inflaciones y en nuevas hipotecas para el Erario Público mediante más endeudamiento público disfrazado con el artilugio financiero de *refinanciamiento*, dizque más elástico o comprometedor de más generaciones de venezolanos con su pesado servicio anual de intereses y permanentes pasivos de difícil cancelación. Toda una renta vitalicia y periódicamente contraída por todos los huéspedes de Miraflores que han sucedido al Presidente Isaías Medina Angarita.
Y la respuesta de la burocracia económica es clara: Ocurre que se trata de una economía sostenida y financiada a punta de dinero devaluado, inductor de inflación y dentro del más curioso y cerrado círculo vicioso; de una política económica que distribuye la riqueza petrolera hacia un sector ( el más poderoso) al que subvenciona con dólares revalorizados ya en un 34,4% en apenas ocho(8)meses; con una política paralela de subsidios a los empresarios encargados de la economía endógena para que puedan hacer frente a los encarecidos insumos que consecuencialmente provoca la devaluación, así como subsidios a los desempleados, y mediante cuasisalarios (cesta ticket, bonos) a los trabajadores a quienes su salario no les alcanza ni para comer con motivo de la devaluación inducida e inflación en cuestión , y muchas convenciones para que diputados, ministros, y líderes políticos aúpen una política que por el camino que va, desgraciada y antibolivarianamente estaría modelando una economía contradictoriamente más dependiente del mismo petróleo que quiere reemplazar con su economía endógena y exportadora, modelando una economía más importadora de rubros que los empresarios criollos y no exportadores no podrán cubrir, y un trabajador medio que cada día se empobrece más en términos generales con un salario medido y tasado con una moneda que ya casi no sirve ni para empapelar paredes.